La opinión de Antonio Pelayo

La vuelta del Papa

Dirigió ala Madonna su plegaria por las madres "que lloran a sus hijos asesinados por la guerra o el terrorismo" y por "todas las mujeres que han sufrido violencia y aquellas que aún son víctimas de ello"

Ciudad del Vaticano (Santa Sede)), 08/12/2023.- El Papa Francisco dirige la oración del Ángelus por el día de la Inmaculada Concepción desde la ventana de su oficina con vistas a la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, este viernes.-EFE/RICCARDO ANTIMIANI
El Papa Francisco dirige la oración del Ángelus en el día de la Inmaculada ConcepciónRICCARDO ANTIMIANIAgencia EFE

Desde el 6 de noviembre Jorge Mario Bergoglio ha sufrido diversos episodios de mala salud: una ligera gripe que derivó en bronquitis infecciosa con la consiguiente inflamación pulmonar. Tan delicada situación para una persona de 86 años obligó a los médicos a condicionar su actividad al aire libre: se suprimieron sus apariciones dominicales en la ventana del Palacio Apostólico para el rezo del Ángelus y las audiencias generales no se celebraron en la Plaza de San Pedro sino en el Aula Pablo VI.

Por fin el Papa tuvo que renunciar a su viaje a Dubai para participar en la COP 28 sobre el cambio climático. En vísperas del 8 de diciembre reinaba pues una cierta inquietud sobre la posible anulación del tradicional homenaje a la Inmaculada a la Plaza de España sobre todo cuando las previsiones metereológicas anunciaban mucho frio y posibles lluvias.

Gracias a Dios todas las dudas se disiparon y el 8 de diciembre a la hora acostumbrada Francisco volvió a asomarse a la ventana para leer el texto de su meditación e impartió la bendición a varios millares de fieles. A primeras horas de la tarde la Plaza de España ya rebosaba de gente a la espera del Pontífice. Este, minutos antes se encontraba en la Basílica de Santa María la Mayor para ofrecer al icono de la “Salus populi romani” una rosa de oro. Fue acogido con una enorme ovación cuando llegó ante el Monumento a la Inmaculada que se yergue ante la Embajada de España ante la Santa Sede.

Se le veía feliz. Bien abrigado y sentado en un sillón, después de ofrecer a la Virgen cien rosas blancas, dirigió ala Madonna su plegaria por las madres “que lloran a sus hijos asesinados por la guerra o el terrorismo” y por “todas las mujeres que han sufrido violencia y aquellas que aún son víctimas de ello en esta ciudad de Roma y en todo el mundo”.