Fotografía

Daniel de los Muros: «Mi novia primero se enamoró de la perra y después de mí»

Empezó como un juego. Él subía fotos con su perra a las redes sociales y ya. Ahora, el can marca tendencia en Instagram

Daniel de los Muros: «Mi novia primero se enamoró de la perra y después de mí»
Daniel de los Muros: «Mi novia primero se enamoró de la perra y después de mí»larazon

Alos que tenemos perro, e incluso nos sentimos así, no nos tienen que convencer de lo importantes que son en la vida las mascotas. Pero, además, hay a quienes estos animales les cambian el rumbo. Es el caso de Daniel de los Muros. Un chico que puso un perro en su vida –o, mejor dicho, una perra de raza Weimaraner llamada Bruma– y vio cómo su mundo se daba la vuelta. La historia es sorprendente, y el éxito de Daniel y, sobre todo, de Bruma, también. ¿Quieren saber cómo empezó todo? «Pues fue en Instagram, como otras muchas cosas. Un amigo me habló de ello y me instalé la app. Empecé a enredar y a subir fotos y, poco a poco, se fue convirtiendo en una afición, hasta llegar a ser lo que es ahora: varias exposiciones y un montón de cosas, gracias a las fotos de la perra».

Ella, Bruma, es la estrella total. Y, lo más curioso, es que se trata de la primera mascota que pasa por la vida de su dueño: «Después de Bruma he tenido algún can más, como el de mi novia, que murió justo el año pasado, pero mío es el primero. Ni siquiera hubo perros nunca en mi familia, pero sí es cierto que me gustaban y que quería tenerlos. Cuando me fui a vivir solo y estaba más o menos estable en Cáceres, vi que tenía buenas condiciones y me animé, así que me la traje de Navarra». Lo que no sabía Daniel es todo lo que le iba a reportar Bruma, casi convertida en su socia, además de en su modelo... «Pues sí. Empecé a hacer fotos de todo un poco, muchas de la perra, y al final he acabado haciéndolas solo de ella, porque al resto le hacían poco caso. Está claro que ella es la estrella, la reconocen, la gente pregunta... A mí no me hacen ni caso».

No es raro, porque Bruma protagoniza todas esas instantáneas con más de 80.000 seguidores en Instagram. Y marca tendencia con sus collares, con sus posturas, con todo lo que hace... Es una especie de bloguera canina, a la que, como a los más influyentes, le mandan infinidad de regalos: «Exacto, pasa lo mismo que con las ‘‘influencers’’. La gente quiere que lleve sus collares, que se fotografíe con sus relojes... Y yo pues lo hago con todo lo que llega y me apaño para hacer siempre una foto graciosa».

Le pregunto si le da mucho al Photoshop, porque son verdaderamente increíbles: «No, no. La perra se pone así. Yo le enseño a sentarse con las patas encima de la cámara y todo tipo de enredos. Pero tampoco he dedicado muchas horas a adiestrarla... Es como un juego con ella. Yo le digo: «Bruma, quédate ahí, venga», y si lo hace bien la premio. Al principio eran cosas más sencillas, pero luego todo se fue complicando más y me ha seguido haciendo caso... Hasta el día que se canse».

No parece que ese día esté cercano. Por lo que se ve en las fotos de su Instagram (@danidlm), a la perra todo le parece bien: conducir un autobús, hacer el pino, convertirse en gárgola, contemplar una puesta de sol, vestirse, ponerse gafas, llevar un maletín... En fin, es una perra-persona que tiene encandilados a sus seguidores, e incluso es una actriz perruna, con una película en su currículum: «Eso fue hace bastante, en los inicios. Mandé una foto suya conduciendo un descapotable, otra buceando y otra montando en bici. Les gustaron mucho y me llamaron para el rodaje. Pero fue más la experiencia de vivirlo que su aparición, que fue bastante anecdótica. Pero pagada: «Pagada, sí. Y además ahí fue cuando empezaron a llamarme de algún periódico y a crecer la bola, porque, cuantos más contactos hacía, había más seguidores».

Más allá del «hobby»

Porque de primeras las fotos de Bruma eran «puro ‘‘hobby’’» que le costaban mucho dinero. Daniel es topógrafo y tiene una pequeña empresa, aunque cada vez le dedica más tiempo a todo lo que rodea a la weimaraner y ya no le cuesta tanto: «Con lo que voy sacando, pago las exposiciones o invierto en marcar o imprimir una foto... Pero tampoco quiero convertirlo en un negocio. Prefiero seguir con lo mío y que esto sea una diversión. En el momento en el que te lo tomas como un trabajo ya no es lo mismo, porque dependes de eso para vivir». En calidad de «hobby» parece que le dedica buena parte de su ocio porque ya ni sabe cuántas muestras ha hecho: «Hemos expuesto en todo tipo de sitios, cafeterías, galerías... Y no suelo vender las fotos por lo mismo, porque son para disfrutar con mi gente, con nuestros seguidores, que se acercan a conocerla en vivo. Y yo voy con ella y es una manera de conocer gente... Y luego, cuando alguna vez sí las he puesto a la venta, por exigencias de la sala, el cien por cien de los beneficios ha sido para alguna asociación en defensa de los animales».

Le pregunto a David, ahora que él también es medio perro, si además es vegetariano, antitaurino, animalista... «No, no. No soy animalista, pero me gustan los animales y creo que hay que tratarlos bien, eso sí. E intentar que no haya casos de abandonos ni maltratos. Por eso colaboro con una protectora acogiendo a algún cachorrillo. O sea, ayudo lo que puedo, pero no soy ni vegetariano ni nada y, aunque no me gustan los toros y no iría a una corrida, tampoco se los quitaría a quienes le gustan. Prefiero no meterme en esos fregados porque no soy muy radical y hay muchos puntos de vista, con sus pros y sus contras; además, existe gente viviendo de ello, e incluso animales, por eso prefiero no meterme».

Él a lo suyo. A hacerle fotos a su perra «influencer» y a dejar pasmado al personal con ellas en los sitios más bonitos y con las posturas y «atrezzos» más diversos. Le hace muy feliz, pero no es lo único que ha hecho Bruma por él: «No. Además me “presentó” a mi novia...» ¿En serio?, le pregunto. «Bueno, es que es su veterinaria y primero se enamoró de la perra y después de mí...».

Personal e intransferible

Daniel de los Muros, dueño de Bruma, nació en Cáceres en 1976, está «soltero pero con pareja». No se arrepiente de nada. A una isla desierta se llevaría «a mi familia, a Bruma y mucha comida». No tiene manías, ni vicios, ni sueños que se le repitan. De mayor le gustaría «tener salud y estar rodeado de la gente que quiero», y si volviera a nacer «haría las mismas cosas».