Albéniz, el compositor al que rechazó el Liceo
Catalán, español y ciudadano del mundo, siempre sintió el amor incondicional por su patria, que le dolía desde la distancia: «No nos corregiremos jamás», escribía en una carta a su hermana Clementina. Llamaba a España «mi morena ingrata» porque nunca le reconoció. Incluso el coliseo de Las Ramblas le negó el estreno de su ópera «Merlín» en una afrenta mayúscula