Andalucía

Turismofobia: ¿Renunciar a 9.000 millones de euros?

Son los ingresos estimados que generó el turismo el pasado junio: 1.100 millones más respecto al mismo mes del año anterior. Pero no todo es tan positivo: alquileres desorbitados, sobreocupación, actitudes incívicas...

Turismofobia: ¿Renunciar a 9.000 millones de euros?
Turismofobia: ¿Renunciar a 9.000 millones de euros?larazon

Son los ingresos estimados que generó el turismo el pasado junio: 1.100 millones más respecto al mismo mes del año anterior. Pero no todo es tan positivo: alquileres desorbitados, sobreocupación, actitudes incívicas...

¿Quién iba a pensar que décadas después de anuncios tan míticos como «Spain is different» o «España es simpatía. Sea amable con los turistas» íbamos a pasar a la turismofobia. Detrás está el encarecimiento de la vivienda, la sustitución de las tiendas de barrio por otras para turistas, la sobreocupación del espacio público, las actitudes incívicas, y así podríamos seguir con un largo etcétera. Éstas son algunas de las consecuencias de un turismo de masas excesivamente concentrado. En el otro lado de la balanza, el aumento cada año de los ingresos. Sólo con las estimaciones para este año es muy probable que los datos que aporte Frontur el próximo 30 de julio sean aún mejores. Con respecto al mismo mes del año anterior, se espera un incremento de 900.000 turistas sólo en junio, lo que supondrían unos beneficios extra de algo más de 1.100 millones de euros, ya que se estiman unos ingresos de 9.020 millones. España gusta y mucho.

En 2016 se alcanzaron los 1.235 millones de turistas a nivel mundial. Y antes de 2050 se estima que esta cifra se triplicará. Hoy, este sector aporta alrededor del 10% al PIB mundial, más de 7.000 millones de euros y 248 millones de puestos de trabajo (uno de cada 11 empleos en el mundo). En el caso de nuestro país, este sector representa el 11,2% del PIB nacional. España ha pasado en sólo dos años, de los 65 millones de turistas en 2014 a 75,3 millones en 2016 y se estima que llegará a recibir 80 millones, según el «Informe de Sostenibilidad 2017», de la Fundación Alternativas.

Unas cifras que hablan por sí solas, pero que no reflejan el problema de la masificación. Porque, aunque desde los 90, el turismo español se ha embarcado hacia la sustitución del modelo tradicional del turismo de masas hacia otro más diversificado, lo cierto es que no ha tenido éxito. Según Nexotur, plataforma de Información Turística, una de las asignaturas pendientes es corregir la concentración del turismo internacional en seis regiones, de las cuales cinco están ligadas al «sol y playa» característico. Son: Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid. Acaparan más del 90% de las llegadas.

El turismo sostenible es una necesidad urgente porque ningún destinto turístico quiere sufrir el «Síndrome de Venecia», un documental que narra la historia del turismo depredador que sufre la ciudad italiana. En la ciudad italiana la consecuencia del «overbooking turístico» está detrás del éxodo de población. Si a mediados del siglo XX Venecia tenía 175.000 residentes, en la actualidad se ha reducido a 50.000. A ello se suma el problema que también sufre Barcelona: los cruceros. De ahí que han surgido en la ciudad movimientos como «No Grandi Navi» que denuncia la contaminación que causan los barcos, y los daños que provocan en los edificios los más de 1.000 cruceros que llegan al año a Venecia. En la Ciudad Condal, las asociaciones vecinales hacen cada día un gráfico explicando la situación de colapso de la ciudad, en función de la cantidad de cruceros amarrados. Un barco de crucero medio genera 3,5 kilos de residuos por pasajero y tripulante cada día. ¿Qué hacer para evitar las hordas de visitantes devoren la supervivencia de este sector?

En otras ciudades donde se convive con este problema durante todo el año ya han ideado alguna medida para intentar acotar el exceso de turistas. En Ámsterdam el Ayuntamiento limitó por ley a 60 el número de noches que los particulares pueden alquilar su vivienda desde plataformas como Airbnb. Y ya se baraja la opción de reducir esta cifra a 40. El Ministerio de Hacienda español ya trabaja en un Real Decreto que regule el alquiler con fines turísticos.

Barcelona es una de las pocas ciudades en el mundo donde el odio al turista ha empezado a crecer considerablemente. Es la ciudad más visitada de España y la que más turismo extranjero atrae. ¿Por qué? «Aporta la combinación perfecta de gastronomía, cultura y playa. A la que en los últimos años se suma la de las compras», explica a LA RAZÓN Joan Coll, vicepresidente de la Asociación de Guías de Turismo Habilitados por la Generalitat. Son conscientes del exceso de turistas en los barrios más emblemáticos. Por eso, «llevamos un año hablando con el Ayuntamiento para proteger el diamante en bruto que es el turismo. Hemos propuesto poner un máximo de turistas por grupo de unos 30 y que no se permita utilizar el megáfono para evitar la contaminación acústica», explica Coll. Y es que los cruceros son uno de los principales usuarios de sus servicios. «Bajan de golpe y llenan autobúses de 60 plazas. Son demasiadas personas. Y, como es lógico, con tu voz no es suficiente, necesitas un altavoz». Coll afirma que «por el momento ningún turista se ha quejado por sentirse incómodo, pero nosotros sí percibimos miradas o algún comentario molesto». A Coll le han llegado a tirar agua desde un balcón mientras explicaba la ciudad. Eso sí, «no sé si fue por ir con turistas o porque habían bebido demasiado».

