Islas Canarias

Un proxeneta rumano controlaba con «webcam» prostíbulos de tres países

La Policía Nacional ha desarticulado una red de proxenetas rumanos cuyo cabecilla controlaba con 'webcams' los prostíbulos que tenía España, Alemania y Suiza.

La Policía Nacional ha desarticulado una red de proxenetas rumanos cuyo cabecilla controlaba con 'webcams' los prostíbulos que tenía España, Alemania y Suiza.

Como miembros de esta red han sido detenidas 16 personas, aunque no el cabecilla de la banda, que cambiaba permanentemente de residencia y contra el que se ha dictado una orden europea de detención y entrega.

Según informó la Policía, esta operación se ha llevado a cano en el marco del plan que está en marcha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Los ciudadanos pueden denunciar tramas de este tipo en el teléfono 900-10-50-90 y el correo 'trata@policia.es'.

Respecto a trama formada por los 16 detenidos (14 rumanos y dos españoles), el cabecilla de la red controlaba, a tiempo real y a través de webcam, los prostíbulos que tenía en las Islas Canarias, Baleares y el Levante español, así como en diversas ciudades de Alemania y Suiza.

Dos denuncias

Las investigaciones comenzaron en octubre del año pasado, cuando la comisaría de Policía de Arrecife recibió una denuncia presentada por dos mujeres rumanas, que aseguraban ser víctimas de una organización criminal que se dedicaba a explotarlas sexualmente en la Isla de Lanzarote. El trabajo de los agentes permitió descubrir la existencia de un grupo perfectamente organizado y estructurado, cuyo cabecilla, con el fin de evitar ser detectado por la Policía, trasladaba su residencia periódicamente por distintas ciudades de Rumanía, Suiza y Alemania.

Además viajaba de forma esporádica a la isla de Lanzarote, donde los miembros de la trama le rendían cuentas de los beneficios obtenidos. El control que ejercía, tanto sobre las chicas como sobre el conjunto de los miembros de la organización, era absoluto.

Diariamente era informado de cualquier incidencia ocurrida en los clubes y, además, tenía instalado un sofisticado sistema de webcam a través del cual observaba en todo momento y en tiempo real lo que ocurría en sus negocios.

Sin medios económicos

Algunos miembros del grupo se encargaban de captar a las mujeres en su país de origen, Rumania, concretamente en Braila o en Moldavia. Se aprovechaba del estado de necesidad en el que se encontraban estas mujeres, ya que procedían de los estratos sociales más pobres y desfavorecidos.

Una vez seleccionadas las víctimas, les ofrecían puestos de trabajo bien remunerados en España, como camareras o limpiadoras o les proponían trabajar como señoritas de compañía en bares en los que tendrían que alternar con los clientes, siendo decisión suya si mantener o no relaciones sexuales con los mismos, en cuyo caso, se quedarían con la totalidad del dinero obtenido por esos servicios.

A continuación eran traídas hasta España, donde en un primer momento eran alojadas en pisos de la propia organización, en la zona levantina. En este momento es cuando las chicas tenían conocimiento de que en realidad iban a trabajar ejerciendo la prostitución en diversos clubes de alterne controlados por la trama, repartidos por las Islas Canarias, Baleares y todo el Levante peninsular.

Palizas periódicas

Los miembros de la organización explicaban a las víctimas la deuda que habían contraído con la organización por los gastos de viaje, manutención y alojamiento y que tendrían que trabajar para ellos hasta saldar dicha deuda por completo. En caso de que alguna chica se negara

a obedecer las órdenes de la organización, sus captores no dudaban en utilizar cualquier método violento para doblegar su voluntad. Periódicamente, las castigaban golpeándolas repetidamente en la zona lumbar causándoles lesiones graves.

Asimismo, el grupo organizado se encargaba de suministrar sustancias estupefacientes en el interior de los clubes de alterne, además de proporcionárselo a víctimas explotadas, para de este modo crear adicción y hacerlas más dependientes. Las investigaciones policiales permitieron averiguar que el grupo criminal no sólo actuaba en España, sino que sus ramificaciones se extendían hasta otros países europeos, como Suiza y Alemania, en los que controlaban otros clubes de alterne con los que intercambiaba a las mujeres, con el fin de ofertar novedades a los clientes continuamente.