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Privacidad: EEUU y China pueden leer su correo

Unas fotos, varios contactos y visitar alguna página son suficiente evidencia para que se ponga en marcha una investigación. Sin embargo, ¿tiene la inteligencia límites legales? ¿Existe algún tipo de protección?

China es actualmente el país más vigilado del mundo
China es actualmente el país más vigilado del mundolarazon

Unas fotos, varios contactos y visitar alguna página son suficiente evidencia para que se ponga en marcha una investigación. Sin embargo, ¿tiene la inteligencia límites legales? ¿Existe algún tipo de protección?

A menudo se habla de todos los datos que se pueden conocer de nosotros por medio de las redes sociales, las aplicaciones y el uso que hacemos de internet: nuestro número de teléfono, dirección, edad, preferencias sexuales, políticas, historial de compras, empleo, vacaciones, si estamos al corriente de los impuestos, nuestra línea de crédito y todavía más. Todos estos datos no sólo son fundamentales para las empresas, que pagan por ellos, sino también para diferentes gobiernos.

Con este objetivo, cada nación elabora leyes que le permiten saber qué se dice y qué se hace en la red, dentro del marco de la legalidad. Y para ello se sirve de la tecnología. La gran ventaja es que internet no tiene fronteras. La desventaja es que es muy probable que algún gobierno haya leído tus correos o visto tus imágenes.

Estados Unidos

En estos días, ha entrado a debate la sección 702 del Acta FISA (siglas en inglés de «Acta de Vigilancia de Inteligencia Extranjera»). Su objetivo es permitir a las agencias de inteligencia nacionales el poder para espiar comunicaciones electrónicas (correos, mensajes telefónicos, etc.) y llamadas de extranjeros que vivan fuera de Estados Unidos para poder averiguar si se está llevando a cabo un complot terrorista y en primera instancia no implica el espionaje de locales. Lo que algunos miembros del congreso de Estados Unidos proponían era que fuera necesario obtener una orden judicial si se obtenía información de estadounidenses. Pero esto no se aprobó y el acta 702 seguirá vigente como estaba hasta ahora durante seis años más.

Si bien la mayoría de los estadounidenses están de acuerdo con esto, porque supuestamente no invade su privacidad, hay letra pequeña. La realidad es que también se obtiene información sobre los ciudadanos del país si los «sospechosos» se comunican con ellos. Cómo se establece la categoría de sospechoso es otro asunto oscuro: un profesor universitario chino, de la Universidad Temple, fue acusado de espionaje y controlado durante meses, sólo porque escribía correos a otros profesores de física en el país asiático.

Otra salvedad: también se analizan las comunicaciones que «atraviesen» suelo estadounidense, ya sea por estar alojadas en portales locales (por ejemplo, Gmail) o porque los cables de fibra o los servidores que guardan información y la transmiten, se encuentren allí. Es decir, en verdad, cualquier comunicación, todo vídeo o foto, es plausible de ser interceptada y analizada.

Así, cualquiera de nosotros que tenga un familiar viviendo en otro país, que hable de Estados Unidos en un correo o que envíe una foto de un viaje a este país es susceptible de ser espiado. Y no hay modo de saber si ya lo están haciendo, ya que la agencia encargada de la vigilancia nunca ha querido dar las cifras ya no de extranjeros, sino de estadounidenses que han sido espiados en virtud de la sección 702. Por lo tanto, en los próximos seis años puedes ser objeto de interés para el gobierno de Trump y del que venga. Si no lo has sido ya.

¿Hay algún modo de protegerse? No, simple y sencillamente nada que hagamos o dejemos de hacer garantiza que no despertemos el interés del gobierno. Para los algoritmos que utiliza la FISA, unas fotos, unos contactos y visitar algunas páginas son suficiente evidencia para comenzar una investigación. La única opción es desaparecer de la red y lanzar el smartphone muy lejos. Y sin batería.

China

Es el caso más interesante, en términos sociológicos, de todos. Y puede que el más aterrador. En junio de 2014, el gobierno chino publicó un documento titulado «Planificación para la Construcción de un Sistema de Crédito Social», que nada tiene que ver con bancos ni entidades financieras y se basa en la siguiente pregunta: ¿Qué ocurriría si hubiera una agencia gubernamental que puntuara a los ciudadanos según su comportamiento y decidiera qué pueden hacer (y ser) según este puntaje?

