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La tormenta perfecta de Ana Vallés

La creadora gallega, de la mano de su compañía Matarile, presenta en el Festival de Otoño tres propuestas muy diferentes: «Los limones, la nieve y todo lo demás», «DAIMON y la jodida lógica» y «Teatro invisible»

Imagen de «DAIMON y la jodida lógica»
Imagen de «DAIMON y la jodida lógica»larazonEdición Rusa

Se dice que el teatro de Matarile es vanguardia, sin embargo, Ana Vallés (Ferrol, 1959), alma de la compañía, dice que no. No se atreve a etiquetarse. «Todo lo que sale de lo convencional se llama vanguardia y eso es un poco perverso. Cuando adjudicamos un adjetivo verbal a algo la cagamos». La gallega no quiere ser eso, «para nada». Vallés (y los suyos) solo busca «juntar en escena muchos lenguajes. No limitarme a la lógica llamativa de la palabra». Abrir la mente del espectador y que este se predisponga a lo que venga, sea lo que sea, atento a cada uno de los estímulos de la dramaturgia: «Lo que se dice y cuándo y cómo se dice, la transmisión mediante movimientos, la química, el sonido, las pausas, el silencio, qué viene antes o después de cada escena para provocar diferentes sensaciones...».

Con estas intenciones vuelve Vallés a Madrid, al Festival de Otoño. Cita a la que, a falta de uno, acude con tres montajes diferentes, dos antiguos y uno nuevo. Nada en común entre ellos más que la firma de la compañía: «Los limones, la nieve y todo lo demás» (20 y 21 de noviembre, en el Teatro de la Abadía), «DAIMON y la jodida lógica» (días 23 y 24, en La Abadía) y «Teatro invisible» (30 de noviembre y 31 de diciembre, en Réplika Teatro).

Especial atención muestra la directora con «DAIMON...», «creado para el Festival», reconoce de una pieza con la que ha querido recuperar viejas sensaciones. «Meternos en un espectáculo más grande de lo que estábamos acostumbrados últimamente», apunta después de que tras el parón que hicieron entre 2010 y 2013 regresaran con una compañía más reducida en número. Pero no es el único cambio de Matarile, «también hemos recuperado la música en escena y hemos hecho dos audiciones para buscar nuevos miembros, algo que nunca habíamos realizado».

Más le cuesta hablar a Vallés del núcleo de su nueva obra (estrenada en Vigo a principio de temporada). La creadora no quiere «condicionar» al espectador: «Si digo cualquier cosa ya va a venir dirigido a una opinión. Me gusta contar los temas que dieron lugar a la obra, pero poco más». En este caso, el origen fue una metafórica tormenta a la que Matarile quiso meterse de cabeza. «Reivindico esto en el teatro y en la vida. Nosotros decidimos los pasos a dar y aunque no sepas dónde te estás metiendo, hay veces que quieres hacerlo». Y ahí aparece «DAIMON y la jodida lógica», «que no depende tanto de la razón, sino de los impulsos y del atractivo de lo desconocido. De ver más allá de esa realidad amparada por la jodida lógica». Vallés toma la figura mitológica de Daimon para convertirla, desde su perspectiva en «el destino, la voz de la conciencia, la intuición, un ángel o un demonio, el rumoreo de la voz interior que detiene o empuja. Una presencia oculta, imprevisible, que determina actos y decisiones que no podemos explicar racionalmente».

Pero hasta que esta nueva pieza llegue a la sala José Luis Alonso de La Abadía, la creadora gallega, junto a Mónica García, presenta en este mismo lugar «Los limones, la nieve y todo lo demás», en el que estas dos mujeres se fusionarán en un «poema escénico», presentan. Un poco más tardará en llegar «Teatro invisible», donde, influenciada por Didi-Huberman, Vallés tratará de dar luz a los silencios de la historia: «Hablar de esas pequeñas luces fuera del foco principal que iluminan los grandes eventos».