Armada

¿Necesita España un segundo portaaeronaves, como el LHD Juan Carlos I, para mantener su poder naval?

Aunque no está prevista a corto o medio plazo, fuentes militares consideran necesario contar con un segundo buque de estas características para disponer siempre de dos grupos anfibios.

Imagen del LHD Juan Carlos I navegando
Imagen del LHD Juan Carlos I navegandoArmada

Por qué los submarinos S-80 otorgarán a España proyección estratégica y un poder militar que ahora no tiene

Si hay un buque que representa el poder militar de una marina de guerra y, por ende, de un país, ese es el portaaviones. Tanto por sus dimensiones como por su capacidad de proyección estratégica, este tipo de barcos otorgan una capacidad añadida y son, al mismo tiempo, un símbolo de poderío naval al alcance de muy poco países y un elemento disuasorio.

De hecho, son muy pocos los países que, actualmente, cuentan con estos barcos en sus marinas de guerra, aunque también es cierto que hay muchos matices en lo que cada país considera que es un portaaviones, de modo que hay fuentes que le otorgan tres a Japón y otras que ninguno, del mismo modo que Italia tiene oficialmente dos, pero incluso en la página web de su Marina Militar los diferencia, definiendo a uno como portaaviones y al otro como portaaeronaves. En concreto, no llegan a una docena, aunque Estados Unidos se sitúa en otro nivel con sus 11 unidades.

Completan el listado Australia, India, Reino Unido, China e Italia, con dos buques cada uno (aunque China está trabajando ya en el tercero) de y Francia, Tailandia y España, con uno cada uno. Rusia también dispone de uno, el “Almirante Kuznetov”, pero está retirado del servicio para ser reparado, y justo acaba de salir del dique seco, aunque de momento no hay fecha definitiva para que vuelva a navegar.

Dado el carácter eminentemente marítimo de España, como recoge la Estrategia de Seguridad Marítima Nacional, y nuestra dependencia de las comunicaciones marítimas, junto a la configuración territorial dispersa (con archipiélagos y ciudades autónomas en el continente africano) y ser ribereños de uno de los estrechos con mayor tráfico marítimo del mundo (el estrecho de Gibraltar), contar con una Armada completa y lo suficientemente dotada de medios es una necesidad que viene confirmada por la realidad del entorno estratégico.

Por este motivo, además de los planes de construcción de las nuevas cinco fragatas de la clase F-110 en las que ya se trabaja, y los cuatro submarinos de las clase S-80 previstos, el primero de los cuales, el S-81 Isaac Peral será entregado a la Armada este año, hay voces que creen que es el momento de que España cuente con un segundo buque como el LHD Juan Carlos I, que pueda llevar aviones y helicópteros embarcados, que serviría para reforzar la capacidad de nuestro país de mantener su presencia en los dos mares en los que tenemos intereses: el Mediterráneo y el Atlántico.

El LHD Juan Carlos I responde a un estudio conjunto de la Armada y del astillero Navantia del que resultó la necesidad de construir un buque similar, aunque más pequeño, a los buques LHA y LHD que opera la marina de guerra de Estados Unidos y, a diferencia de éstos, equipado con una rampa de 12 grados de inclinación en la proa de su cubierta de vuelo, denominada ski-jump, que facilita el despegue de los aviones que embarca. En España fue definido como Buque de Proyección Estratégica (BOE) y en la nomenclatura OTAN como LHD. Este buque fue concebido con la capacidad de transportar, lanzar y apoyar logísticamente una potente fuerza anfibia expedicionaria desde mar hacia tierra, servir de transporte estratégico de los medios terrestres y aéreos del Ejército de Tierra hasta cualquier puerto donde se les pueda necesitar y servir de base flotante para llevar ayuda y auxilio en caso de catástrofe natural o humanitaria a cualquier costa o puerto donde pueda ser requerido, como ha ocurrido en febrero en el caso del terremoto de Turquía.

La otra función actual que cumple el Juan Carlos I, la de portaaeronaves del ala fija embarcable, cuando se botó la llevaba a cabo el portaviones Príncipe de Asturias (R-11), pero con la baja precipitada del Príncipe de Asturias, la Armada volvió a quedarse sin su segunda gran cubierta de vuelo tras décadas en busca de ese objetivo. El 10 de septiembre de 2010 fue entregado el Juan Carlos I a la Armada y el 14 de diciembre de 2013 se produjo la baja oficial del Príncipe de Asturias, terminando así el mínimo periodo, poco más de tres años, en que España operó simultáneamente dos portaaviones (o un portaaviones y un LHD para ser más exactos).

¿Por qué se dio de baja el Príncipe de Asturias? Esa pregunta se ha repetido hasta la saciedad en determinados ámbitos pues, aunque se había quedado antiguo, podía haber seguido prestando servicio unos años más y su retirada desató una fuerte polémica, pero la situación económica del momento impidió que el Ministerio de Defensa pudiera afrontar el gasto que suponía reformar sus sistemas de seguridad, tecnología y vida a bordo.

