
Inteligencia Artificial
La increíble confesión del 'padre' de la IA de Google: 'Si por mí fuera, habríamos dejado la IA en el laboratorio durante más tiempo'
En una sorprendente muestra de sinceridad, Demis Hassabis confiesa que si la decisión hubiera sido solo suya, herramientas como Gemini o ChatGPT seguirían siendo un secreto guardado bajo llave

Demis Hassabis se encuentra en una de las posiciones más complejas y fascinantes del mundo. Como líder de Google DeepMind, es a la vez el mayor impulsor de la inteligencia artificial y, paradójicamente, también es uno de los más reflexivos. Por un lado, celebra los logros monumentales de su creación, como la IA AlphaFold, que le valió un Premio Nobel de Química por predecir la estructura de las proteínas, un avance que podría acelerar la cura de innumerables enfermedades. Por otro, se enfrenta a los crecientes temores sobre el futuro que su propia tecnología está ayudando a construir.
Ser el embajador de la IA, sin embargo, no era parte del plan original. En una reciente entrevista con The Guardian, Hassabis ha hecho una confesión que lo cambia todo y que revela una visión mucho más cauta de la que la industria aparenta tener.
"Si por mí fuera, habríamos dejado la IA en el laboratorio durante más tiempo y habríamos hecho más cosas como AlphaFold, quizás curar el cáncer o algo así", admite Hassabis. "Pero las cosas son como son, y hay algunos beneficios en ello. Es genial que todo el mundo pueda jugar con la última IA y sentir por sí mismo cómo es".
Esta declaración es un misil a la línea de flotación de la narrativa actual de Silicon Valley. Revela que, para uno de sus mayores genios, el objetivo no era lanzar un chatbot para el gran público, sino utilizar la IA como una herramienta científica para resolver los mayores problemas de la humanidad. Pero la realidad, y la competencia, se impusieron.
La "culpa" fue de ChatGPT
El panorama de la IA cambió por completo en 2022 con el lanzamiento de ChatGPT por parte de OpenAI, un movimiento que pilló a los gigantes tecnológicos, especialmente a Google, con la guardia baja. "Ellos realmente apostaron por escalar, casi en una jugada de 'apostar la casa', lo cual es impresionante", reconoce Hassabis sobre su rival.
Aunque los principales laboratorios ya tenían sistemas muy similares, veían sus defectos, como la tendencia a "alucinar" e inventarse información. "No creo que nadie entendiera del todo, incluido OpenAI, que habría casos de uso tan increíbles para ello y que la gente obtendría tanto valor", reflexiona. "Esa es una lección interesante para nosotros sobre cómo, a veces, puedes estar demasiado cerca de tu propia tecnología".
La explosión de ChatGPT forzó a Google a acelerar sus planes y a lanzar al público su propia IA, Gemini (inicialmente conocida como Google Bard), convirtiendo a Hassabis en la cara visible de una revolución que él habría preferido mantener, de momento, entre científicos.
La advertencia a Elon Musk y la llegada de la AGI
La cautela de Hassabis no es nueva. En la entrevista, relata un encuentro con Elon Musk en 2012, mucho antes de que la IA estuviera en boca de todos. Musk le explicó que su prioridad era llegar a Marte "como un planeta de respaldo, por si algo salía mal aquí". Hassabis le señaló el fallo en su plan: "Le dije: '¿Y si la IA fuera lo que sale mal? Entonces estar en Marte no te ayudaría'". Musk, según cuenta, se quedó un minuto en silencio, pensativo.
Ahora, con DeepMind convertido en la "sala de máquinas de Google", la carrera es imparable. Y el siguiente gran hito en el horizonte es la AGI (Inteligencia Artificial General), el punto en el que la IA igualará la inteligencia humana. Y su predicción es asombrosa: "Tendremos algo que podríamos llamar razonablemente AGI, que exhiba todas las capacidades cognitivas que tienen los humanos, quizás en los próximos cinco a diez años, posiblemente en el extremo inferior de ese rango".
Lejos de una visión apocalíptica, Hassabis cree que, si se gestiona bien, la AGI nos llevará a un mundo de "abundancia radical", con avances médicos, energía ilimitada gracias a la fusión nuclear y una prosperidad sin precedentes. Pero admite los enormes desafíos: desde el masivo consumo energético de los centros de datos hasta el futuro del trabajo y el propósito humano.
Su reflexión final es tan emocionante como vertiginosa, y resume a la perfección el momento histórico que vivimos: "La diferencia aquí es que \[la revolución de la IA] va a ser 10 veces más grande que la Revolución Industrial, y quizás 10 veces más rápida". Una advertencia de uno de los pocos hombres que de verdad sabe lo que se nos viene encima.
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