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Una cuestión de Estado

La Razón
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Todos los expertos anunciaban hace tiempo que España debía afrontar uno de sus mayores riesgos: la gravísima crisis demográfica y la ausencia de políticas de apoyo a las familias. Mientras los demás países europeos desarrollaban medidas para evitar la penalización social y económica de las familias con más miembros, en España la familia era la gran ignorada en las políticas públicas. Mientras en Europa esas medidas nacían con gran consenso social, como políticas de Estado estables, pues se trata del futuro del país, en España las familias numerosas iban siendo cada vez más castigadas, sobre todo en los impuestos y en los consumos básicos del hogar. En cuestión de políticas familiares se cumple con cruel verdad lo de que «Spain is different». Si algo nos ha caracterizado es precisamente la ausencia y el desinterés por las políticas familiares, quizá porque sus resultados son siempre a medio y largo plazo y nunca pueden ser exhibidos antes de cuatro años, es decir, antes de las próximas elecciones. Sobre este panorama llega la terrible crisis económica que nos azota. Y las familias demuestran que siguen siendo la primera ONG, esa red fuerte y amplia de solidaridad social, pero cada vez más rota y abandonada. Las familias numerosas, las que garantizan el relevo generacional y el mantenimiento de nuestro sistema de bienestar, no pueden ser maltratadas por más tiempo. Un país en el que un 40% de las familias con más hijos están a un paso de la exclusión social, como acaba de denunciar Cáritas, es un país sin esperanza. No podemos seguir cerrando los ojos y hacer como si el problema no existiera. Si queremos trabajar por el futuro, no encontraremos inversión más rentable que apoyar y fortalecer a nuestras familias. Esa sí es una cuestión de Estado que no puede esperar más.