
Opinión
Sobre la violencia vicaria
Las falsas denuncias deberían ser castigadas de forma más dura y contundente

En un anuncio a toda página del ministerio de igualdad se lee “Violencia vicaria. Aquella violencia que se ejerce sobre personas del entorno afectivo de la mujer para herirla”, y una, que es curiosa de la lengua, se pone a investigar y averigua que “es la violencia contra hijos u otros seres queridos para dañar a la pareja”. ¡Ojo, pareja!, no contra la mujer en exclusiva, sino también contra el hombre, pero el ministerio responsable de semejante discriminación no entiende de igualdad, aun siendo precisamente la igualdad la que consta en el enunciado de este inútil y costoso organismo. Cierto es que sobresalen más casos en el entorno femenino pero no deja de ser un hecho también que a ellos se les maltrata, se les presiona y se les denuncia monstruosamente de forma embustera y vil, de forma impune en la mayoría de los casos, y se les utiliza con fines que siempre benefician al lado presuntamente más débil, quedando el elemento masculino la mayor parte de las veces en desventaja y despojado de su honor, quedando en mínimos económicos para subsistir. Estos hechos que nunca se denuncian, salvo en contadas ocasiones, siendo como son altamente llamativos, generan más violencia y más odio, ocasionando situaciones violentas por la ira que desencadena la injusticia. Es muy bonito y buenista decir que se debe actuar con serenidad y responsabilidad para proteger sus derechos sin poner en riesgo a nadie; que se debe buscar asesoría legal profesional para comprender; que se recopilen pruebas relevantes, como mensajes, correos electrónicos, testigos o cualquier registro que ayude a aclarar la situación; que se evite el contacto directo con la persona denunciante, siguiendo estrictamente cualquier medida cautelar que exista, incluso si se considera injusta, para no generar nuevos conflictos; que se mantenga una conducta respetuosa y coopere con las autoridades, facilitando que el caso se analice con objetividad o que se apoye en sus relaciones de confianza —familiares, amigos o profesionales de la salud mental— para manejar el estrés emocional. Pero afrontar el proceso con transparencia y autocontrol, aun siendo clave para restablecer la verdad y la reputación, no está en el temple de todos los humanos. Las falsas denuncias deberían ser castigadas de forma más dura y contundente. Tanto como a los auténticos maltratadores.
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