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Veto al cigarrillo electrónico
«Vapear» ya no se va a poder hacer en cualquier sitio, se va a restringir, como anunció ayer la ministra de Sanidad, Ana Mato. El auge del cigarrillo electrónico ha hecho que los gobiernos, aunque tarde, estén poniendo en marcha medidas para regular el uso de este producto que, a pesar de contar con el sello de certificación de garantía de la Unión Europea (CE), no se sabe muy bien cómo calificarlo. Mientras neumólogos y fabricantes aportan sus argumentos a favor y en contra, ayer Sanidad decidió tomar las primeras medidas que van en la misma línea de las ya planteadas por Cataluña y Andalucía: «En ningún caso se va a poder utilizar en zonas educativas e infantiles, administraciones públicas, zonas escolares, centros sanitarios, servicios de atención al ciudadano y transporte público», anunció ayer la ministra tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS). Éste es uno de los pocos puntos en los que las 17 comunidades autónomas están de acuerdo. Es más, la ministra también anunció que, «a partir de la próxima semana nos reuniremos con todos los grupos parlamentarios para preparar una regulación nacional» que establezca el marco regulatorio de estos pitillos digitales. Y fue más allá, dejó claro que su idea es igualar esta norma con la actual ley del tabaco que se logró con un amplio consenso parlamentario. PSOE, Izquierda Unida y CiU ya han mostrado su interés en normalizar la situación del e-cigarrillo. Es más, los socialistas presentaron hace sólo una semana un proposición no de ley para regular este producto y a una pregunta de la parlamentaria de CiU Lourdes Ciuró, el Ejecutivo respondió que estaba a favor de regular los cigarrillos electrónicos como tabaco, en la misma línea que hasta ayer había mostrado el Parlamento Europeo. «Ha imperado el sentido común y es bueno que la regulación se plantee en el Congreso», afirma Francisco Rodríguez-Lozano, presidente del Comité Nacional contra el Tabaquismo.
Como era de esperar, la Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico (ANCE) no ve con tan buenos ojos la iniciativa del Ministerio: «Es inaceptable la criminalización del cigarrillo electrónico y su equiparación arbitraria con el tabaco, porque simplemente no tienen nada que ver», apunta Manuel Muñoz, presidente de la sociedad, que sostiene que la medida no se ha consultado con el sector.
Ayer, tras varios meses de trabajo, el Parlamento Europeo también logró consensuar una postura en torno al «vapeo», aunque no convence a todos. Así, estos cigarrillos deberán estar regulados como productos médicos si se presentan evidencias científicas que demuestren sus propiedades curativas o preventivas. Si por lo contrario, el resultado de las investigaciones no refleja que puede ser un tratamiento para dejar de fumar, se podría regular como un producto más de tabaco. No obstante, para que pudieran incluirse dentro de este último apartado, no podrán contener una concentración mayor de 20mg/ml de nicotina. Otro de los puntos incluidos dentro de este acuerdo es el del uso de los cartuchos recargables que se ofrecen en muchas tiendas y que deberá contener la nicotina equivalente a un paquete de pitillos. A Rodríguez-Lozano no le gusta la decisión que se ha tomado en Bruselas porque «hay mucho ''lobby'' y varias empresas tabacaleras están detrás de esta decisión». Es más, el presidente del Comité contra el Tabaquismo asegura que «Altadis ya ha adquirido cuatro compañías que fabrican el cigarrillo electrónico». Entre los expertos surgen muchos puntos de discrepancia y en algunos países miembros de la UE, como Reino Unido, insisten en incluir el «vapeo» como terapia para dejar de fumar. Varias sociedades científicas inglesas lo apoyan y el Sistema Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) lo incluye dentro de su catálogo de terapias para abandonar la adicción a la nicotina. Rodríguez -Lozano insiste: «No hay evidencias científicas ni estudios serios que avalen esta afirmación». Es más, la agencia del medicamento estadounidense, la FDA, realizó un estudio en 2010 en el que participaron varias marcas de e-cigarrillo y en pocas de ellas se localizaron los productos que se indican en el etiquetado. Es más, en alguno de estos pitillos hallaron tres veces más nicotina de la que aseguraban contener.
No obstante, a pesar de que no se haya presentado ningún estudio que analice su repercusión en el organismo humano más allá de un año, firmas con cientos de tiendas distribuidas por toda España mantienen el mensaje de que «el cigarrillo electrónico podría evitar 45.000 muertes al año». Pedro Cátedra, presidente de la Asociación Nacional Española de Vapeadores, asegura que sus componentes «son inocuos: alcoholes estables usados ampliamente en alimentos, piensos, cosméticos y productos farmacéuticos, así como en numerosas aplicaciones industriales». Una conclusión con la que el Comité contra el Tabaquismo no está del todo de acuerdo porque, «aunque el riesgo de cáncer es muy reducido, puede producir enfermedades cardiovasculares». Aquí está el principal problema, ya que mientras que los neumólogos tienen claro que deben tomarse medidas de prevención, aunque no se conozca aún la repercusión del humo que expulsan los e-cigarrillos los fabricantes lo ven como una mordaza que les iguala con las marcas de tabaco, muchas de las cuales también tienen su propia línea de pitillo electrónico.
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