Ciencia y Tecnología
Póngale unas gafas al loro y sabrá cómo volar un dron
Un experimento de la Universidad de Stanford utiliza la última tecnología para desentrañar algunos secretos del vuelo de las aves y aplicarlos después a los drones
Preparados, listos... Ya. ¡A volar! Los investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, observan con suma atención el vuelo de un loro nada común, en un recorrido nada habitual y, desde luego, ataviado como ninguna otra ave lo ha estado: con unas gafas impresas en 3D y dotadas de la tecnología que permitirá observar tridimensionalmente los vórtices -remolinos de viento que se generan al paso del ave- que se crean en el ascenso del animal.
El diminuto loro, perteneciente a la segunda especie más pequeña de estos animales que existe en el mundo, ha sido bautizado como Obi-Wan Kenobi, y ha sido el elegido por los investigadores para averiguar lo que aún no sabemos del vuelo de los animales.
Y un segundo objetivo en el horizonte, no menos interesante: obtener las claves para perfeccionar en un futuro los patrones de vuelo de los drones y de los robots aéreos.
Según informan tanto la Universidad de Stanford como la revista Science, el experimento pretende calcular el efecto ascensor de las aves, es decir, la cantidad de fuerza que utilizan para mantener sus cuerpos en alza, de los que se desconocen muchos detalles.
Para lograrlo, los autores del estudio pasaron meses entrenando a Obi para volar a través de un láser vertical aplastado proyectado a través de una lente cilíndrica. Para evitar riesgos, Obi tenía su propio par de gafas impresas en 3D como gafas de seguridad, y los láseres eran inofensivos. Estos últimos eran imprescindibles para observar tridimensionalmente los vórtices que las aves crean al soltar sus alas.
Un total de 12 cámaras de alta velocidad rodearon la trayectoria de vuelo de 1 metro de longitud para capturar la velocidad de Obi, el flujo de estela y la trayectoria de los vórtices. Los resultados, publicados en la revista científica Bioinspiration & Biomimetics, ayudan a explicar la forma en que los animales generan suficiente elevación para volar, y podrían tener implicaciones sobre cómo se diseñan los robots voladores y los drones.
«El objetivo de nuestro estudio fue comparar modelos muy utilizados en la literatura científica para calcular cuánto se levanta un pájaro, u otro animal volador, a partir de su estela», dijo Diana Chin, estudiante de posgrado en el laboratorio de Lentink y autor del estudio. «Lo que encontramos fue que los tres modelos que habíamos probado eran muy inexactos porque hacen suposiciones que no son necesariamente ciertas».
A partir de aquí, a los investigadores les queda mucho trabajo por hacer. Pero quizás los drones que sobrevuelen nuestras cabezas en un futuro no muy lejano tengan algo que agradecer al pequeño Obi, el diminuto loro de las gafas y el láser.
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