Así, el Juan Carlos I ha acabado asumiendo también su papel de plataforma aeronaval de manera definitiva, siendo la única cubierta desde la que pueden operar los aviones AV-8B+ Harrier II de la FLOAN. Además, por sus características, el único avión STOVL (Short Take Off Vertical Landing) en el mercado que podría llevar embarcado es el F-35B.

Hace casi 10 años, el entonces AJEMA, el almirante general Jaime Muñoz Delgado, aseguraba en un encuentro con los medios, que las necesidades de la Armada pasaban por los cuatro submarinos S-80 actualmente en construcción, cinco nuevas fragatas F-110, en cuya primera unidad ya se trabaja, y un segundo buque LHD como el Juan Carlos I.

De su lista de deseos la mayoría están en proceso de cumplirse... menos la última. De hecho, a pesar de que los presupuestos del Ministerio de Defensa para el presente año han aumentado sustancialmente respecto de ejercicios anteriores e incluyes ambiciosos proyectos, no hay ni rastro de ese segundo LHD. Lo lógico sería optar por un gemelo del Juan Carlos I con pequeñas modificaciones para mejorar las deficiencias observadas durante los años que lleva operativo. Esta posibilidad permitiría a la Armada disponer en todo momento de dos grupos anfibios compuestos cada uno de un LHD y un buque de asalto anfibio LPD, de los que disponemos de dos, el Galicia (L-51) y el Castilla (L-52).

Además, serviría para paliar situaciones como a la que tendrá que enfrentarse la Armada cuando, en 2025, se quede seis meses sin su buque insignia para sustituir su sistema de propulsión ante los repetidos fallos y averías que viene sufriendo desde su entrada en servicio.

Fuentes consultadas consideran que la Armada, que debe defender 8.000 kilómetros de costa y el eje Canarias-Estrecho-Baleares, necesitaría ampliar a ocho el programa de submarinos S-80, así como elevar de cinco a diez las fragatas F110. Se requerirían cinco destructores antimisil y antiaéreos de la clase F100, en su última versión F105, aumentar de 8 a 20 el pedido de helicópteros antisubmarinos SH60R, para dotar a cada escolta con al menos uno, acelerar la fabricación de la eurocorbeta, para descargar de tareas a los destructores. En esta misma línea rearmar a los BAM (Buque de Acción Marítima). La sustitución de los aviones P3 Orión por una flota combinada litoral/oceánica de 10 C295 ASW/ASUW y cuatro P8 Poseidón, encomendar la patrulla marítima aérea a drones como el INDRA P2006T MRI, sin olvidar un segundo LHD para que junto con el Juan Carlos I porten 24 cazas F35B para apoyar operaciones anfibias.

Sin embargo, expertos militares consultados por este diario consideran esta opción de un segundo LHD como deseable pero "económicamente inviable y más al doblarse la necesidad de aeronaves embarcables", pues habría que comprar una nueva flota de F-35B para situar un ala embarcada en este segundo buque, a añadir a los que Defensa tiene previsto adquirir para sustituir a los Harrier, cuya vida operativa está próxima a su fin.

Además, la Armada tendría otras necesidades más perentorias, como aumentar el número de vehículos de escolta (fragatas fundamentalmente) y submarinos, además del programa de la futura corbeta europea fruto del acuerdo entre España, Francia, Italia y Grecia, que la Armada quiere que puedan realizar tanto misiones de patrullaje y vigilancia puras y duras como misiones de escolta limitada de unidades de porte menor, como agrupaciones de cazaminas, mando de grupos de ataque de superficie, así como apoyo al despliegue en tierra de unidades anfibias y de fuerzas de operaciones especiales. Es decir, un pasito más que un simple patrullero de segunda línea pero sin llegar a ser un buque de primera línea. El objetivo inicial es contar con seis de estas corbetas, que se llamarán oficialmente Buques de Protección Marítima (BPM).

Los portaaviones del resto de países europeos

Sin embargo, no debe perderse de vista que nuestros vecinos han apostado por los portaaviones y pueden relegar a la Armada si no da un paso adelante en este sentido. Italia, una potencia económica similar a España, dispone de dos dos buques para transportar aeronaves, el Cavour y el Garibaldi, aunque este último será relevado próximamente por el LHD Trieste.

El Cavour, buque insignia del país, puede embarcar y operar con todo tipo de aeronaves suministradas a la Armada: Helicópteros (EH 101, NH 90 y SH 3D), aeronaves AV-8B (14 monoplazas y 2 biplazas), así como los F-35B, cuyas primeras unidades ya están en servicio y que irán llegando hasta completar un pedido final de 15 aviones para cada uno de los portaaeronaves de la Marina Militare italiana.

