Brote de ébola
Sus anticuerpos, un nuevo suero que podría salvar vidas
Si supera la enfermedad sería la primera europea en vencer el virus y en portar un posible «antídoto» en su cuerpo
La sangre de Teresa Romero podría valer mucho más que su peso en oro: toda una vida. O vidas. De superar el virus, Romero entraría en ese selecto grupo de elegidos que no sólo han logrado vencer una enfermedad cuya tasa de mortalidad supera el 60%; sus organismos serían los portadores de uno de los remedios en los que la comunidad científica ha depositado sus esperanzas. Sin olvidar, además, que la enfermera ingresada en el Carlos III se convertiría en la primera europea que vence al ébola y, por tanto, que portaría los anticuerpos del virus.
Así, la enfermera entraría de lleno en esa cadena solidaria que forman los supervivientes del ébola. Además de los tratamientos experimentales, Romero recibió el suero de la hermana Paciencia Melgar, la misionera guineana que acompañó al padre Miguel Pajares en el Hospital San José de Monrovia y que logró superar milagrosamente la enfermedad en el centro ELWA de Liberia. Éste no ha sido un caso aislado. El doctor Kent Brantly, primer infectado de EE UU tras contraer el virus en Liberia y que fue dado de alta el pasado agosto, ha donado su sangre a la enfermera Nina Pham, que se contagió tras atender el cadáver de Thomas Eric Duncan en el Hospital Presbiteriano de Dallas. La cadena no se para ahí: el propio Brantly había recibido la sangre de un joven superviviente que él mismo había tratado en Liberia, según publicaron medios estadounidenses. Lo cierto es que no resulta novedoso el hecho de utilizar el plasma sanguíneo de alguien que haya superado una enfermedad. Pero sí lo es en la lucha contra el ébola.
Pero ¿qué propiedades tendría la sangre de Teresa de superar la enfermedad? Como todos aquellos que han vencido al virus, su organismo habría construido una respuesta inmunológica para anular la infección, por lo que no podría volver a contraer la enfermedad. Y es que el organismo no hace grandes distinciones entre superar el ébola u otro virus más benigno. Por sí solo, nuestro cuerpo tiene capacidad de generar los anticuerpos para combatirlo, aunque en este caso hay que tener en cuenta un detalle trascendental: el avance del ébola es tan rápido que apenas hay tiempo suficiente para generar defensas.
Como dijo la portavoz de la familia esta semana pasada, la propia Teresa bromeó con su marido al respecto: «Ya tengo los antivirus, no pasa nada». La enfermera no iba desencaminada. De confirmarse la buena noticia, su plasma, el componente líquido de la sangre, sería portador de inmunoglobulinas, que es el nombre que reciben los anticuerpos. Las inmunoglobulinas son en realidad proteínas que reconocen a las moléculas del virus, se adhieren a ellas y, finalmente, las anulan. En todo caso, el factor tiempo también es vital: estas proteínas sólo permanecen un tiempo en el organismo, por lo que resulta clave obtener el suero cuanto antes. Después, para separar el plasma de la sangre, es necesario filtrarlo mediante maquinaria sanitaria y, posteriormente, aplicarlo al paciente de ébola mediante una transfusión.
Como ocurre en cualquier tipo de transfusión, es importante que los grupos sanguíneos sean compatibles. De hecho, Brantly reconoció que quiso donar su sangre para Duncan, pero los grupos no coincidían. Sólo los que tengan sangre del tipo 0 pueden considerarse «donantes universales», mientras que los que pertenecen al grupo AB+ pueden recibir de los grupos A, B o 0.
La OMS no se niega a estos tratamientos, pero reconoce que «se necesita más investigación para determinar si los anticuerpos en el plasma son suficientes para tratar o prevenir la enfermedad». Además, la organización sanitaria alertó sobre uno de los efectos colaterales negativos que está produciendo la investigación: en África occidental hay establecido un «mercado negro» de sangre de supervivientes al que acuden los infectados.
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