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Viaje al corazón de Marte

La NASA vuelve al planeta rojo con la misión InSight, que cuenta con tecnología española. Por primera vez se estudiará el interior de la corteza para saber cómo se formaron los planetas rocosos

Viaje al corazón de Marte
Viaje al corazón de Martelarazon

La NASA vuelve al planeta rojo con la misión InSight, que cuenta con tecnología española. Por primera vez se estudiará el interior de la corteza para saber cómo se formaron los planetas rocosos.

Exploración Interior mediante el uso de Investigaciones Sísmicas, Geodesia y Transporte Calórico. Parece una instrucción de mando a bordo del Enterprise, la mítica nave de la saga Star Trek, una línea de texto en el guion de una película sobre guerras galácticas. Pero es el nombre de la misión espacial que va a llamar más la atención durante los próximos meses, a partir de hoy tras partir hacia su destino a bordo de un cohete Atlas V. Por sus siglas en inglés la conocemos como misión InSight, y es nada menos que el regreso a Marte de la NASA, la vuelta americana al Planeta Rojo que tiene en su corazón algo de sangre española.

La primera fase, la del lanzamiento, se realizó con éxito hoy a las 04:05 hora local (11:05 GMT) desde el Space Launch Complex-3 en la Base Aérea Vandenberg en California, convirtiéndose así en la primera vez que se lanza una misión planetaria desde la costa oeste de Estados Unidos. y si todo sale bien llegará a su destino, la Elysium Planitia de Marte, algún día de noviembre de 2018. Una vez aterrizada (más bien amartizada) la sonda comenzará una apretada agenda de trabajo que durará un año marciano (728 días terrestres).

Marte ha sido, es, y será durante mucho tiempo, el gran objeto de deseo de la exploración espacial. Llevamos acercándonos al planeta vecino desde los años 60 de año pasado, cuando comenzaron a llegar las primeras naves capaces de sobrevolarlo, las Mariner estadounidenses. Desde entonces hemos lanzado docenas de sondas, orbitales o aterrizadoras, grandes y pequeñas, triunfantes y fracasadas, americanas, rusas, europeas, indias... ¿Qué tiene de especial esta nueva misión?

Desde el punto de vista científico, se trata de la primera vez que un objeto fabricado por el hombre será capaz de adentrarse en el interior de la corteza marciana. Nunca antes hemos podido echar un vistazo a lo que ocurre debajo de la superficie, en la corteza, el manto y quién sabe si el núcleo del planeta. Será una primera aproximación a sucesos geológicos aún poco conocidos que llevan produciéndose 4.500 millones de años.

No es que la nave vaya a horadar como un gusano el suelo del planeta rojo. Simplemente va a aprovecharse de una modalidad de estudios que llevamos haciendo en nuestra propia Tierra con gran éxito de hace siglos: la sismología. Analizar los movimientos sísmicos de ese mundo lejano (los que podríamos llamar «martemotos») es una fuente fantástica de información sobre la actividad interior, del mismo modo que las ondas sísmicas de la Tierra nos han servido para averiguar cómo es el interior profundo de nuestro planeta (incluso de qué está formado el núcleo terrestre) sin necesidad de haber viajado a las profundidades, algo que de momento solo le ha sido permitido a la imaginación de Julio Verne.

El objetivo de la misión InSight es muy fácil de definir en una sola frase, pero enormemente complejo de lograr: se quiere conocer cómo se formaron los planetas rocosos, qué evolución siguieron desde su nacimiento hace más de 4.000 millones de años y por qué hoy son tan diferentes. Se entiende por planetas rocosos a los cuatro mundos interiores del Sistema Solar: Mercurio, Venus, La Tierra y Marte que, a diferencia del resto de planetas que consisten en grandes bolas gaseosas, están formados como irregulares esferas de tierra firme. Eso es lo único que nos une. Porque es evidente que cada uno de esos planetas siguió un destino muy diferente. Unos, como la Tierra, se convirtieron en mundos dinámicos, con actividad tectónica poderosa, campos magnéticos protectores y vida. Otros, como Marte, dejaron de latir en algún momento y permanecen hoy como fósiles muertos de lo que pudo haber sido y no fue. ¿Por qué?

Los expertos creen que la respuesta a esta pregunta puede estar en la huella física y química atesorada en las capas internas de Marte. La idea no es novedosa, las misiones Viking ya portaban sismógrafos para tratar de hacer este tipo de análisis. Pero su eficacia fue muy reducida. Hoy la nueva misión cuenta con aparatos mucho más sofisticados que medirán las ondas sísmicas, la temperatura y otras variables con precisión suficiente como para arrojar pistas sobre la evolución geológica del suelo marciano y el devenir de su desaparecido campo magnético.

«Made in Spain»

Entre esos aparatos, se cuenta con tecnología española. Diseñado por el Centro de Astrobiología (CAB), el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el INTA y CRISA (Airbus Defence and Space), el experimento TWINS monitorizará, a través de sus sensores de temperatura y viento, las condiciones ambientales en la zona de aterrizaje de manera continua durante el tiempo que está previsto que dure la misión.

No solo eso, esta tecnología española será clave para el éxito del resto de experimentos. Dos de los laboratorios a bordo son de vital importancia. SEIS (Seismic Experiment for Interior Structure), ha sido construido por institucoones de Francia, Alemania, Suiza y el Reino Unido. Se encargará de medir los «martemotos» y los impactos de meteoritos en la superficie. HFP3 (Heat Flow and Physical Properties Package), construido por técnicos alemanes, medirá el calor que llega hasta la superficie desde el interior. En ambos casos, los instrumentos de medición han de ser depositados en el momento adecuado y en el lugar correcto a través de delicados brazos robóticos. Para ello es necesaria la ayuda del TWINS español, la herramienta capaz de analizar las condiciones ambientales y evitar que una meteología extrema arruine el proceso.

La aventura comienza mañana. Desde ese momento toda una cascada de circunstancias han de confabularse para que la misión sea un éxito. Lo primero, que el lanzamiento sea un éxito. La segunda fase, que el temido amartizaje ocurra sin accidentes en noviembre. A partir de ahí, la ciencia tiene la palabra. Estaremos, de nuevo, un poco más cerca de Marte.