Inmigración ilegal

«Una familia no puede romperse por 30 euros»

«Una familia no puede romperse por 30 euros»
«Una familia no puede romperse por 30 euros»larazon

Un jubilado alemán pagará más de 2.000 euros a la familia del niño de la maleta para que no se vuelva a separar.

Dramas como el protagonizado por el pequeño Adou se suceden casi a diario. Sin embargo, su caso estuvo acompañado de una imagen que permanecía indeleble en la memoria días después de verla: la de su cuerpo incrustado en una maleta, intentando entrar de forma clandestina en nuestro país por la frontera de Ceuta. La fotografía removió conciencias no sólo en nuestro país; también a 8.000 kilómetros de distancia. Eckard Zimmermann, un jubilado alemán residente en Managua (Nicaragua), se encontraba en su finca leyendo la edición digital de «Der Spiegel» cuando se topó con la noticia. Lo primero que vio fue la imagen. «La primera vez no conocía los detalles. Después, me enteré de la situación en la que se encontraba la familia, separada por no tener dinero suficiente. Fue un shock para mí», asegura por teléfono a LA RAZÓN. No lo pudo evitar: se puso en contacto con la Red Española de Inmigración, organización que se ha volcado con el problema de esta familia, para donar 2.400 euros... y lo que haga falta. «Si necesitan más, lo pagaré. Tengo dinero suficiente para vivir, recibo mi pensión de la Seguridad Social alemana. Mis hijos son ya mayores, han estudiado y trabajan», añade.

Los hechos se produjeron el 7 de mayo. Ali Ouattara, ciudadano marfileño, regularizado en España y vecino de Fuerteventura, vive en nuestro país con su mujer y una hija, estos con permiso por reagrupación familiar. Sin embargo, les faltaba un miembro de la familia, Adou, de 8 años. Ali trabaja en una lavandería y tiene una nómina de entre 1.250 y 1.300 euros. Sin embargo, para poder reagrupar a tres personas, necesita, por ley, cobrar 1.330. Según su versión, el padre viajó a Casablanca para recoger a Adou, acompañado hasta allí por un familiar, y pagó 5.000 euros a una organización –presuntamente criminal– para que consiguieran un visado. Le dijeron que Adou llegaría a Barajas. Y, de hecho, Ali le estuvo esperando allí hasta que le comunicaron un cambio de planes: una joven lo introduciría dentro de una maleta por la frontera de Ceuta. Ali se enfrenta ahora a un delito de tráfico de personas y el niño está custodiado por la Fiscalía ceutí, aunque en breve podrá regresar con su familia.

«Una familia no puede destruirse por 30 euros», afirma Zimmermann, marino y capitán de barcos mercantes originario de la ciudad de Essen y que vive en Managua desde mediados de los noventa. «Los detalles de la historia eran horribles. Es increíble que la ley permita estas excepciones. Y lo mismo podría ocurrir en Alemania», asegura. Este buen samaritano es especialmente sensible al drama de la pobreza y la inmigración. «En Nicaragua vive gente muy pobre... No puedo ayudar a todo el mundo, pero la gente que trabaja en mi finca lo hace en buenas condiciones», explica. Dice que no tiene interés en conocer a la familia Ouattara. «Lo más importante para mí es que reciban ayuda», y lo antes posible. La Red Española de Inmigración le informará de cómo hacer su donativo una vez se superen los trámites burocráticos.

Aparte de los 2.400 euros, a Zimmermann le gustaría pagar también la cantidad que Ali necesita para probar su solvencia. Una cifra que es revisada periódicamente. «En cuanto me den una cuenta, haré una transferencia desde Alemania», dice. Si puede ser, este mismo fin de semana. Pero, ¿y si, finalmente todo se soluciona? ¿Mantendrá la oferta? «Que nadie dude de que van a recibir mi ayuda», asegura tajante.