En Baleares, el Parlamento aprobó el pasado 18 la modificación de la ley de turismo de las islas, que fija un límite máximo de plazas y que regula el alquiler turístico. Pero, ¿mejorará la situación? Desde la Plataforma de Afectados por los Alquileres en Ibiza, su portavoz Luis Gonzaga, explica que «la norma anterior estaba bien hecha. El problema es que no se ponía a gente para hacer inspecciones. Ahora, lo mismo. Y ha quedado peor porque permite el alquiler turístico en cualquier piso, tenga o no licencia turística y esté o no en un bloque residencial. Así que lo empeora». La soluciones pasan por «control y sanción. En el último año y medio no nos consta que se haya interpuesto ninguna sanción en la isla por alquiler ilegal a turistas». Algo esencial para evitar que el precio de los pisos sigan subiendo como la espuma. Bien lo sabe Gonzaga. Él llegó hace nueve años. Por aquel entonces «un piso de tres habitaciones costaba entre 800 y 1.000 euros. Hoy, entre 1.800 y 2.000».

Se está generando un problema de vivienda desolador. «Desde la plataforma hemos atendido a 10 familias este invierno. A eso hay que añadir que cada vez viene menos gente a trabajar por el problema de los precios de los alquileres», dice Gonzaga. En algunos barrios de Madrid el problema de los alquileres no ha llegado hasta ese punto, pero el turismo de terraza también afecta. «Cada vez vienen más a celebrar las despedidas de soltero. Se creen que esto es Magaluf, pero sin piscina ni playa», denuncia Íñigo Gaya, portavoz de la Asociacion de Vecinos de Cavas.

A favor

A nivel empresarial el turismo es el motor económico de cualquier país y eso es una cuestión a tener en cuenta. A veces, la llamada turismofobia surge a raíz de la masificación que se produce en los destinos turísticos. El turismo tiene muchos beneficios para una ciudad, desde la creación de puestos de trabajo, hasta beneficios económicos para los pequeños y grandes comercios. En resumidas cuentas, genera riqueza. El turismo también beneficia a colectivos como los taxistas o a empresas de transporte privado. Incluso para los sectores textiles, que ven incrementadas sus ventas en esta etapa vacacional donde el turismo se dispara.

La turismofobia puede ser comprensible por los casos que estamos viviendo de turistas que se acaban alojando en viviendas particulares sin ningún tipo de regulación. En este sentido, es entendible que los vecinos de la zona estén molestos.

Soy partidario del turismo, pero del turismo bueno y sano. Sobre Magaluf hay muchos tópicos que dan una mala imagen a la zona y que dejan ver algo que no es, quitando la fisionomía de un lugar precioso como es éste. Buscamos un turismo joven, responsable y sano, que les guste las actividades náuticas, que disfruten de la música y de un lugar tan impresionante como es éste, con playas de bandera azul, comercios y complejos hoteleros de reconocida calidad.

A base de medidas, reglas y ordenanzas cívicas podremos lograr un turismo 100% sano, cívico y responsable. Sebastián Darder, Presidente de los Complejos Hoteleros de Magaluf

En contra

La turismofobia es uno de los términos que la industria del turismo ha creado para descalificar toda la problemática surgida alrededor suya. El turismo masificado está dejando varias cuestiones discutibles. La primera de ellas es el impacto sobre las viviendas, lo que deja más residentes temporales que fijos. El derecho de la vivienda es uno de los que estamos pasando por alto con la llegada del turismo masificado. Además, ahora los complejos hoteleros están construyendo sobre suelo residencial, generando así barrios periféricos.

La saturación de turistas provoca que los vecinos propios de la zona de Las Ramblas, lugar turístico por excelencia, dejen de frecuentar el lugar. Es cierto que el turismo crea puestos de trabajo, pero son ocupaciones precarias en la mayoría de los casos. Se está vendiendo el patrimonio de una ciudad que finalmente acaba en las cuentas corrientes de la industria del turismo. La opinión pública ha verificado todo esto. Barcelona, al tener playa, genera un gran atractivo para el turismo joven. Es aquí cuando comienzan los conflictos de convivencia con los vecinos de la zona, ya que se hace incompatible el estilo de vida de estos jóvenes con el descanso o la movilidad vecinal. Por no hablar de la sobreocupación del transporte, que genera atascos de viajeros en los accesos, contaminación y colapsos. Hace dos años los colectivos comenzaron a organizarse para lograr un turismo sostenible, social y medioambiental. Si la ciudad gana, ganamos todos.Joan Balañach, Responsable de Turismo y Vivienda de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB)