Obra social
Voluntarios con discapacidad acompañan a personas mayores en soledad
«Yo también hago voluntariado» es uno de los programas seleccionados en la Convocatoria de Proyectos Sociales de Fundación La Caixa
Cada 15 días, Daniel García y Adrián Casado acuden el miércoles por la tarde a una residencia de personas mayores de Ávila para pasar un rato con Luciano y Luisa Durante dos horas, estos jóvenes, de 24 años ambos, comparten tiempo, charlas y entretenimiento con estas dos personas mayores, que no tienen apenas familia.
Hasta aquí, todo normal; podría tratarse de una de tantas otras experiencias de voluntariado, pero lo excepcional de este relato es que tanto Daniel como Adrián son personas con discapacidad intelectual que, en el marco del programa «Yo también hago voluntariado» de Respirávila, tienen la oportunidad de dedicar parte de su tiempo a acompañar a Luciano, de 90 años, y Luisa, de 70, para que puedan sobrellevar mejor la soledad y gozar de un mayor bienestar.
En definitiva, esta iniciativa, seleccionada en la Convocatoria de Proyectos Sociales de Castilla y León 2024 de Fundación La Caixa, propone «un cambio de mirada» para «pasar de ver a las personas con discapacidad intelectual como receptoras de ayuda» a reconocerlas como ciudadanos con capacidad de asistir a otros, tal y como apunta Elena Unquiles, coordinadora de ocio inclusivo de Respirávila, entidad que proporciona momentos de respiro y descanso a las familias
Al respecto, comenta que «ese cambio de mirada se da en las familias de los voluntarios, en la comunidad y en ellos mismos». «Como voluntarios, mejoran su autoestima, se sienten útiles y establecen relaciones con un grupo de pertenencia», añade, para a continuación constatar que, por su parte, las familias «ven a sus hijos más capaces, más responsables y autónomos».
Bajo el lema «Todas las personas tenemos algo valioso que aportar», el programa que Respirávila impulsó en 2024 lo conforman 16 voluntarios de edades comprendidas entre los 18 y los 40 años que no solo acompañan a las personas mayores en las residencias, sino que también tienen la posibilidad de participar en mercadillos solidarios, colaborar con bancos de alimentos, apoyar a protectoras de animales y brindar su ayuda a carreras benéficas y entidades deportivas.
El tema es buscar el voluntariado que más se ajuste a los intereses y el perfil de la persona que lo solicita. «Hacemos una entrevista de acogida donde vemos qué intereses y disponibilidad tienen y cuáles son sus motivaciones. Y después, ellos eligen la actividad», explica Unquiles, quien destaca que la iniciativa «ha salido tan bien que hay lista de espera».
En el caso de Adrián, la elección estaba clara. Él suele visitar los fines de semana a sus abuelos y disfruta compartiendo tiempo con ellos, ayudándoles en el huerto o paseando y conversando.
Y eso es precisamente lo que hace con Luisa, que tiene deterioro cognitivo y va en silla de ruedas por sus problemas de movilidad. Acompañarla. «Suelo ponerle una cazadora, le pinto los labios y nos vamos a dar un paseo, a comprar lotería o a tomar algo», comenta Adrían, quien señala que «a Luisa le gusta tomar una cervecita y a Yolanda, un refresco».
Y es que durante los encuentros, Adrián y Luisa, como todos los otros voluntarios, están acompañados por un asistente del programa, que en este caso es Yolanda, cuya función es clave. «Sostienen y apoyan», señala Unquiles, quien explica que «hay personas, por ejemplo, que tienen discapacidad visual y cuando hacen voluntariado necesitan más ayuda».
No es el caso de Daniel, que se maneja a la perfección con Luciano. Ambos comparten la pasión por el fútbol e incluso van al campo a ver algún partido.
Aunque trabaja de lunes a sábado en un supermercado y los fines de semana, en una empresa de jardinería, Daniel encuentra tiempo para hacer de voluntario, lo que le «sirve para desconectar del trabajo y tener otros amigos».
Autonomía y relaciones
Y es que, como indica Unquiles, el programa «Yo también hago voluntariado» es una iniciativa de la que se benefician las dos partes: los voluntarios con discapacidad y las personas mayores.
«Los voluntarios combaten la soledad de las personas mayores, pero hay muchas personas con discapacidad intelectual para las que estas actividades también son el mejor antídoto contra su soledad. Les cuesta participar socialmente, no saben cómo acceder y este voluntariado les da otras oportunidades», explica.
Además, el voluntariado da respuesta al «deseo de estos chicos de más independencia», asegura Uniquiles, quien recuerda que Adrián no salía solo por la ciudad y «desde hace un tiempo, va solo desde su casa a la residencia y ha demostrado a su familia y a sí mismo que es capaz».