Teatro
Laila Ripoll: «Si no creamos nuevos espectadores el teatro se convertirá en algo añejo»
La dramaturga madrileña se pondrá al frente del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa a partir de septiembre de 2020, donde compartirá bicefalia con Nacho Marín, hasta ahora el director del mismo
Con el objetivo de «dar un empujón a las artes escénicas» dentro de la programación del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, se incorpora a la dirección teatral de este histórico espacio del Ayuntamiento de Madrid, la dramaturga y directora escénica Laila Ripoll (el actual director, Nacho Marín, seguirá al frente de la programación musical). Sin poder hacer públicos los términos concretos de un contrato que aún no se ha firmado, Ripoll, que dice «no saber nada todavía de presupuestos ni salarios», sí ha asegurado en declaraciones a LA RAZÓN que, entre sus prioridades, está la de «potenciar el teatro popular, entendiendo bien lo que significa este concepto, es decir, un teatro ágil y de repertorio, y sobre todo de calidad, que pueda llegar a la gente; este teatro popular puede ir desde Bertolt Brecht hasta García Lorca».
Consciente de que en los círculos más especializados, al Fernán Gómez se le afea la elevada edad media de sus espectadores, la directora reconoce que otro de sus propósitos es, precisamente, abrirse a nuevos públicos. «Estamos ya casi en 2020; creo que el teatro ha evolucionado mucho en los últimos tiempos, y tenemos que ser conscientes de ello. Si no creamos nuevos espectadores, el teatro se convertirá en una cosa añeja y antigua. Hay que estar pendientes de esos nuevos espectadores y dar cabida a nuevos lenguajes. Y todo ello, claro, sin descuidar al público que ya tenemos. Mantener ese equilibrio es la complejidad; aunque creo que, si das calidad, el teatro gusta igual a todo el mundo». Entre esos nuevos lenguajes, la nueva codirectora del Fernán Gómez mira con buenos ojos al circo dentro de un proyecto en el que «el teatro de texto y la danza han de ser fundamentales; pero debemos aunar también distintas disciplinas». «Este espacio –afirma–, por su buena acústica y por la tradición musical que tiene, es ideal para exhibir espectáculos con música, por ejemplo. Tal vez no la zarzuela al uso, pero sí me gustaría, desde luego, recuperar la lírica para el teatro». También la poesía, proscrita muchas veces de las programaciones convencionales, seguirá teniendo presencia en un Centro Cultural de la Villa que ya venía acogiendo regularmente un ciclo dedicado a ella, tal y como explica ella misma: «La poesía no podemos perderla; la palabra es para mí muy importante. Sí me gustaría darle una vuelta para añadir la música a esos espectáculos poéticos; pero son cosas que hay que ir viendo poco a poco».
Una personalidad propia
No le resultará fácil a la nueva codirectora dar una personalidad propia al Fernán Gómez, ya que las dos salas de las que consta, dependientes durante mucho tiempo del Teatro Español, han sido tradicionalmente utilizadas por el Ayuntamiento como espacios únicamente de exhibición, sin recursos económicos para la producción propia. Sin querer reconocer su deseo de modificar ese estatus, Ripoll sí se atreve a decir que «el Fernán Gómez debería tender, al menos, a la coproducción» para poder desarrollar una línea coherente de programación.
La directora, que no empezará presumiblemente a ejercer hasta septiembre de 2020, asegura que ya ha recibido numerosas llamadas de compañeros de profesión que quieren mostrarle sus espectáculos. Por eso, ha empezado ya «a ver cosas» y asegura que verá muchas más a a partir de enero aclarando que es otra de sus prioridades, precisamente, atender al trabajo las compañías que conforman el tejido de la ciudad de Madrid. «Yo sé muy bien lo que es tener una compañía y sé la crítica situación por la que están pasando –dice Ripoll, que es miembro fundador de Micomicón, con la que sigue trabajando–. Desgraciadamente, las compañías estamos en serio peligro de extinción. Pero creo que son precisamente estas las que sostienen ese tejido y las que dan al teatro una impronta determinada. Trabajar en compañía da unos resultados que no se consiguen trabajando de otra forma. La investigación a largo plazo, mantener un repertorio, mantener un elenco... son cosas que dan las compañías. Si desaparecen, el teatro se convierte en un cajón de sastre. Las personas que estamos al frente de uno municipal pagado con los impuestos de todos los madrileños, como es mi caso ahora, creo que estamos en la obligación de recuperar y ayudar a mantener ese tejido. Entre otras cosas, porque en Madrid ha habido y hay compañías extraordinarias; así que creo que el Fernán Gómez tiene que ser también su casa. Para mí una guía de ese teatro de elenco y de compañía es el que hacían Miguel Narros y Adrea d’Odorico; un teatro muy cuidado, de personas extraordinariamente cultas y enamoradas de su profesión. Ese es el teatro que me gustaría ver programado en el Fernán Gómez».
En cualquier caso, la directora descarta la posibilidad de que una de esas compañías programadas sea Micomicón, tal y como han hecho algunos directores de teatros públicos con sus propias compañías. «No me parecería ético ni bonito –asegura Ripoll–. Micomicón seguirá su andadura, pero no en el Fernán Gómez conmigo aquí de directora», concluye la dramaturga.
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