
Tecnología
Un Nobel de computación lo tiene claro: "el veto de EE.UU. no ha frenado a China, sino que la ha hecho más fuerte"
Una de las voces más autorizadas del mundo de la computación acaba de lanzar una advertencia que pone en jaque toda la estrategia occidental: el plan podría haber salido espectacularmente mal

En el complejo tablero de la geopolítica tecnológica, Estados Unidos ha jugado durante años una carta muy agresiva: restringir el acceso de China a su tecnología más avanzada, especialmente en el campo de los semiconductores. La idea era simple: cortar el suministro de los componentes más críticos, como los chips de Nvidia, para ralentizar la capacidad de innovación de su mayor competidor.
Ahora, Jack Dongarra, una auténtica leyenda de la computación y ganador del prestigioso Premio Turing (a menudo denominado el "premio Nobel de la informática) en 2021, ha puesto sobre la mesa una incómoda verdad: la estrategia no solo no ha funcionado, sino que podría haber sido contraproducente.
En una reciente entrevista con la revista WIRED, Dongarra ha afirmado que el veto estadounidense, lejos de debilitar a China, ha actuado como un catalizador que ha despertado al gigante. "China ha pivotado de comprar tecnología occidental a invertir en la suya propia, poniendo más financiación en la investigación necesaria para avanzar", explica Dongarra. Su conclusión es demoledora: "Quizás esta restricción que se ha impuesto ha fracasado, provocando que China acelere el desarrollo de componentes que ahora pueden controlar mucho más de lo que podían hacerlo de otra manera".
Superordenadores chinos con chips "made in China"
La advertencia de Dongarra no es una simple opinión; se basa en la observación directa. A pesar del secretismo del gobierno chino, que ya no publica información oficial sobre sus superordenadores, la comunidad científica sabe que el país asiático cuenta con "máquinas muy potentes que probablemente igualan el poder de las máquinas más significativas que tenemos en EE.UU.".
Y lo más importante: estos superordenadores ya no dependen de la tecnología occidental. "Han diseñado sus propios chips. Compiten con los chips que tenemos en los ordenadores de Occidente", asegura Dongarra.
El Nobel de computación relata incluso una anécdota que revela la astucia y la confianza del ecosistema tecnológico chino. La gran pregunta que se hacen todos es dónde se fabrican estos nuevos y potentes chips, ya que la mayoría de los semiconductores del mundo se producen en Taiwán, en la fábrica de TSMC. "Cuando pregunto a mis amigos chinos '¿Dónde se fabricaron vuestros chips?', me dicen que en China", cuenta Dongarra. "Y si les presiono y les digo 'Bueno, ¿se fabricaron en Taiwán?', la respuesta que finalmente recibo es que Taiwán es parte de China". Una respuesta tan diplomática como reveladora, que demuestra que para ellos, el origen de la fabricación ya no es una barrera.
Esta nueva realidad, impulsada involuntariamente por las restricciones de Estados Unidos, dibuja un nuevo orden mundial tecnológico. Un escenario en el que China ya no es un cliente dependiente de la tecnología occidental, sino un competidor formidable con la capacidad de desarrollar, diseñar y, cada vez más, fabricar sus propias soluciones de vanguardia. El tiro, como advierte Dongarra, podría haber salido por la culata.
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