Tecnologia
Adiós aviones, hola futuro: los dirigibles autónomos y sostenibles ya conquistan el cielo
Con helio no inflamable, motores eléctricos silenciosos y materiales ultraligeros, los dirigibles ofrecen bajas emisiones, gran autonomía y capacidad de operar sin aeropuertos, abriendo oportunidades en turismo, logística y vigilancia ambiental
Cuando nos hablan de los dirigibles o zepelines, todos pensamos en el pasado y es que, al igual que los discos de vinilo, vemos estos objetos voladores como algo de otra época, condenados a ser olvidados por su precio y peligrosidad, ya que el hecho de que volaran con hidrógeno los hacía muy inflamables. Así, se mantienen en nuestra memoria más por la música o las series de televisión que por su uso real.
Pero como se dice, las modas siempre vuelven. Y al igual que los discos de vinilo que antes mencionábamos y que hoy vuelven a ser tendencia, estos gigantescos y lujosos elementos voladores también regresan casi un siglo después, pero ahora presentándose como una alternativa innovadora y como un rival de altura, nunca mejor dicho, para los aviones.
¿Cómo es esto posible? Pues es sencillo: gracias a la evolución tecnológica, que ha ayudado a que todos los riesgos que estas aeronaves presentaban fueran subsanados. La utilización de helio para evitar la inflamación, el uso de motores eléctricos que los vuelven más silenciosos que una aspiradora e incluso los materiales de los que se fabrican, han hecho posible su gran regreso.
La tecnología y la sostenibilidad impulsan su nueva era
Y es que en el siglo XXI, estas aeronaves flotan como ballenas majestuosas en el cielo. Destacar, que no buscan competir en velocidad con los aviones, sino ofrecer otro tipo de experiencia: una experiencia donde puedas contemplar con claridad lo que estás sobrevolando, siendo a su vez silenciosas y sostenibles.
La innovación tecnológica los ha resucitado de su letargo de un siglo, pero a ello también se suma la causa medioambiental.
Por eso, a día de hoy se exploran todo tipo de usos para ellos, que van desde el turismo hasta la logística. Incluso la OTAN los ha retomado para tareas discretas de vigilancia, como si fueran drones gigantes con alma de globo.
Otro ejemplo de esta evolución tecnológica es la empresa finlandesa Kelluu: fabrica dirigibles autónomos que parecen centinelas delaire. Con autonomía de más de 12 horas, sensores LiDAR y cámaras multiespectrales, vigilan bosques, mares y ciudades como guardianes silenciosos.
Tal y como señalé antes, estos elementos que volvieron del pasado están llenos de nuevas ventajas que los convierten en la mayor competencia del transporte aéreo. Consumen hasta un 90% menos que un avión convencional, no necesitan aeropuertos ni pistas y pueden aterrizar en cualquier lugar donde haya espacio, gracias a que su vuelo es tan suave que parece un paseo engóndola pero suspendida en el aire.
Pero esta ligereza no sucede por arte de magia: el secreto está en los plásticos técnicos con los que se están creando. Nailon reforzado, poliéster laminado, poliuretano y Tedlar protegen la piel del dirigible como una auténtica armadura.
En su interior, compuestos como ABS, policarbonato y fibra de carbono son los huesos invisibles que le dan fuerza sin peso. Los plásticos técnicos como PEEK y PTFE cuida n los sistemas eléctricos, como nervios que transmiten señales con precisión.
Es por eso que volvemos a repetir que estos dirigibles modernos son como una vieja moda que regresa como tendencia: ya no son reliquias románticas, sino soluciones prácticas para un mundo que busca volar sin contaminar.