Revolución
Neuralink suena a futuro. Mejor dicho, a futuro distópico. Si seguimos las palabras de Elon Musk, en nada de tiempo, podremos llegar a controlar el ordenador o el móvil con la mente. Supuestamente, bastará tan sólo un pensamiento para ejecutar la orden que queramos. Ni más ni menos. Después, un poquito más tarde, este dispositivo podrá devolver las piernas a personas con parálisis, grabar recuerdos o curar la depresión. Como se puede pensar, las pretensiones son enormes, pero los avances aún cojean más de la cuenta. No obstante, los últimos datos publicados parecen indicar que esta interfaz neuronal se encuentra en el camino adecuado.
El transgresor objetivo de Musk no es otro que leer nuestro cerebro y convertir su tan debatido microchip en el intermediario que necesitamos para comunicarnos directamente con cualquier máquina. Por ejemplo, la lavadora, la consola, el horno, el aire acondicionado, la televisión… También reemplazar las funciones cerebrales comprometidas por traumas o estimular la liberación de oxitocina y otras tantas sustancias químicas cuando sea necesario. Y, claro, eso da algún que otro miedillo. ¿Podría llegar a controlar nuestros pensamientos? ¿Incluso modificar nuestros intereses? Sin duda, el proyecto implica dudas más que razonables para el conjunto de los mortales que, por el momento, no cuentan con las debidas respuestas.
En agosto de 2020, la compañía dio a conocer un experimento realizado con el cerdo Gertrude. A través de esta demostración, querían mostrar el nivel de desarrollo alcanzado por esta tecnología. Si bien es cierto que, en comparación con la que se hizo en 2019, la iniciativa había ganado peso, la realidad es que numerosas voces alertaron de los decepcionantes resultados que traía consigo. El único detalle reseñable era su diseño: al principio, Neuralink consistía en un implante externo que se instalaba detrás de la oreja. Ahora, tiene la apariencia de una moneda que se puede incrustar en el cráneo, cavando un pequeño hueco. La comunicación con el exterior se realizaría mediante un sistema basado en la comunicación bluetooth.
Sin embargo, las últimas noticias parecen haber cambiado la opinión de la mayoría. Durante un encuentro realizado en febrero de este año en la red social Clubhouse, el director general de Tesla rompió los esquemas de los más escépticos al confirmar que ya habían insertado el aparato en la cabeza de un mono. “Ahora puede jugar a videojuegos usando sólo su mente”, explicó al respecto. Esta revelación pone de manifiesto un dato de especial trascendencia: el acople es de tipo inalámbrico, lo que eliminaría cualquier tipo de cable y, por lo tanto, también cualquier riesgo de infección. De igual forma, conforme éste se vaya desarrollando, cabe esperar que llegue a regiones cada vez más profundas, incrementando así la información que puede recopilar y las acciones que puede desencadenar.
Precedentes exitosos
El siguiente salto, tal y como reveló en la mencionada conversación, pasa por conseguir que dos primates puedan disputar una partida de Pong usando únicamente sus señales cerebrales. El chip, bautizado como Link V0.9, es un dispositivo de unos ocho milímetros de diámetro (menos que un grano de arroz), con miles de electrodos más delgados que un cabello humano. Estos son los responsables de medir la actividad de las neuronas. Es verdad que existen otros artefactos inalámbricos semejantes, pero estos requieren cirugías para su injerto y, por lo general, son voluminosos. Neuralink, en cambio, es pequeño y no precisa intervención. La gran esperanza es conseguir que el proceso de instalación y extracción no sea tan invasivo.
A pesar de que este invento parezca algo de lo más novedoso e imposible, existen otros precedente similares de sistemas que traducen la actividad cerebral en datos digitales. Por ejemplo, desde 2006, se utilizan implantes cocleares y prótesis motoras con este cometido. También la recepción e interpretación de las señales electrocefalográficas se han usado con éxito para controlar sillas de ruedas o para sintetizar el habla en un conjunto de palabras.
Dicho esto, la gran desventaja que plantea el invento de Musk es que no es capaz de analizar un área de gran tamaño de la cabeza. Y mientras esto no ocurra, la información que obtengamos será muy limitada. La buena noticia es que el número de electrodos aumentará de forma exponencial en los próximos años. ¿Qué significa esto? Pues que, conforme se vayan incorporando nuevas mejoras, se espera que lea en tiempo real lo que ocurre en nuestra mente, que se anticipe a cualquier problema de salud, que establezca una conexión directa con las máquinas y que, en el futuro, consiga descargar una copia digital del cerebro.
Experimentos con humanos
Sin duda, las aspiraciones de Musk suponen un bofetón contra cualquier prejuicio o limitación que la humanidad pueda creerse. Ahí están SpaceX, Hyperloop o SolarCity, tres ideas por las que muy poca gente daba un duro al principio. Ahora, por contra, son algunos de los que sientan cátedra en sus respectivos sectores. La visión de este empresario está transformando el paradigma social, por lo que su persistencia con Neuralink no debe entenderse como una obsesión infructuosa, sino como una inversión de futuro. Él realmente cree que, en unos años, se podrán enchufar dispositivos que nos permitan controlar el mundo que hay a nuestro alrededor. De ahí su constante reivindicación, incluso, frente a los problemas que se ha ido encontrando.
A nivel técnico, por ejemplo, todos sus trabajadores (salvo dos) han cambiado, lo que ha provocado numerosos retrasos. Según un informe independiente, algunos antiguos empleados han manifestado que existen importantes problemas internos en la multinacional. En concreto, caos y exceso de estrés. No hay que olvidar que se trata de un proyecto ambicioso que quiere despuntar a la de ya y eso, por supuesto, implica muchísima dedicación. Sobre todo, cuando se comiencen los ensayos con seres humanos. La fecha ya está sobre la mesa: 2021. Estos primeros experimentos se llevarán a cabo con personas que sufren graves lesiones en la médula espinal. Quizás, ellas sean las primeras de muchas en recuperar una parte de su movilidad. La esperanza está ahí.
China, a la caza
Neuralink no es la única compañía que quiere alcanzar la conexión definitiva entre el cerebro y la máquina. La china NeuraMatrix acaba de anunciar una ampliación de capital millonaria para competir en ello. De hecho, tal y como informa la web de tecnología asiática CnTechPost, su propuesta es similar a la que está desarrollando Musk: se trata de un chip que se implantaría en el cráneo y que serviría para comunicarse con los artilugios de manera inalámbrica. Además, tiene la misma precisión en la adquisición de señal que el de la multinacional americana, aunque con un consumo menor de energía que le permitiría reducir el tamaño al usar una batería más pequeña. Según la empresa, ya tiene acuerdos cerrados con varios hospitales de Pekín como el Sanbo Neurosurgical Hospital, el Tsinghua Changgeng y el Tiantan Hospital, especializados en enfermedades neurológicas.