Ciencia y Tecnología
Tecnología 5G: El desafío de navegar en 3D
El circuito de Indianápolis fue testigo de una de las primeras pruebas de la nueva red móvil que, entre otras cosas, permitió seguir la carrera en realidad virtual. El consumo de energía y de datos, los grandes retos a batir.
El circuito de Indianápolis fue testigo de una de las primeras pruebas de la nueva red móvil que, entre otras cosas, permitió seguir la carrera en realidad virtual. El consumo de energía y de datos, los grandes retos a batir.
Es cierto, ayer corrió Fernando Alonso una de las carreras míticas: las 500 millas de Indianápolis. Fue uno de sus grandes desafíos, con mucho revuelo mediático. Pero, en unos años, pocos recordarán las primeras posiciones. Lo que sí quedará en la memoria será que fue hoy la señal de partida para la tecnología 5G.
Al lado del circuito Intel, Ericsson y Verizon han construido una casa que contó con cobertura 5G y desde la cual los visitantes pudieron evaluar en directo las ventajas de este sistema de conexión. ¿Qué se pudo ver? Una de las demostraciones consistió en una vista de 360 grados del circuito, en vivo, obtenida mediante realidad virtual y «streaming» inalámbrico de video 4K de 360 grados de alta resolución. Los habitantes –temporales– del hogar tuvieron el circuito en el salón de su casa. En 4K y desde cualquier ángulo.
Hace tiempo que se habla del 5G y cómo cambiará nuestro entorno. O si cambiará en algo. Cuando pasamos de 3G a 4G, el cambio que se experimentó fue de mayor velocidad, pero poco más. Para comprender la evolución de los sistemas de comunicación de primera generación (1G ) al 5G, que se espera esté activo en 2020, podemos recurrir a la metáfora de la hidrografía. En su primera etapa, 1G se trataba de un río de mediano caudal que solo fluía en un sentido. «El 2G nos permitió transmitir la voz de modo digital –hasta ese momento era analógico– a todo el mundo», nos señala Simón Viñals, director de Tecnología de Intel. «En 3G se transmiten datos, aplicaciones. El 4G es una mejora de velocidad a la hora de enviar datos». Siguiendo con el símil de los ríos, con la segunda generación, el Duero se transformó en el Amazonas, luego llegó al mar y envió sus aguas a todos los rincones del planeta (con el 3G) y la última etapa que estamos viviendo hace que estas aguas vayan a mayor velocidad. El 5G tomará todo eso, lo llevará a tres dimensiones y hará que los afluentes sean independientes. Y que el río baje de la montaña, pero también suba a ella.
«En 2020 habrá unas 50.000 millones de cosas conectadas a internet (Internet de las Cosas o IoT, por sus siglas en inglés)–añade Viñals –. El 5G dará servicio a mas dispositivos. Tendrá muy baja latencia, es decir, el tiempo que tarde un dato en ir y volver. En IoT la latencia tiene que ser muy baja, ya que los dispositivos toman decisiones en función de la información que reciben. Si en el coche queremos bajarnos una canción no necesito que sea instantáneo, pero si lo que me importa es que sepa que el coche de adelante está frenando, la latencia tiene que ser muy baja».
Pero hay varios obstáculos. Teniendo en cuenta que habrá 50.000 millones de dispositivos conectados y que muchos de ellos no serán de la misma marca, los protocolos para trabajar en este sistema, deben ser muy precisos. El estándar en el que funcionen, tanto en prestaciones, como conectividad entre máquinas y con la nube, debe ser muy alto. «De hecho, en el interior de los dispositivos 5G habrá 60 estándares de comunicación de radio. Algunos estarán centrados en gran ancho de banda pero a poca distancia (útiles para gafas de realidad virtual), otros buscan velocidad pero con pocos datos (dispositivos médicos, por ejemplo)», confirma Viñals.
Sin esta «normativa» no tendría sentido tener tanta información generándose sin poder aplicarla y aprender. ¿Cuánta información? Más de la que pensamos. O imaginamos. «Hemos calculado que un coche autónomo va a generar un gigabyte (GB) de información por segundo –afirma Viñals–, un hospital 4TB por día, un avión 40TB por día y una fábrica que esté totalmente automatizada generará un millón de GB por día. Y todo esto se almacenará en la nube».
Hablando en plata, un coche generará por segundo el equivalente a 3.000 fotos y un avión unas 20.000 horas de película. Si tenemos en cuenta que cada día se realizan unos 23.911 vuelos comerciales, solo la cifra de este sector resultará enorme. Y el desafío entonces ya no es la conectividad, sino el almacenamiento y el consumo de electricidad.
«Los centros de datos pueden consumir tanta energía como una ciudad pequeña», dice Viñals . «Una opción para reducir el consumo es el free-cooling, instalar los centros de datos en zonas frías y aprovecharse del aire exterior para enfriar los aparatos. El área necesaria para centros de datos se multiplicará por 20 en tres años, lo que hace que el consumo energético sea un desafío». El otro inconveniente es la Nube. Los dispositivos se comunicarán entre sí mediante internet, pero también con un nuevo tipo de tecnología llamada MMW (Machine to Mahcine Wave) que conecta a los sensores entre sí. Para ello no precisan internet. Luego enviarán parte de la información a la Nube, pero solo la importante. Allí se almacenará por ejemplo, solo la imagen de un accidente, no las dos horas de viaje.
Pasar al 5G es como evolucionar de las carreteras de barro a las autovías. Ahora mismo se está construyendo toda la infraestructura. Y esa es la parte fácil. Entonces llegará el problema de la seguridad y el consumo de los centros de datos. Allí la tecnología tendrá que dar un gran salto.
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