Guerra Nuclear

¿Cuánto le tomaría a Elon Musk desarrollar su propia bomba atómica?

Un estudio del director del DARPA analiza esta posibilidad. Y el resultado no es el esperado.

Elon Musk es el director ejecutivo de Tesla desde hace más de 15 años
Elon Musk, el personaje más explosivo de la última década.CNN/Fox News

Mientras los influencers luchan por ser conocidos, quienes de verdad influyen en el futuro del planeta, permanecen en el anonimato. Un ejemplo de ello es Stephen Joseph Lukasik , físico estadounidense, segundo director con más años en el cargo de DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa) y líder de un estudio que analizó cuánto tiempo le llevaría a un multimillonario desarrollar su propia bomba atómica.

El estudio, financiado por el Pentágono y centrado en "empresarios deshonestos, analiza si una empresa privada o un empresario adinerado podía producir armas nucleares".

“Averiguamos qué haría una organización privada si quisiera construir y vender armas nucleares – explicaba Lukasik en una entrevista -. Resultó ser un negocio bastante rentable”.

El estudio expone en detalle, incluyendo la dotación de personal, cómo podría operar una empresa así. El estudio concluyó que producir la primera bomba requeriría tan solo una inversión de mil millones de dólares y cinco años.

Todo el análisis fue tratado como si fuera un negocio legítimo: estableciendo las mejores formas de evitar la detección de agencias de inteligencia respecto a la iniciativa. Una empresa, por ejemplo, se encargaría del diseño de las centrifugadoras; otra produciría el uranio altamente enriquecido; una tercera se encargaría del procesamiento químico. Una empresa podría incluso trabajar directamente con una potencia nuclear deshonesta.

Si la idea de una empresa privada financiando armas de destrucción masiva parece extrema, hay que recordar que, incluso el Pentágono reconoce que el capital privado es la principal fuente de financiación para tecnologías militares clave.

Y el ejemplo que primero surge en el imaginario popular es el de Elon Musk, un millonario que controla tecnologías que han desarrollado al margen de los contratos federales, como su red de satélites Starlink, que pueden cambiar el curso de las guerras.

Obviamente, el informe no menciona a Musk ni a ningún otro empresario estadounidense, pero Brian Michael Jenkins, coautor del estudio, afirmó que una figura como la de Musk era precisamente el tipo de escenario que se tenía en mente al realizar el estudio.

El estudio en sí consistió en reuniones mensuales en la casa de Lukasik, a las afueras de Washington D. C. Aproximadamente 10 participantes asumieron los roles de dos fuerzas opuestas: un equipo rojo, compuesto por emprendedores nucleares, y un equipo azul, que representaba a los gobiernos que intentaban detectarlos y detenerlos.

Entre reuniones, se asignó a los miembros la tarea de investigar los problemas técnicos y políticos que podrían permitir la proliferación de un programa nuclear privado.

“Mi mejor amigo era el sitio web de Alibaba, porque puedo encontrar cualquier cosa en él, como cantidades masivas de ácido nítrico”, recuerda Katie Leach, una química a quien Lukasik reclutó para el proyecto.

Una vez finalizado el estudio, Lukasik comunicó las conclusiones al Pentágono, organismo que señaló que, si bien el informe en sí no era clasificado, “contiene material sensible que limita su distribución”.

“Creo que, en los años transcurridos desde su publicación, no ha ocurrido nada que, en mi opinión, reduzca la probabilidad de las conclusiones del estudio – concluye Jenkins -. En todo caso, si hablamos de la privatización de la guerra a través de intermediarios y partes privadas que se pueden negar, creo que la trayectoria respalda esa idea”.