Premios Alfonso Ussía
Teresa Berganza: «Se lo dedico a todos aquellos que cada día quieren ser mejores»
Coqueta que es ella, elegantísima siempre, Teresa Berganza tenía in mente para recoger el premio un vestido rojo, imponente, el mismo que había lucido el día de la boda de Don Felipe y Doña Letizi, pero cuando se lo probó, rojo pasión, le pareció que no. No. Volvió al armario y «cogí este traje negro, que con mis pantalones voy más cómoda». Estaba tan emocionada y al tiempo tan nerviosa que tachaba una y otra vez en su pequeña hoja de discurso alguna frase. Quería ser clara. Directa. Berganza, vamos. Y lo fue.
El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, que la había saludado antes del acto con verdadera veneración, aseguró que «a pesar de los problemas que tenemos, gozamos de ejemplaridad en España, en el arte, en la cultura, en la gente joven. Me siento emocionado por entregar premio desde que escuché su voz».
Y ella respondió tan pasional como Carmen, la inolvidable mujer a la que tantas veces ha subido al escenario. Recién aterrizada de París, y con un despiste sobre el día de la semana que es (¿y quién no?) encabezó sus palabras así: «Pensaba que el premio era mañana. Es un honor recibirlo porque los premios nunca se esperan, por eso se llaman así, porque llegan en momentos inesperados, compartirlo con estas personas inteligentes y trabajadoraes que son el resto de los premiados», como un Victoriano Martín, «de mi quinta, los mejores», con quien se fundió en un abrazo infinito al poco de llegar al periódico. Para ella fue una tarde única de recuerdos y de encuentros inesperados (como el del hijo de Victorino y el de Teresa, Javier, compañeros de colegio hace ya unos cuantos años, o el de algunos militares que le comentaban que guardaban sus discos de vinilo como oro en paño).
«No soy artista mediática, por eso no soy popular y de ahí que me sorprenden aún más los premios. Gracias por reconocer mi carrera. Lo hice todo con amor, pasión, con mucho trabajo y constancia». Y nadie lo duda porque derrochó cariño. Lo lleva en los genes. Y dejó para el final un recuerdo a todos aquellos que están fuera de foco, a esos cientos de miles de españoles que no desfallecen, un poco a todos nosotros: «Se lo dedico a toda la gente anónima que se despierta cada mañana con ganas de ser cada día una persona mejor» .
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