
Hogar
El truco definitivo para que tus plantas sobrevivan al calor de la calefacción este invierno
Asemejar el calor de la luz solar con el de la calefacción es el primero de los errores

Con la llegada del frío, la calefacción se convierte en nuestra mejor aliada. Sin embargo, en cuanto la encendemos, nuestras plantas empiezan a cambiar de color, secándose o muriéndose en el peor de los casos. Sin embargo, a pesar de lo que muchos creen, es compatible tener tu casa caliente y unas plantas de lo más bonitas, pero tiene truco y pocos lo conocen.
Comparar el calor de la luz solar con el de la calefacción es el primero de los errores. El aire cálido y seco de los radiadores absorbe la humedad de las hojas, secando la tierra más rápido.
Un "reset" antes de la temporada fría: indispensable
Para evitar que tus macetas acaben luciendo hojas quebradizas o marrones, los expertos recomiendan preparar tus plantas antes de que arranque la calefacción. Entre los pasos esenciales:
Alejar las macetas al menos medio metro de los radiadores o rejillas de calefacción.
Agrupar las plantas juntas para crear un microclima más húmedo, o colocar cuencos con agua cerca de ellas para mantener la humedad ambiental.
Cambiar la tierra si está agotada, limpiar el polvo de las hojas y recortar las hojas amarillentas o dañadas.
Regar con moderación, dado que en invierno muchas plantas reducen su ritmo de crecimiento, por lo que necesitan menos agua.
Asegurar buena luz natural, pero indirecta: suficiente iluminación sin exponer las plantas a calor o sol directo.
Este “ritual de otoño” permite que las plantas se adapten gradualmente al ambiente más seco y cálido, reduciendo el riesgo de deshidratación y estrés.
Las plantas que sobreviven al invierno con salud
Quienes aplican estos cuidados antes y durante la temporada de calefacción observan mejoras reales: hojas más verdes, sin bordes secos ni amarillentos; mayor vitalidad general y menos riesgos de daños.
En cambio, las plantas abandonadas a cambios bruscos, mucho calor directo, tierra reseca, aire seco, suelen mostrar signos claros de estrés: hojas quebradas, caída prematura, pérdida de brillo… síntomas de un ambiente hostil.
Cuidar con cabeza
La clave no está solo en regar más, sino en adaptar el entorno: humedad, luz, temperatura y ubicación influyen tanto como el agua. Un simple cambio de sitio o añadir agua a la atmósfera puede marcar la diferencia entre un salón seco y plantas sanas.
Así que antes de encender los radiadores, vale la pena dedicar unos minutos a “preparar la jungla doméstica” para que sobreviva al invierno con vigor.
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