La cabina de vuelo del Cavour se extiende de proa a popa con una pista paralela al eje longitudinal y un salto de esquí (trampolín), que asegura que la aeronave pueda despegar con la máxima carga útil. El hangar está dimensionado para acomodar hasta 12 helicópteros o, alternativamente, 8 aviones. Tiene 220 metros de eslora y 34 de manga. El hangar se puede utilizar, parcial o totalmente, para el transporte de vehículos con ruedas o sobre orugas. Se trata, por tanto, de un portaaviones adecuado para operar una gran cantidad de helicópteros y aeronaves STOVL ( Short Take Off Vertical Landing ), al tiempo que realiza funciones de comando y control de operaciones mediante comandos complejos.

El Garibaldi, por su parte, entró en servicio en 1985 y fue el buque insignia de la Armada italiana hasta 2012, cuando llegó el Cavour. Tiene 180,2 metros de eslora y 30,4 de manga, alcanza una velocidad de 30 nudos, una autonomía de 7.000 millas y puede embarcar entre 12-18 aviones así como helicópteros. En cualquier caso, está a punto de ser entregado a la marina de guerra italiana el LHD Trieste, un buque de asalto anfibio similar al Juan Carlos I español capaz de operar como un portaaviones medio, que sustituirá al Garibaldi como segundo portaaviones y pasará a ser el buque insignia de la flota, con 213 metros de eslora y 33.000 toneladas de desplazamiento. Su autonomía es de 7.000 millas a 16 nudos y su cubierta de vuelo es de 230 metros de largo y 36 de ancho. Irá equipado con helicópteros como el EH101 y el NH90 y F-35B Lightning II. Tendrá un dique inundable capaz de acomodar embarcaciones de desembarco anfibio y carros de combate.

Por su parte, Francia anunció en 2020 que ya trabaja en la construcción de un nuevo portaaviones mucho mayor que el actual, el Charles de Gaulle. Tendrá 310 metros de largo, 85 en el punto más ancho de la cubierta y un peso muerto de 75.000 toneladas, lo que equivale a aproximadamente 1,5 veces el tamaño del actual. El nuevo buque podrá transportar hasta 30 aviones de combate Rafale o el sucesor del avión de combate Dassault que actualmente están desarrollando Francia, Alemania y España. El ejército francés inicialmente se había inclinado hacia un barco con propulsión convencional, pero luego optaron por un barco de propulsión nuclear, a pesar de los costos de construcción más elevados, por razones técnicas y estratégicas. En cualquier caso, nunca sería un segundo portaaviones, sino que sustituiría al actual.

Otro país mediterráneo que está a punto de poner en servicio un portaaeronaves es Turquía, una potencia militar en alza. En este caso, será el TCG Anadolu (L-400), un buque basado en el LHD Juan Carlos I español, construido por Navantia que podría ser entregado a la Armada turca a finales de este año. Será el mayor barco del país con una eslora de 231 metros, una manga de 32 y un desplazamiento de 27.436 toneladas, que permitirá fortalecer las capacidades de proyección de fuerza de Turquía. La velocidad máxima será de 20,5 nudos y su autonomía se sitúa en 9.000 millas náuticas completamente cargado.

Pese a que inicialmente fue concebido como un portaaviones, al igual que su “gemelo” español Juan Carlos I, la ruptura del compromiso de venta de cazas F-35 a Turquía por parte de Estados Unidos hizo que las autoridades se replanteasen el proyecto. Así, el TCG Anadolu embarcará drones, pasando a ser, según Demir, el único buque de sus características con aeronaves no tripuladas. En este caso, serán del fabricante local Bayrak, el mismo que ha fabricado los Bayraktar TB2 que Ucrania está utilizando contra Rusia y que tanto daño ha provocado a sus fuerzas armadas. Además Erdogan no descarta construir un segundo buque pero mayor que el Anadolu, para lo cual propuso a Navantia trabajar conjuntante.

Más delicada es la situación de Reino Unido, que estuvo muchos años sin ningún portaaviones y ahora dispone en principio de dos, aunque uno de ellos, con menos de dos años de vida, permanece en dique seco tras las graves averías sufridas el pasado año. Se trata del HMS Queen Elizabeth (entregado a la Royal Navy en 2017) y el HMS Prince of Wales (en 2021), los más grandes y avanzados jamás construidos en este país. Inicialmente, los barcos llevaron helicópteros de su propio escuadrón dedicado. La amplia cubierta de vuelo y el hangar pueden acomodar cualquier helicóptero en el inventario militar de Gran Bretaña y, desde 2020, incorporaron el F35B Lightning II, de despegue vertical, que sustituye a los anticuados Harrier. Hasta 36 de estos aparatos podría transportar.

La Royal Navy ha explicado que el HMS Prince of Wales sufrió un daño en el sistema de propulsión. Las autoridades han asegurado que una conexión en el eje de transmisión de estribor que une los motores principales del portaaviones con las hélices falló, provocando daños importantes en el sistema de propulsión. De momento, no se sabe cuándo volverá a navegar.