Sucesos

Una empresa vende cadáveres en secreto para pruebas militares con explosivos

El FBI cerró la instalación en 2014 después de descubrir 10 toneladas de cuerpos desmembrados, neveras con genitales y cabezas infectadas

Imagen del Centro de Recursos Biológicos de Arizona
Imagen del Centro de Recursos Biológicos de Arizonalarazon

El Centro de Recursos Biológicos (BRC) de Arizona era un centro de donación de cadáveres que supuestamente los tenía que destinar a la investigación médica.

El Centro de Recursos Biológicos (BRC) de Arizona era un centro de donación de cadáveres que supuestamente los tenía que destinar a la investigación médica. Sin embargo, el FBI lo clausuró el 2014 por sus actividades ilícitas. La empresa adquiría los cuerpos mediante «declaraciones falsas». Los donantes pensaban que los cuerpos de sus familiares se utilizarían para buscar la forma de acabar con enfermedades como el cáncer o la leucemia, pero en realidad no era así. BRC hacía negocio con ellos y vendió al menos 23 de ellos al ejército estadounidense, para que pudieran realizar pruebas con explosivos.

Durante el juicio que acaba de comenzar, se acusa a la compañía de engañar a las familias sobre cómo se usarían los restos de sus seres queridos en al menos dos casos.

La demanda también alega que las familias de los donantes a quienes se les prometió los restos incinerados de sus familiares, se les entregaron cajas con lo que creían que eran sus seres queridos, pero en realidad no era así porque posteriormente se descubrió que los cuerpos habían sido vendidos a terceros o aún estaban en las instalaciones.

Durante la primera sesión del juicio, celebrada el pasado lunes, se recordó cómo fue la redada del FBI en 2014, en el que los agentes se encontraron una auténtica casa de los horrores: una mesa repleta de piernas humanas cortadas, Cabezas infectadas, un cubo lleno de piernas, brazos y cabezas, una nevera llena de genitales masculinos y la cabeza de una mujer cosida al cuerpo de un hombre como si se tratara de «Frankenstein». En total, contabilizaron 1.755 partes de cuerpos en las instalaciones, con un peso de 10 toneladas.

Las compañías de donación de cadáveres distribuyen los restos humanos a universidades, fabricantes de dispositivos médicos y compañías farmacéuticas. Estas compañías pagan los gastos asociados y usan los cuerpos para educación médica e investigación, y las familias pueden así evitar los costes del entierro o la cremación.

Pero Jim Stauffer, uno de los demandantes, dijo que se sintió "tonto"después de donar el cuerpo de su madre. Más tarde se supo que el cadáver de 74 años fue entregado al ejército de Estados Unidos, que lo ató a una silla y detonó con una bomba debajo. “No soy una persona confiada, pero en esta situación, no tienes idea de que algo así pueda ocurrir. Se aprovechan de esa confianza”, dijo Stauffer, quien agregó que había pedido explícitamente que los restos de su madre no se usaran de esta manera.

David TeSelle, en representación de las familias que presentaron la demanda, explicó al jurado que el centro les había prometido que los restos de sus familiares serían utilizados para investigación médica y que iban a ser tratados con respeto y dignidad. TeSelle aclaró que a las familias no se les dijo que los cuerpos serían cortados, vendidos a terceros con fines de lucro y utilizados de formas que no hubieran acordado. Mostró a los miembros del jurado la lista de precios de la empresa, señalando que un torso sin cabeza fue por 4.000 dólares (3.600 euros).

"Este es un caso de honestidad, dignidad y respeto debido a un ser querido", dijo el Sr. TeSelle.

Aunque la compañía negó las acusaciones, reconoció al declararse culpable en 2015 que su compañía había proporcionado a los vendedores tejido humano contaminado y usó las donaciones de manera contraria a los deseos de los donantes. En una carta al juez, el responsable de la compañía dijo que debería haber supervisado a sus empleados más de cerca y que podrían haber sido más transparentes sobre el proceso de donación en el folleto de su compañía.

El lunes, el abogado de BRC, Timothy O'Connor, dijo que los clientes habían firmado formularios de consentimiento que otorgaban permiso para diseccionar cuerpos donados, y que era legal que la instalación obtuviera ganancias. "Cada donante o un miembro de la familia firmó uno de estos formularios de consentimiento", dijo.

Mark Cwynar, un agente retirado del FBI, comparó la escena con Frankenstein de Mary Shelley: "Algunos compañeros se negaron a volver allí".