Crítica
«Nise»: Un «thriller» político del Renacimiento
Autor: Jerónimo Bermúdez. Director: Ana Zamora. Intérpretes: José Luis Alcobendas, Javier Carramiñana, Alba Fresno, Natalia Huarte, Eduardo Mayo, José Hernández Pastor, Isabel Zamora y Alejandro Saá. Teatro de La Abadía, Madrid. Hasta el 30 de diciembre.
Al frente de su compañía Nao d’amores, Ana Zamora sigue librando su maravillosa cruzada para rescatar del olvido nuestro teatro prebarroco y ponerlo en pie, sin desvirtuar su esencia, con fórmulas escénicas contemporáneas. En esta ocasión le ha hincado el diente a Jerónimo Bermúdez y a sus dos tragedias más conocidas: «Nise lastimosa» y «Nise laureada». La primera cuenta la historia de amor –teñida de sangre por las intrigas políticas– de Inés de Castro, la noble gallega que se casó en secreto con el infante don Pedro de Portugal y que despertó por ello la ira del rey Alfonso IV (don Alonso en el texto) y sus consejeros, que acabaron asesinándola; la segunda se centra en la leyenda según la cual Inés de Castro fue exhumada y coronada reina por don Pedro, ya convertido en rey de Portugal, y en la venganza de este para acabar con los culpables de su muerte.
Zamora ha unificado ambas obras bajo una dramaturgia propia que condensa y desbroza el amplio material original. A partir de ella, ha levantado, una vez más, una pieza teatral admirablemente compacta, de apariencia sencilla –aunque en verdad muy rica y variada en sus lenguajes escénico y literario–, deslumbrante en lo formal y esmerada al máximo en todos los detalles y matices. Francamente, una preciosidad que, si acaso, adolece del mismo defecto que ya tiene el texto original: la dificultad que tendrá el lector/espectador para desentrañar cuál es la verdadera «razón de estado» por la cual los consejeros del rey ven necesaria la muerte de la protagonista; porque, si bien la Historia relaciona la ejecución con la política de alianzas de aquel momento (la unión del príncipe con la española podría acarrear la anexión de Portugal al reino de Castilla), lo cierto es que en la obra se concreta poco y mal el posible peligro que corre el reino portugués, más allá de la simple desobediencia del infante a su padre y de la amonestación que a este le hace el personaje del secretario diciéndole que «ver que el rey se abilita a cosas baxas / y a todos acocea con sus vicios» es la «cosa que más destruye un gran reino». A pesar de ello, resulta curioso que el diálogo que sostienen los cortesanos con el rey don Alonso, tratando de convencerlo de que Inés de Castro debe morir, sea uno de los más bellos y más ricos dramáticamente, por cuanto sirve para mostrar en el personaje del monarca –espléndidamente interpretado por José Luis Alcobendas– el complejo y profundo conflicto interior de quien no halla remedio para conjugar la ética de un buen gobernante con los intereses del pueblo al que gobierna. En el plano actoral, destacan, junto al mencionado Alcobendas, Natalia Huarte y Alejandro Saá como partes de una función coral que recurre al simbolismo para agilizar y clarificar su desarrollo y en la que todo está perfectamente aquilatado y expresado: acción dramática, poesía, música, máscaras y hasta danza.
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