Ciencia y Tecnología
Sexo sintético: La revolución para la que no estamos preparados
La tecnología está abriendo las puertas hacia tendencias en el sexo que buscan cambiar nuestro planeta
La tecnología está abriendo las puertas hacia tendencias en el sexo que buscan cambiar nuestro planeta.
El sexo es una de las conductas más determinantes de los humanos. Su importancia excede el mero encuentro lúdico o reproductivo y afecta de un modo determinante a la economía global. Nuestro futuro está, literalmente, en manos del sexo. Y ahora la tecnología ha decidido meter mano.
Todo comenzó un mes atrás cuando expertos de la Universidad de Washington acuñaron una nueva expresión: sexo sintético. Básicamente lo que consiguieron en primera instancia fue modificar los hábitos reproductivos de un sujeto perenne de los laboratorios, la Saccharomyces cerevisiae, más conocida como levadura (sí, la misma del pan).
Este organismo, dada su alta tasa de reproducción (una nueva generación nace cada 90 minutos), es fundamental en los laboratorios de biotecnología, ya que es fácil ver cómo ciertas moléculas y genes interactúan con él y con las futuras generaciones.
Obviamente el sexo en el mundo de la levadura no es tan dinámico, por decirlo de algún modo, como el de especies más evolucionadas. Los términos macho y hembra no se aplican aquí, más bien se trata de unas proteínas que se encuentran en el exterior de la levadura y, si son de un tipo u otro determinarán su función en la reproducción. Los expertos logran cambiar estas proteínas para estudiar las diferentes propiedades de nuevas cepas y también para confundir a las pobres levaduras que se hacen un lío a la hora de liarse.
Y ahora es cuando se vuelve interesante. Los expertos del citado estudio, liderado por David Younger, han logrado no sólo modificar la proteína, sino también los hábitos sexuales de la levadura incrementando su actividad sexual hasta un 50%. En pocas palabras, han creado una tecnología para darles viagra, sólo que a nivel molecular. Esto permite analizar las interacciones moleculares a un nivel más extenso y así saber, por ejemplo, cómo interactúan las moléculas que componen ciertos fármacos con las de un organismo vivo. ¿Cuánto? Para probar la tecnología, el equipo de Younger decoró el exterior de las células de levadura con proteínas humanas y elaboró 1.400 variantes de un fármaco anticancerígeno conocido como XCDP07.
En el estudio, publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», los autores señalan que éste es el primer paso para comenzar a crear tecnologías que modifiquen los hábitos sexuales de organismos más complejos. Primero llegarán las plantas, y la agricultura verá un boom en sus rendimientos y sus propiedades. Plantas que antes no podían reproducirse en determinados climas, ahora lo podrían conseguir. Más tarde llegarán la ganadería y la conservación: animales como los pandas, en peligro de extinción, verán cómo aumenta su libido. Llegará una explosión demográfica propiciada por la tecnología. Y entonces llegaremos los humanos para probar el sexo sintético.
La mayoría de los países europeos, España e Italia a la cabeza, tiene una tasa de fertilidad de 1,5, lo que no garantiza el reemplazo generacional. El número de nacimientos no es suficiente no sólo para pagar las pensiones, sino para reemplazar a las personas que mueren. Y aquí no estamos tan mal: en Singapur la tasa de natalidad es de 0,83 por mujer, más de un tercio de los japoneses (cuya tasa de natalidad es de 1,4 y desde 1975 tienen problemas con las cifras de reemplazo generacional) no está interesado en ningún tipo de contacto sexual. Rusia, preocupada por su alta tasa de alcoholismo y jóvenes con VIH, declaró en 2007 que el 12 de septiembre sea el día nacional de la concepción. Corea del Sur, Hong Kong, Hungría, Austria y Grecia también tienen graves problemas en este sector. De acuerdo con el ingeniero Alejandro Macarrón, «si los números actuales se mantienen, cada nueva generación de españoles será un 40% más pequeña en número que la anterior». Otro dato más de nuestro país. Actualmente la población de menores de 15 años representa casi el 20% del total. Una cifra muy similar a la de los mayores de 65. En cuatro décadas, los mayores de 65 años seremos un tercio de la población y los menores de 15 años apenas sobrepasarán el 10%.
Como seres humanos nos sentimos atraídos hacia otros por diferentes motivos y creemos que se trata de caprichos, cuestión de piel o el lugar y el momento adecuado. Pero la realidad es que la evolución juega un papel fundamental: nos gustan quienes complementan nuestro equipaje genético y el objetivo es garantizar nuestra diversidad. Y esta atracción se basa en diferentes moléculas.
La tecnología de sexo sintético utiliza las moléculas para influir en la tasa de reproducción. Son muchos los expertos, incluso las Naciones Unidas y la Unión Europea, que señalan que hay que tomar ya mismo cartas en el problema demográfico de los países desarrollados. ¿Podría ser el avance del equipo de Younger la solución?
Existe una técnica que, en unos años, podría estimular el deseo reproductivo de la especie humana, la misma que parece capaz de crear fármacos mejores y más específicos, extendiendo nuestra esperanza de vida. Es la primera tecnología que busca estimular la reproducción, mientras otras, como la realidad virtual, la aumentada, la interfaz humanos-ordenadores, van por el camino contrario. El sexo sintético, y quizás hasta la atracción sintética, podría ser la próxima revolución sexual. Si es la mejor respuesta a la crisis demográfica, es algo que aún no sabemos. Pero seguro que muy pronto lo veremos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar