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La saga que nos hizo inventores: La tecnología de «Star Wars» que se ha hecho realidad...

«Star Wars» influyó en millones de niños: muchos de ellos se hicieron científicos, ingenieros o diseñadores

Las gafas Google Glass
Las gafas Google Glasslarazon

«Star Wars» influyó en millones de niños: muchos de ellos se hicieron científicos, ingenieros o diseñadores.

En un tiempo muy, muy lejano, casi cuarenta años atrás, toda una generación se dejó llevar por la historia de un caballero Jedi que descubría nuevas galaxias, tecnologías desconocidas y civilizaciones inimaginables . Y en el camino se enfrentaba a quien más odiaba, sin saber que era su padre. El universo Star Wars, creado a finales de los años 1970 por George Lucas, influyó en millones de niños. Muchos de ellos se hicieron científicos, ingenieros, diseñadores. Y esa huella hoy es visible en dos aspectos fundamentales. Por un lado, muchos científicos demostraron su amor por la saga honrando su nombre y personajes. Una docena de especies descubiertas desde 1977, llevan el nombre de personajes de Star Wars: arañas, escarabajos o peces llevan a Darth Vader o a Yoda en su «etiqueta taxonómica». Algunos se sintieron tan motivados por Star Wars, como Ron Fedkiw, que con nueve años, al ver las explosiones en el espacio de la primera película de la saga, decidió estudiar física y matemáticas para comprender cómo recrear y explicar esos efectos. En 2007 y 2008, Fedkiw, ganaría dos Oscars por el desarrollo de efectos especiales relacionados con los fluidos. Y cumpliría su sueño de trabajar en la última entrega de Star Wars, desarrollando programas informáticos para los efectos especiales. Pero hay otros fanáticos que en lugar de ver despegar al Halcón Milenario, se subieron a él y se hicieron una simple pregunta: ¿Qué pasaría si...? Y fueron y son ellos los que han permitido que muchos de los sueños de Lucas, se conviertan en una realidad.

A continuación algunos de ellos.

Un bosque de robots

Muchos de los droides que pueblan el cosmos Star Wars, se han hecho, al menos parcialmente realidad. Vayamos confirmando. C3PO, el androide broncíneo y diplomático, capaz de comunicarse en miles de idiomas, ha sido emulado por el «juguete» de Aldebaran Robotics, Nao, que es capaz de hablar 19 idiomas. ¿Quien no se acuerda de las pequeñas esferas robóticas con las que se entrena Luke Skywalker en el arte del combate Jedi? También son reales. Se llaman Synchronized Position Hold, Engage, Reorient, Experimental Satellites (SPHERES) y desde 2003 se utilizan en la Estación Espacial Internacional para controlar diferentes aspectos de la misión...aunque todavía nadie les haya dado un arma. Hay otros que pueden no ser tan encantadores como R2D2 o el esférico BB8, pero son igual de eficaces en lo que a tareas complejas respecta. El famoso Da Vinci, el robot médico, es capaz de suturar la piel de una uva al mismo fruto sin producir ningún daño. Puede que no tan preciso, pero igual de necesarios parece ser el robot de compañía Pepper, más aún al tener en cuenta el envejecimiento de la población...y el hecho que la primera serie, de mil robots, se agotó en un minuto.

Hagan juego

La escena transcurre a bordo del Halcón Milenario en la primera película. C3PO y Chewbacca se enfrentan en un juego de ajedrez en 3D. Parecía una fantasía. Hoy es una realidad accesible a niños a través del juego de la PlayStation EyePet. En él los personajes se proyectan, mediante realidad aumentada, en el mundo real y es posible interactuar con ellos al igual que hacían el robot políglota y el más velludo de los amigos de Skywalker. Lo que en primera instancia parecía una experiencia lúdica que permitía relacionarse con personajes imaginarios, ha ocupado otros sectores más allá del entretenimiento. En la Medicina, facilitando aprender de un modo más directo o en la Física, haciendo que los investigadores se puedan situar en eventos lejanos en el tiempo, como el Big Bang o en el espacio, en el interior de un átomo.

En la granja de...

El paisaje de Tatooine, el planeta natal de Luke Skywalker, es tan desértico que envidia al polo, de tan poca vida que parece albergar. El joven Luke trabajaba en una granja de humedad que funcionaba de un modo aparentemente sencillo: tubos refrigerados condensaban el aire húmedo que se formaba al entrar en contacto con el calor del planeta y las gotas de humedad que se recogían alimentaban los productos de la granja. ¿Extraer agua del aire? Eso es tecnología imaginaria, dirán muchos. Pues no, ya se está utilizando. El australiano Edward Lineacre desarrolló un pequeño molino que funciona con energía solar: se clava en el suelo y las aspas, al girar, absorben el aire, lo enfrían y las gotas de humedad obtenidas descienden por una columna central a la tierra, nuevamente. Esto es tecnología punta, pero existe un sistema que hubiera sido mucho más eficaz en Tatooine y es el que utilizan en el desierto de Atacama, en el pueblo de Chungungo. Allí, un sistema de redes, de entramado muy fino, se colocan sobre recolectores de agua. Por la mañana, debido a la diferencia térmica entre la noche y el día se forma una neblina típica de la zona, las redes atrapan el agua. El método parece básico, pero dota al pueblo de unos 10.000 litros de agua por día.

Viaje a otra dimensión

Cambiar de galaxia, en el universo Star Wars, es como cambiar de puerta de embarque en cualquier aeropuerto español. Bueno, a veces es más sencillo. El hecho es que, para Han Solo, dirigirse a otra constelación parece un juego de niños. Cuando a nuestros ojos resulta claramente imposible trasladarse, en instantes, a sitios a años luz de distancia. Pero no es imposible. El físico mexicano Miguel Alcubierre ha descubierto una posibilidad real de efectuar saltos al hiperespacio, basándose en una ecuación de Einstein que habla de esta posibilidad. Básicamente sería como construir una ola gigante formada por el espacio. El problema es que para deformar el espacio del modo adecuado para impulsarnos con esta potencia se precisan enormes cantidades de energía. Y, por ahora, no las tenemos. Habrá que conformarse con otras naves épicas...

Un paseo en la nave imperial

Los medios de transporte de esta saga espacial son, probablemente, uno de los objetos más perseguidos por la ciencia y la tecnología. Y hay dos, probablemente las preferidas por muchos seguidores de la Fuerza, que ya se han hecho realidad. En «El despertar de la fuerza», la última entrega (al menos por ahora), lo que queda del Imperio, la Primera Orden, aún vuela en las míticas naves imperiales, impulsadas por motores iónicos gemelos, que son los responsables de su movilidad y velocidad. La realidad es que en la actualidad los motores iónicos no sólo existen, sino que impulsan naves espaciales de verdad. Una de ellas es la sonda espacial Dawn de la NASA que ahora mismo se encuentra a 500 millones de kilómetros de la Tierra, explorando el planeta enano Ceres. Pero hay truco: los motores iónicos funcionan dando un impulsos muy pequeños. De hecho, tardaría unos cuatros días en pasar de los 0-100 km/h. La ventaja es que en el espacio no se precisa de velocidad, sino de constancia. Y los motores iónicos llevan cinco años funcionando sin problema. Y a una velocidad de 3.900 km/h, tampoco nada despreciable. La otra nave soñada son los aerodeslizadores. Desde el X-34 que Luke vende para pagar su pasaje en el halcón Milenario, hasta la tabla de surf con asiento que el mismo personaje pilota por los bosques de Endor. Cualquier «moto que pueda volar» es un sueño. Aunque la barcaza velera y flotante de Jabba tampoco es nada despreciable.

Un tímido paso hacia estas naves es la Lexus Hoverboard, una patineta flotante (más cercana a Marty McFly que a Han Solo) que precisa de una pista magnética y nitrógeno líquido para flotar.

Un salto más decidido es sin duda el ingenio desarrollado por Malloy Aeronautics: la Hoverbike, un cruce entre helicóptero y silla de montar, con dos hélices, una delante y otra detrás. El proyecto ya está en marcha y se espera que el año que viene salgan al mercado los primeros prototipos. Aunque todavía no se sabe el precio.

Muy similar en su diseño, quizás sospechosamente similar, es la Aero-X de la empresa Aerofex. Sus hélices le permiten alcanzar, en pleno vuelo, más de 70 kilómetros por hora. La ventaja es que puede llevar dos pasajeros a unos tres metros de altura. La desventaja es que un tanque alcanza para sólo una hora de diversión (¿de verdad alguien los usaría para viajar?) y su precio de de unos 80.000 euros.

Mano a mano

La escena en la que Luke Skywalker pierde su mano es tan icónica como aquélla en la que hamlet sostiene un cráneo. Por ello no es extraño que un fanático de la saga como Benjamin Tee, ingeniero de DARPA (la agencia estadounidense de defensa), desarrollara una piel artificial capaz de enviar impulsos a los nervios y reinstalar el sentido del tacto en un miembro perdido. La técnica de impresión de manos o piernas biónicas en 3D no sólo ha facilitado o abaratado los costes de este tipo de prótesis, sino que permite adaptarla a las necesidades de la persona. Luke estaría muy orgulloso del camino recorrido.

Miradas que matan

En el momento épica de la primera entrega, cuando Luke debe lanzar la bomba que terminará con el mal o con sus sueños, el joven piloto se quita las gafas espejadas del casco y asegura no querer el dispositivo de pantalla que le da información adicional. Un cristal que ya muchos coches llevan incorporados y que las Google Glass quisieron volver habitual.

Llamadas en 3D

En la mano de Obi-wan aparece una pequeña princesa Leia que pide ayuda. Los mensajes holográficos también se han hecho posibles. El profesor de ciencias ópticas Nasser Peyghambarian, de la Universidad de Arizona, los ha recreado utilizando 16 cámaras. El efecto, similar al mensaje de socorro, es utilizado por militares, arquitectos, médicos y personal especializado en catástrofes para analizar diferentes escenarios. Al mismo tiempo, la empresa VoxieBox ha desarrollado una técnica para «imprimir» luz en tres dimensiones y crear un efecto similar.