Actualmente China es el país más vigilado del mundo. Cuenta con cerca de 200 millones de cámaras de vigilancia y en 2020 se espera que la cifra sea más que el triple y alcance los 626 millones, casi una cámara cada dos habitantes. Y no se trata sólo de grabar vídeos. El sistema de control cuenta con inteligencia artificial y reconocimiento facial. Y es tan avanzado y obtiene tal cantidad de datos que, cuando se identifica un sospechoso de cualquier delito, es posible seguir sus pasos retrocediendo hasta una semana y así ver qué hizo, dónde estuvo y con quién se encontró. El periodista John Sudworth, de la BBC, hizo un experimento, con la aprobación de las autoridades chinas, para poner a prueba el sistema. Su objetivo era ocultarse de la vigilancia el mayor tiempo posible. Apenas «duró» siete minutos.

Todo esta maquinaria (y más aún) es lo que China planifica utilizar para poner en marcha su sistema de crédito de la población en 2020. Aunque los primeros pasos ya se están dando, principalmente a través del gigante Alibaba y los ciudadanos que quieran participar, pues lo pueden hacer ahora mismo de forma voluntaria. En dos años, será obligatorio.

Los créditos consisten básicamente en lo siguiente. Por medio de nuestro comportamiento social en internet, es decir, redes sociales y también «wearables» como Fitbit, las horas que pasamos viendo televisión, dónde vivimos, con quién nos relacionamos, nuestro historial financiero... Todo ello sirve para establecer un puntaje de tres cifras para nuestra identidad que dictamina nuestra «credibilidad».

Los responsables de la puntuación utilizan un complejo algoritmo desarrollado por Alibaba que, aunque muy complejo y secreto, se basa en cinco parámetros. El primero de ellos es el historial financiero, el segundo el cumplimiento de sus obligaciones, el tercero son las características personales (dirección, número de teléfono, etc.) y a partir del cuarto, conducta, es cuando se pone interesante. Aquí se analizan nuestros hábitos de compra. De acuerdo con una entrevista realizada por la revista «Wired» al Li Yingyun, director de Tecnología de Sesame (subsidiaria de Alibaba y responsable de puntuar a los ciudadanos), «una persona que compra pañales tiene un sentido de la responsabilidad muy alta y es fiable. Alguien que pasa 10 horas alquilando películas o viendo series en internet, por otra parte, es un indolente». El quinto factor en juego son las relaciones interpersonales, ya sean las virtuales o las reales. Basándose en todos estos factores, Sesame puntúa a los ciudadanos con un «valor» entre 350 y 950.

Tener 600 puntos permite acceder a un crédito de hasta 600 euros para hacer compras en internet. A partir de los 650 puntos es posible alquilar un coche sin pagar fianza, registrarse en hoteles en el área preferente y hacer el «check in» en el aeropuerto de Pekin en la zona VIP. A los 700 puntos es factible viajar a Singapur sin necesidad de presentar documentos, como la carta del empleador, y con 750 se logra una VISA para la Unión Europea sin hacer cola. La valoración obtenida se ha convertido en algo tan importante que unas 100.000 personas ya lo publican en Weiboo, el Twitter chino.

Todo el sistema está diseñado para premiar a las personas «confiables», permitiéndoles acceder a créditos, hipotecas, mejores colegios para sus hijos y hasta una pareja «más adecuada» a su nivel. Pero también penaliza: quienes no pasen de los 500 puntos tendrán una velocidad de conexión más lenta, su acceso a restaurantes será restringido, al igual que sus oportunidades laborales y la educación de la prole.

Debido a que hasta 2020, y probablemente unos años después también, no se podrán ver las consecuencias de esta medida, es difícil anticiparse al impacto que podrá crear a nivel global. Pero si tenemos en cuenta que China es la segunda potencia económica (por ahora) y que también está en los puestos de medalla de avances tecnológicos, es seguro que nos influirá.