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Aída Domenech: «Si alguien ataca a mis seguidores me pongo loca»

Aída Domenech / «Blogger». En las redes sociales es más conocida como Dulceida. Acumula seguidores allá por donde pasa, tantos que ya tiene un sitio en la televisión: en el esperado «talent» de Sara Carbonero

Aida Domenech
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En las redes sociales es más conocida como Dulceida. Acumula seguidores allá por donde pasa, tantos que ya tiene un sitio en la televisión: en el esperado «talent» de Sara Carbonero

Se llama Aida Domenech, pero todos la conocen como Dulceida. Al menos los que la siguen, cual si fuera la virgen de Fátima, en su página, en su canal y en sus fotos de Instagram. Si no les suena su nombre o no conocen su melena con mechas californianas y sus ojos verdes con un punto de melancolía es que ya no están en esa edad de privilegio. Los treinta, sí. Los de esta chica que arrastra fans entregados, más aún, devotos, por las redes, en las que, por si alguno no lo sabe, se viven vidas paralelas.

Dulceida es un fenómeno blogger, pero ¿por qué? «Tal vez mi diferencia es que soy tal cual, natural. Igual en la redes que como con mis amigos y mi familia». No es poca cosa. No es fácil comportarse con naturalidad ante tantos ojos desconocidos. Y algo tendrá el agua cuando la bendicen porque ella, la «blogger» española del momento, ya tiene sitio en televisión. Ni más ni menos que en el esperado talent de Sara Carbonero «Quiero ser». «Es cierto. Voy a estar ahí para formar y enseñar a las chicas en cuanto a moda, tendencias, redes sociales..., enseñarles mi trabajo». Y casi la vida, diría yo.

O al menos un tipo de vida que engancha a tantas jóvenes de hoy en día. Aunque no todas tienen tanta suerte. A lo mejor influye el nombre. ¿De dónde sale el Dulceida? «Pues..., tenía yo dieciocho años y me empecé a meter en internet y me dije que tenía que buscarme un nombre. No quería que fuera con la moda ni que significara nada. Pensé y salió Dulceida» Así sin más. Casi porque sí. El caso es que, bautizada, Dulceida encontró su lugar en la red y ahora, años después ya está tan afianzada en ella, que casi puede hacer lo que quiera, hasta tener novia en vez de novio. «Sí. Y me voy a casar y quiero tener hijos, aunque todavía no. Aún me siento muy joven». El caso es que, la bloguera de moda, tuvo novio antes de novia. Y como salir del armario le ha venido tan bien desde el punto de vista mediático, le pregunto si ha sido la campaña de marketing perfecta: «Bueno, a ver, yo lo hago todo de corazón y hago lo que me apetece; pero luego sí que es verdad que tanto a mi chica como a mí nos ha seguido mucha gente del sector gay».

Más seguidores, pues, para Dulceida, que es una verdadera «influencer» y no solo por el número de «followers» sino que la diferencian otras cosas en este mundo del engaño de las redes. «Sí. Total. Los seguidores engañan y también los números. Se sabe si eres influencer de verdad con los resultados. Si haces un evento y te vienen a ver, si haces un sorteo y participa muchísima gente..., o sea si tienes este ‘‘engagement’’, que se llama, que mucha gente no tiene».

Tanto, como para dejar constancia en papel de él, a través de un libro. El de Dulceida es pura inspiración: «Exacto. Sirve para inspirarte en temas de moda. Hay capítulos que es invierno, verano, primavera y otoño. Es lo que he pretendido hacer. Inspirar en esos días en los que no sabes qué ponerte. Además hay fotos artísticas, cuatro cosas personales...».

Inspirar. Ni más ni menos. Será que es una experta en moda, una consejera, tal vez... «Ninguna de las dos cosas. Soy una chica normal que da su opinión. Doy la opinión de lo que me gusta y comparto lo que me gusta. Y, bueno, siempre comparto cosas buenas, obviamente. Nunca hablo mal. Creo que ya hay muchas cosas en el mundo, así que yo solo hago cosas que me hacen feliz y las comparto. Creo que la gente me sigue por eso». Por eso y porque defiende a sus seguidores como si fuera el primo de Zumosol. O lo que es lo mismo: deja que se metan con ella, pero con sus seguidores, ni de broma. «Eso es verdad. Hay veces que me ponen alguna crítica y mis seguidores la responden; pero si alguien ataca a mis seguidores me pongo loca, porque al final yo he crecido gracias a mi trabajo, pero también gracias a ellos. Si no me siguieran yo no estaría donde estoy». O sea en las redes, en internet, navegando que es gerundio, y por obra y gracia de ella misma. Solita y sin compañía. «Así es. Yo me ocupo de mis redes, mi blog, mi YouTube... todo lo hago yo». Y lo hace bien. Tanto como para rentabilizarlo convenientemente y vivir con holgura de este asunto «Y desde hace unos cuantos años, desde 2009. Y vivo muy bien y muy contenta».

Tan contenta y tan requerida, que podría haberse convertido en una «blogger» caprichosa, de esas que piden que le pinten la habitación del hotel de color melocotón, por ejemplo,pero no. «Y creo que nunca lo pediré. Yo pido mis necesidades que son muy básicas. Y estoy igual de encantada de dormir en un hotel de cinco estrellas o en un camping. Yo creo que mi gracia es que no he cambiado y soy la misma».

Si es la misma, debe ser porque conserva los sueños de siempre. Y entre ellos cabía uno que era el de ser actriz , «y no lo he apartado. Cuando me empecé a formar ya en serio haciendo cursos aquí en Madrid y me empezó a salir lo del blog lo dejé un poco de lado..., pero sigue siendo uno de mis sueños».

Es una chica de moda. Y hay más como ella, aunque no tengan tanto éxito. Sin embargo a los chicos les cuesta un montón entrar en el mundo «blogger» y le pregunto a Dulceida por qué. «Pues yo creo que es porque está el prejuicio de que si un chico viste muy bien es como muy gay ¿sabes? Y además es que las chicas se interesan más por la moda que los chicos». Dulceida es una estrella. Una «star» total del siglo XXI una artista de las redes. Y como tal, merece un representante. «Lo tengo desde hace tiempo y también a gente que me ayuda..., es que si no no das abasto. Soy una empresa». Desde luego que lo es. Tiene 940K seguidores en Instagram y unos 520 K en Youtube... Y grandes cifras también en Facebook y Twitter que a ella no le parecen tan grandes «porque esas redes las uso mucho menos».

Personal e intransferible

Aida Domenech nació en Barcelona en el año 1989. Está soltera, no tiene hijos y se siente orgullosa «de luchar por mis sueños y conseguirlos». No se arrepiente de nada, perdona y olvida. Le hace reír «mi pareja» y llorar «cuando le pasa algo malo a la gente que quiero». A una isla desierta se llevaría a «mi pareja». Le gusta comer «spaghetti carbonara» y beber «jagger con Redbull». Su manía es «chuparse el dedo para dormir» y su vicio «fumar». El sueño que se le repite es «que mi pareja me deja». De mayor le gustaría «dedicarme a la moda, tener mi propia marca y seguir así» y si volviera a nacer sería «actriz».