Lotería de Navidad
Opereta matinal de purpurina
Las restricciones en el Teatro Real dejaron fuera a muchos seguidores. Hasta una televisión japonesa siguió el sorteo
Este año, el «color» que siempre se crea en torno al sorteo de Navidad no ha sido obra del público que ilumina la sala con sus trajes pintorescos, los gorros navideños y la purpurina. El lugar elegido por la institución estatal superaba a todos estos «personajes». El Teatro Real ha optado por cambiar los decorados de Macbeth por la publicidad de Loterías del Estado. El tono cobre de los bombos restaba elegancia a los dorados y rojos de los palcos y de las butacas. Apenas sobresalían una decena de asistentes disfrazados. Eso sí, cada año alguno sorprende por su originalidad. Esta vez, Enrique se ha alzado con el primer puesto. Se hacía notar al entrar en la sala: «¿Cómo están ustedes?», gritaba minutos antes de que los bombos comenzaran a girar. «Me he vestido así en honor a Miliki», explicaba el payaso al que no le faltaba ni el detalle de la nariz roja. Por la sala también paseaban elfos, tres meninas, una bandera de España humana, numerosos sombreros de Papá Noel y los míticos señores «de las monedas». «No nos gusta que se haya optado por el Real; aquí no cabemos y muchas personas se han quedado en la calle». No le faltaba razón a Marcelo, el mayor de los tres.
Después de pasar gran parte de la noche rodeando el teatro, apenas habían accedido al interior 400 personas, de un aforo de unas 500 –contando sólo con el patio de butacas, que fue la zona habilitada–. En ocasiones anteriores acudían más de un millar.
Apenas pasaban seis minutos de las diez cuando Ismael y Sherley consiguieron la primera ovación y la más grande: anunciaron el Gordo. Mientras los periodistas esperábamos que algún asistente gritara de emoción al saberse ganador, un grupo de unas cinco personas sacaron sus camisetas reivindicativas. Eran trabajadores de Telemadrid que gritaban en contra del ERE que plantea la empresa. Varios agentes de seguridad –este año han contratado más que en pasadas ediciones– les forzaron a abandonar la sala. A ellos se sumarían, poco más tarde, algunos sanitarios que sacaron sus batas blancas para mostrar su descontento con el futuro de la Sanidad madrileña.
Tras los aplausos, los premios de mil euros se sucedían bajo la atenta mirada de un medio especialmente fascinado con el evento. Yana Gawa es el presentador del programa japonés «¡Vamos a reír juntos!»: «Hemos venido a hacer un programa especial de Navidad sobre Madrid y no podíamos dejar pasar la oportunidad de venir al sorteo», explicaba por medio de su traductora.
El tercero, varios quintos, un cuarto... Pasaban las cuatro horas de sorteo y los últimos premios no querían salir. A las 13:13, por fin, salía el último. Entonces, los elfos, meninas y el resto de seres fantásticos volvían a la realidad.
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