Cambios climáticos

Unas Navidades sin muñeco de nieve

Unas Navidades sin muñeco de nieve
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Un anticiclón que bloquea la entrada de borrascas deja temperaturas inusuales para las dos próximas semanas.

Los termómetros no aflojan. Al menos en comparación con lo que solían hacerlo otros años. Tan sólo un día después de que en París se llegara a un acuerdo para limitar el calentamiento del planeta, España encara una Navidad atípica. De acuerdo a la última predicción de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), emitida ayer, las temperaturas que se registrarán en el país durante las próximas dos semanas serán significativamente anómalas. Y es que con el comienzo del periodo navideño a la vuelta de la esquina, parece que los mercurios no respetarán el frío tradicional de diciembre. A lo largo de los próximos siete días, temperaturas diurnas de hasta 20 grados en Canarias y la mitad sur peninsular darán paso en el norte a registros más suaves aunque igualmente se espera que superen los 15 grados. Mientras tanto, durante la noche no se prevé un descenso generalizado inferior a los cero grados, por lo que la presencia de heladas queda descartada en un principio.

A todas luces, se trata de temperaturas inusuales para esta época del año. Atendiendo a esta predicción, habrá que esperar hasta la semana del 28 de diciembre para que el invierno atmósferico llame a la puerta, una semana después del inicio del invierno astronómico que marcan los calendarios. Será entonces cuando las condiciones atmosféricas se acercarán a las habituales de otros años.

Esta realidad fuera de la tónica decembrina viene explicada por la existencia de anticiclones en el suroeste de Europa, que hacen que los frentes que puedan llegar del océano Atlántico sean desplazados hacia el norte del continente. Sin embargo, la situación se encuentra agravada por el reforzamiento de estas zonas de altas presiones que dan lugar a lo que se conoce en términos meteorológicos como una situación de bloqueo que impide la entrada de frentes en el país. Consecuentemente, se genera un flujo sostenido del sur que hace llegar aire africano a España incidiendo en mayor grado sobre el archipiélago canario y las regiones meridionales.

Además, a las temperaturas más elevadas de lo normal se le suma la consiguiente escasez de lluvia por la prácticamente nula penetración de las borrascas, que también ha conllevado una disminución de los registros de lluvia del litoral cantábrico.

«No hemos tenido un otoño de precipitaciones sino todo lo contrario. Otros años han entrado más claramente los frentes por Galicia, pero este año sólo dejan escasas precipitaciones en el litoral occidental. Es raro que haya pasado en toda la Península y no habrá de que esto cambie de manera significativa», sostiene Ángel Alcázar, jefe del Área de Predicción de Aemet, con respecto a lo que se espera del resto del mes. «No hay previsión de que el anticiclón ceda», añade.

Sin embargo, no todo el sector especializado apuesta por fiarse ciegamente de unas predicciones tan dilatadas en el tiempo. «Las temperaturas máximas serán lo más reseñable de los próximos días. La predicción encaja con lo que estamos viendo últimamente, pero no hay una tendencia absoluta de que vaya a ser así. Todo lo que son pronósticos más allá de los seis días entran en el terreno de la incertidumbre», afirma José Miguel Viñas, meteorólogo consultor de la Organización Meteorológica Mundial.

Según Viñas, la actual anomalía climatológica sobre España puede guardar alguna relación con «El Niño». Dicho fenómeno, de carácter cíclico –suele darse cada tres o cinco años–, es propio de la zona tropical del Pacífico y supone un calentamiento acusado de las aguas de la superficie del océano que altera la circulación atmosférica debido al sobrecalentamiento del aire, llegando su influencia a América y Asia y condicionando patrones climatológicos de otras partes del planeta. «El Niño que tenemos este año es fuerte, y aunque es difícil de demostrar, al darse este año una situación anómala puede existir esta relación», puntualiza el meteorólogo.

Un año fuera de lo común

No obstante, esta tendencia de termómetros por encima de sus valores medios ha sido una constante o a lo largo de todo el año configurando un ejercicio cálido por excelencia. Junto al presente otoño, el calor que se vivió la pasada primavera y las fuertes y duraderas olas de calor que se sucedieron durante el verano apuntan a que el actual puede ser uno de los años más destacados en lo que a temperaturas se refiere. «Hasta que comience el nuevo año no se podrá certificar, pero casi seguro que este será el año más cálido o uno de los más cálidos a nivel nacional de toda la serie histórica», aventura Viñas.

De la misma forma, la escasez de lluvia y el calentamiento del aire ahondan aún más en el problema de la polución que reina sobre algunas urbes españolas. «En días de alta contaminación se genera una capa de inversión térmica de manera que la temperatura, en vez de disminuir con la altura, aumenta. Consecuentemente se produce un efecto tapadera que impide los movimientos naturales de la contaminación y ésta no se distribuye por toda la atmósfera», explica Alcázar.

Y aunque aparentemente pueda resultar sencillo vincular el actual tiempo de España con el cambio climático, puede tratarse de una cuestión puntual. «Si esto se repitiera al año que viene, sí sería un síntoma del cambio climático», apunta el responsable de AEMET, a quien le cuesta «recordar un año parecido» a un 2015 que promete quedar fijado en las estadísticas meteorológicas.