Terremoto

A 50 kilómetros de una tragedia

El epicentro del terremoto de 6,3 grados que sacudió ayer Melilla se encontraba a unos 100 km.

Un grupo de personas en la calle esta madrugada tras el terremoto de 6.3 grados registrado hoy en el Mar de Alborán que se ha percibido con mayor intensidad en Melilla
Un grupo de personas en la calle esta madrugada tras el terremoto de 6.3 grados registrado hoy en el Mar de Alborán que se ha percibido con mayor intensidad en Melillalarazon

El epicentro del terremoto de 6,3 grados que sacudió ayer Melilla se encontraba a unos 100 km. A la mitad de distancia, los daños podrían haber sido muchísimo más graves. Una treintena de personas resultaron heridas.

Fueron apenas unos instantes, pero lo suficientemente intensos, equivalentes a la explosión de más de 20.000 toneladas de TNT, como para provocar el pánico. En torno a las 5:22 horas de ayer, la ciudad de Melilla tembló tras sentir un terremoto de 6,3 grados de magnitud, cuyo epicentro tuvo su origen en una falla del mar de Alborán. Desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN) señalaron que los mayores temblores se sintieron en la ciudad autónoma sólo durante 20 segundos, pero fueron suficientes para que alrededor de 30 personas resultaran heridas leves –traumatismos, cortes, ataques de ansiedad y otras lesiones– que finalmente fueron dadas de alta. Los escasos daños materiales parecen haberse reducido a grietas y a leves desprendimientos y, por precaución, los centros escolares han permanecido cerrados. La localidad marroquí de Alhucemas también se ha visto afectada. De hecho, un menor falleció tras sufrir un ataque cardiaco motivado por el pánico. Sin embargo, aunque en menor medida, los temblores se han notado también en el sur de la Península: Málaga, Granada, Sevilla y Jaén. Así, es terremoto más intenso –que no el más grave– vivido en nuestro país desde 2009.

El recuerdo del último terremoto que causó víctimas mortales en nuestro país, el registrado en Lorca (Murcia) en mayo de 2011 –en su caso, por la falla de Alhama–, provocó nueve muertes a pesar de que alcanzó sólo los 5,1 grados de magnitud. Y es que, a la hora de evaluar un seísmo, la escala de Richter no es necesariamente lo más importante; también hay que tener en cuenta la distancia de la población respecto al epicentro. Como explica Emilio Carreño, director del IGN, el de ayer se produjo a unos 100 kilómetros de Melilla. Pero de haberse producido a 50, ya hablaríamos de «daños estructurales» importantes. «A 10 kilómetros, hubiera sido terrible», explica. Con todo, debido a los registros históricos de actividad sísmica en Melilla, es previsible que «siempre vayamos a estar a una distancia de 100 kilómetros». Precisamente, Carreño recuerda que Alhucemas experimentó en 2004 un seísmo cercano que ocasionó entre 500 y 600 muertos. Ayer, la distancia del epicentro fue de 62 kilómetros. Hace 12 años, su magnitud fue la misma que la del registrado ayer: 6,3 grados.

Aunque no es posible predecir un terremoto, lo cierto es que se conoce sobradamente la potente actividad sísmica de la zona del mar del Alborán, cuya influencia, como se vio ayer, puede notarse también en la Península. Como recordó el grupo de Geofísica Aplicada de la Universidad de Almería, se trata de la «zona con mayor actividad sísmica» en nuestro país, algo que revelan también los registros históricos del IGN. Desde el pasado 12 de diciembre, se registraron un total de 127 terremotos. Los expertos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) explicaron que el Mar de Alborán constituye una cuenca neógena de gran tamaño situada entre la Cordillera Bética y la Cordillera Rifeña. Ambas cordilleras, conectadas en el Estrecho de Gibraltar, se han formado por la actividad de diversas estructuras geológicas que limitan dos placas tectónicas, las placas Euroasiática y Africana.

Sin ir más lejos, el pasado jueves se registró en la zona un seísmo de 5,1. Hasta las 16:40 horas, se registraron al menos 50 réplicas. Las más fuertes fueron de 4,6 a las 6:54 y a las 7:10 horas. «Es probable que se sigan experimentando temblores durante un par de días. En algunos casos podrían alcanzar los cuatro grados», señala Carreño.

Juan Tomás Vázquez, geólogo del grupo de Geociencias Marinas del Instituto Español de Oceanografía, explica que en esa área convergen la placa euroasiática, al norte, y la africana, al sur. Entre las dos se encontraría una más pequeña, la de Alborán. Al moverse las dos grandes placas, esta otra «se pliega entre las dos y se comprime». Eso da pie a que se creen nuevas estructuras, la falla «despierte» y cause una liberación de energía como la experimentada ayer. «En la zona hay una decena de fallas activas, aunque algunas se ramifican», añade el experto. La que causó el seísmo podría tener en torno a unos 80 kilómetros de longitud y encontrarse a unos 10 kilómetros de profundidad.

Aparte de las réplicas que se esperan para los próximos días, ¿podría producirse un seísmo similar o incluso de mayor magnitud? Luis Suárez, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), opina que «lo más fácil es que un terremoto inferior a 7 se vuelva a repetir, aunque no sabemos cuándo, si dentro de cinco, diez o 15 años. Hablamos de una zona de límite de placas, una zona de subducción en la que están chocando». Y, concretamente, la placa de Alborán «está liberando energía lentamente». Con todo, a corto plazo, «no sería normal que se produjera un terremoto más fuerte».

Suárez cree que sucesos como éste son los idóneos para «actualizar la normativa sismorresistente». Y es que el Colegio puso sobre la mesa una serie de medidas que pondrían al día las aprobadas en 2002. «Se debe introducir la paleosismicidad. Por ejemplo, a la hora de construir, deberían adoptarse medidas de edificación para evitar el colapso de los edificios. Daños va a haber siempre, pero el objetivo fundamental es evitar los daños estructurales con una cimentación mucho más resistente». Con todo, no alberga grandes esperanzas de que se pueda producir esa mejora: «Una cosa es el tiempo geológico y otra el tiempo político. Y en este caso, cuatro años es una eternidad».