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Japón, el laboratorio global de las criptomonedas

Es el primer país en legalizar el bitcóin y los mercados de criptomonedas

Un anuncio de bitcoins en el metro de Tokio
Un anuncio de bitcoins en el metro de Tokiolarazon

Japón, el primer país en legalizar el bitcóin y los mercados de criptomonedas hace justo un año, es observado con lupa por las autoridades financieras de todo el mundo en un momento clave para regular un fenómeno tecnológico altamente disruptivo.

Tras la explosión de la popularidad y del valor del bitcóin en 2017, este año está señalado en rojo por reguladores nacionales e internacionales para poner coto a los mercados de divisas virtuales, ante su vertiginosa proliferación en medio del vacío legal existente en la mayoría de países.

Japón estrenó en abril de 2016 la primera normativa mundial que reconocía a las criptomonedas como forma legal de pago y que establecía licencias para que las casas de cambio pudieran operar, un experimento que ha arrojado hasta ahora tanto luces como sombras.

«Todas las autoridades nacionales deberían regular los mercados de criptomonedas, y creo que la experiencia de Japón puede ser muy valiosa en este sentido», dijo a Efe Naoyuki Iwashita, profesor de «fintech» de la Universidad de Kioto (oeste) y asesor del Ejecutivo nipón en esta materia.

En la reciente cumbre de Ministros de Finanzas del G20 celebrada en Buenos Aires, Japón propuso coordinar los esfuerzos para regular el sector, lo que se saldó con una declaración conjunta en la que el organismo multinacional abría la puerta a futuras medidas en esta dirección.

El carácter transfronterizo y descentralizado de las criptomonedas «hace que sean imprescindibles normativas internacionales para proteger a los usuarios ante ciberataques o fraudes, además de prevenir el blanqueo de dinero u otros delitos», advierte un alto cargo de la Agencia de Servicios Financieros (FSA) de Japón.

Ni Estados Unidos ni la Unión Europea cuentan por ahora con normas claras para el sector, aunque cada vez son más las autoridades nacionales que llaman a su regulación, como Alemania, Francia o el Reino Unido.

Otros países de Asia han optado por enfoques mucho más restrictivos que Japón, como prohibir todas las operaciones con criptomonedas en el caso de China o ilegalizar las emisiones iniciales de monedas virtuales (ICO) en el de Corea del Sur.

La tarea de los reguladores se ve dificultada por la complejidad técnica que presentan la criptografía y la cadena de bloques (los dos sistemas en los que se basan las criptomonedas), y a ello se suma la desconfianza ante unas divisas habitualmente asociadas a los ciberataques o a la «internet profunda», señala el antes citado académico.

El caso de Japón, cuyo marco legal trata de promover la innovación y la creación de empresas en el sector al tiempo que proteger a usuarios y prevenir delitos financieros, ilustra todas las aristas de la cuestión.

La normativa nipona propició una alta implantación de sistemas de pago con bitcoines en comercios minoristas o páginas web, aunque la mayoría de las transacciones -hasta el 95 por ciento, según datos del sector- se concentraron en fines especulativos conforme se disparaba el valor de la divisa digital.

Además, el país asiático fue escenario del mayor pirateo hasta la fecha de una casa de cambio, perpetrado en enero contra Coinchecky en el que desaparecieron monedas virtuales por valor de unos 444 millones de euros (546 millones de dólares).

Este ciber-golpe puso en evidencia las brechas de seguridad en el sector y la laxitud de las autoridades niponas, que desde entonces han intensificado su vigilancia de los mercados y sancionado a algunos por sus defensas insuficientes ante ataques informáticos.

Cinco de los 32 mercados de este tipo que operan en Japón se han visto obligados a cerrar a raíz del caso, y la presión de las autoridades también ha llevado a Binance, el mayor operador mundial del sector con sede en Hong Kong, a abandonar sus planes de establecerse en Tokio.

Aún así, el descomunal volumen de negocio que mueven las monedas virtuales atrae a cada vez más firmas niponas de diversos ámbitos, como el servicio de mensajería LINE, el gigante de internet GMO o el grupo mediático DMM, que inauguraron recientemente sus propios «cripto-mercados».

Sólo en el caso del bitcóin, su capitalización total asciende actualmente a 125,4 billones de dólares (102,13 billones de euros), de los cuales Japón acapara el 57,4 por ciento, según datos de la web especializada Cryptocompare.

El precio de la pionera de las criptomonedas se sitúa actualmente en torno a los 6.000 euros (7.300 dólares), un 37 % menos de la cotización máxima que alcanzó a mediados de diciembre.

Esta volatilidad se debe principalmente a la incertidumbre legal, según los analistas, y desincentiva el uso del bitcóin como medio de pago.

«El futuro de las criptomonedas no está claro, pero me parece poco realista que puedan sustituir a las monedas corrientes», afirma Iwashita, quien no obstante defiende la regularización del sector para evitar la consolidación de un sistema financiero paralelo. EFECOM