Neurofisiología

Tics faciales: cuando los músculos hablan por sí solos

Suelen aparecer de forma repentina, empeoran con el estrés, la ansiedad o el cansancio, y disminuyen, o incluso desaparecen, durante el sueño

Contracciones en la cara
Contracciones en la caraDreamstime

Un parpadeo insistente, una mueca involuntaria o un gesto repetido que aparece sin previo aviso. Los tics faciales son movimientos musculares involuntarios, breves y repetitivos que, aunque generalmente benignos, pueden resultar incómodos o incluso preocupantes cuando se prolongan en el tiempo. Afectan con frecuencia a los músculos de la cara y, aunque en muchos casos desaparecen por sí solos, hay situaciones en las que conviene consultar a un especialista.

“Cuando un tic se mantiene durante semanas o meses, es conveniente evaluarlo, porque, aunque la mayoría son funcionales, en ocasiones pueden ser la expresión de un problema neurológico más complejo”, señala el Dr. José Luis Fernández Plaza, especialista en neurofisiología clínica del Hospital Quirónsalud Sur. En su consulta son frecuentes los pacientes preocupados por este tipo de contracciones, a menudo sin saber si se trata de algo pasajero o el inicio de una patología.

Múltiples causas

“Lo primero que hay que advertir es que la palabra tics facial no es un término técnico específico, sino que engloba a la mayor parte de los movimientos involuntarios de la cara”, subraya el especialista.

Sin embargo, existen dos grandes grupos de alteraciones, bien diferenciadas:

  • Un grupo relacionado con el sistema nervioso periférico, por alteraciones en las neuronas que forma los nervios y que se relaciona con los que llamados trastornos de hiperactividad motora continua o casi continua, y que a veces se asocian más a la palabra espasmo. Suelen ser más sencillos.
  • Otro grupo de movimientos, cuyo origen está en el sistema nervioso central, en el control de la expresión mímica, donde lo alterado está en relación con mal regulaciones de circuitos centrales. Suelen ser más complejos.

Ambos grupos de trastornos sin embargo comparten su banalidad y su influencia por el nivel de ansiedad. “Es por eso, por lo que los tratamos aquí conjuntamente, aunque en realidad se trata de procesos completamente diferentes a nivel neurológico”, explica el Dr. Fernández.

Los tics faciales pueden manifestarse en cualquier grupo muscular de la cara: el más frecuente es el parpadeo repetitivo, seguido por movimientos en la comisura de los labios, contracciones en la frente o incluso movimientos del cuello. Se presentan más comúnmente en la infancia —especialmente en niños varones— y tienden a desaparecer con el tiempo, aunque también pueden desarrollarse en la edad adulta por causas muy variadas.

 Dr. José Luis Fernández Plaza, especialista en neurofisiología clínica del Hospital Quirónsalud Sur
Dr. José Luis Fernández Plaza, especialista en neurofisiología clínica del Hospital Quirónsalud SurQuirónsalud

Una de las características principales de los tics es su naturaleza intermitente: “aparecen de forma repentina, a menudo aumentan con el estrés, la ansiedad o el cansancio, y disminuyen o incluso desaparecen durante el sueño. Además, la persona que los padece suele tener una percepción clara de su existencia y, en muchos casos, puede suprimirlos voluntariamente durante un corto periodo de tiempo, lo que los diferencia de otros trastornos del movimiento”.

Las causas pueden ser múltiples. En los niños, suelen relacionarse con una inmadurez del sistema nervioso central, y se resuelven sin necesidad de tratamiento. En adultos, sin embargo, pueden tener relación con situaciones de tensión emocional, fatiga, consumo de ciertos medicamentos o incluso alteraciones neurológicas como el síndrome de Tourette, aunque este último se presenta en un porcentaje muy reducido de los casos.

Diagnóstico y tratamiento

“El diagnóstico”, explica el Dr. Fernández, “suele comenzar con una anamnesis detallada, en la que se analiza la duración, frecuencia e intensidad de los tics, así como los posibles desencadenantes y el impacto en la vida diaria. En muchos casos, no se requiere ninguna prueba adicional, pero si hay sospecha de una causa orgánica o los tics se acompañan de otros síntomas neurológicos, puede recurrirse a estudios como la electromiografía, la resonancia magnética o los potenciales evocados”.

En cuanto al tratamiento, la mayoría de los tics no requieren intervención médica. El enfoque inicial suele ser tranquilizador: explicar al paciente la benignidad del cuadro y observar su evolución. “En los casos en los que el tic interfiere con la vida cotidiana o genera malestar, pueden utilizarse técnicas de reeducación neuromuscular, terapia psicológica, técnicas de relajación e incluso tratamiento farmacológico, dependiendo de la causa subyacente”, aclara el especialista.

En cualquier caso, los especialistas insisten en que no debe banalizarse el impacto emocional de estos movimientos involuntarios, especialmente cuando se cronifican. En niños, pueden afectar a su autoestima o generar rechazo social; en adultos, pueden ser motivo de inseguridad o generar ansiedad, lo que a su vez puede aumentar la frecuencia del tic en un círculo difícil de romper.

Reconocer un tic facial y comprender sus mecanismos es el primer paso para manejarlo adecuadamente. Aunque en la mayoría de los casos se trate de una alteración menor, consultar con un especialista en neurofisiología clínica puede ayudar a descartar causas más graves y ofrecer herramientas para mejorar la calidad de vida del paciente.