Nazismo

Un historial de médicos

La Razón
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La Ley para la Prevención de Descendencia con Enfermedades Genéticas (1933) en la Alemania nacionalsocialista se aplicó a dementes, epilépticos, ciegos, sordos, deformes y alcohólicos. A esto se añadió la Ley de Protección de la Sangre (1935), que consideraba a los judíos, gitanos, negros y eslavos como infrahumanos, lo que abrió el campo a todo tipo de experimentación eugenésica. La eugenesia era corriente al principio del siglo XX en países como Suecia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. El propósito era aplicar la ciencia para mejorar con rapidez la raza, descartando genéticamente las enfermedades y los «defectos», tal y como se hacía con los animales. Los experimentos se llevaron a cabo en centros de investigación y en campos de concentración. Acabada la guerra, en Núremberg se juzgó a 23 médicos eugenistas por crímenes contra la Humanidad por sus investigaciones en alemanes y prisioneros. Los acusados pertenecían a las SS, al igual que el huido doctor Josef Mengele, el más conocido.

Karl Brandt, médico personal de Hitler, fue uno de los juzgados. Practicó abortos a mujeres «inferiores», dirigió el programa de eutanasia, e investigó los efectos de la malaria, el tifus y la ictericia entre los grupos señalados por las leyes. Viktor Brack fue quien organizó el programa de eutanasia Aktion T4 para discapacitados, personas con males hereditarios y otros «inútiles», y uno de los promotores de la Solución Final. Wolfram von Sievers, otro de los médicos, realizaba sus experimentos con prisioneros en el campo de Struthof-Natzweiler (Alsacia). Allí funcionó la SS-Ahnenerbe, una entidad dedicada a investigar la «raza indogermánica». Enviaban personas al Instituto Anatómico de Estrasburgo para la experimentación sobre la resistencia a la altitud y la congelación, entre otras cosas. Ese centro estuvo dirigido por August Hirt, quien reunió una «colección» de 86 esqueletos y restos humanos en alcohol para que en el futuro se supiera cómo era la raza judía exterminada.

Hirt escapó de los aliados, no así los anteriores, que fueron ahorcados en 1948 junto a otros médicos criminales como Hoven, Mrugowsky, Gebhardt y Rudolf Brandt. Seis de ellos fueron absueltos y nueve condenados a distintas penas de prisión.