Defensa

El LHD Juan Carlos I, buque insignia de la Armada, cambiará su sistema de propulsión ante las repetidas averías

No se conoce el tiempo que deberá estar en el dique seco, pero se trata de una obra de calado que dejará a la embarcación fuera de servicio algunos meses

Imagen del portaaviones español LHD Juan Carlos I
Imagen del portaaviones español LHD Juan Carlos ILa Razón

La Armada española tendrá que prescindir durante algunos meses de su buque insignia, el LHD Juan Carlos I, ya que tendrá que pasar por el dique seco para cambiar su sistema de propulsión ante los repetidos fallos y averías del sistema. Estos problemas no son nuevos e incluso la propia Armada encargó hace dos años un estudio para la instalación de una alternativa viable, como recogió Infodefensa.com.

Ahora, el Consejo de Ministros ha autorizado la celebración de un acuerdo valorado en 30 millones de euros para el reemplazo del sistema de propulsión del buque de proyección estratégica (BPE), en servicio desde mediados de 2010. La breve reseña sobre este proyecto solo indica que la sustitución “es la solución que se ha mostrado más eficaz para asegurar la capacidad operativa más eficiente del buque”.

Por el momento, no se conoce el tiempo que el buque deberá estar en el dique seco, pero lo que está claro es que se trata de una obra de calado que dejará a la embarcación fuera de servicio durante algunos meses. Una vez de regreso al mar, además tendrá que someterse a las exigentes pruebas de mar para comprobar el correcto rendimiento del nuevo sistema de propulsión. Tampoco se ha informado sobre los detalles del sistema que será instalado.

Lo cierto es que estos problemas no han impedido que el Juan Carlos I en los doce años que lleva operativo realice despliegues que podrían considerarse de calado como el traslado en 2018 de helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (Famet) hasta Kuwait. La misión duró alrededor de dos meses e incluyó escalas en Bombay o Alejandría.

Este 2022, el buque insignia de la Armada ha hecho dos despliegues exigentes en el Mediterráneo prácticamente simultáneos entre finales de mayo y principios de junio y después en septiembre donde se integró con marinas de países aliados y operó con una escuadrilla de aviones de combate Harrier en su cubierta de vuelo. En estas maniobras navegó junto con el portaaviones Harry S. Truman y el George H. W. Bush.

“Condiciones precarias”

No obstante, la propia Armada reconoce que los problemas técnicos han mermado la operatividad del LHD. En el contrato del estudio para sustituir la propulsión desgrana los problemas detectados. Hay que recordar que el proyecto fue adjudicado a la empresa suiza ABB especializada en generación de energía eléctrica.

La Armada señalaba entonces que “desde hace algún tiempo los propulsores POD del L-61 Juan Carlos I incluyendo sus elementos auxiliares (cuadros, convertidores, etc.) son fuente de problemas técnicos que repercuten de forma notable en la operatividad del buque”.

“A la existencia de vibraciones y ruidos producidos por el POD a determinados regímenes y transmitidos a diversos locales que afectan a equipos sensibles, se unen fallos que han dejado en varias ocasiones al buque sin propulsión, al menos en una de sus líneas”, detallaba. Esta situación, resaltaba, además, ha provocado incluso que el buque haya tenido que regresar en alguna ocasión a su base “en condiciones precarias”, suspendiendo su participación en maniobras y ejercicios.

Propulsión del Juan Carlos I

El BPE Juan Carlos I es el único buque en la Armada española que dispone de propulsión azimutal de transmisión eléctrica, que utiliza propulsores con motor contenido en una cápsula o vaina en el exterior del casco, denominados POD. Dentro del sistema se incluyen los transformadores de la propulsión, los convertidores y la unidad de control.

La Armada no esconde que la propulsión azimutal de transmisión eléctrica constituyó una importante innovación en este buque, con la que se consiguieron importantes mejoras respecto a los modos de propulsión previamente implementados en buques de la Armada. Sin embargo, reconocía, “los sistemas asociados han mostrado ciertas divergencias en cuanto a lo que se esperaba en su desempeño”.

En su última varada, a finales también de 2020, los trabajos en el astillero de Navantia en Puerto Real incluyeron una revisión precisamente de gran entidad de los propulsores azimutales (pod), así como las hélices de maniobra de proa, aletas estabilizadoras y la totalidad de las válvulas de fondo, entre otros equipos.

El LHD Juan Carlos I también necesitaría obras de adaptación si finalmente el Gobierno decidiese comprar los F-35B para sustituir a los Harrier de la Armada. En este caso, habría que reforzar la cubierta de vuelo para evitar la degradación con las altas temperaturas que provocan los gases de salida del motor en las tomas verticales y crear espacios para el sistema logístico ALIS a bordo y para el planeamiento de la misión.
La Armada también tendría que hacer una actualización de las líneas de presión de combustible y de las tomas de corriente para el mantenimiento. Todos estos trabajos estarían recogidos en un plan de acción, si España finalmente apuesta por el F-35B.