Masterchef

Ana Iglesias, ganadora de Masterchef: “En ocasiones, los últimos son los primeros y soy feliz”

La joven empresaria ganó el lunes la edición del «talent» contra todo pronóstico imponiéndose a sus compañeros

Como dice el refrán: «Unos tienen la fama y otros cardan la lana». Es lo que le ha sucedido a Ana Iglesias, la ganadora de «MasterChef». Era la tapada que ha sobrevivido a otros concursantes que, resabiados, buscaban titulares polémicos antes que ganar una de las ediciones con más tarascadas de los últimos años. Esta joven empresaria de una marca de joyas logró imponerse en la final sin hacer ruido ni entrar en polémicas. Se ha dedicado a cocinar. Su menú –con un entrante de «plato y joya como lujo», «Memoria» y «Capricho»– consiguió la mejor valoración del jurado.

–Parece que es su menú no está armar bulla, como otros compañeros...

–Yo fui a hacer mi concurso sin mirar a los que estaban a mi alrededor. Evité compararme con ninguno de mis compañeros. No me han visto como una rival fuerte; o sí, pero no me lo han dicho, ni una palabra. Nunca se sabe, a veces los últimos son los primeros y soy feliz.

–¿Ha sido una edición tan competitiva como parecía?

–No ha sido para tanto. Es verdad que ha habido conflictos, pero no más allá de las típicas tonterías de cocinar en exteriores. Al final, todo se resume en que te unes más con los que te sientes más afines y con el resto no.

–Insisto, usted a los conflictos no les da ni agua.

–Es que no me interesa. Buscaba la buena convivencia entre todos y evitaba meterme donde no me llamaban a no ser que me afectase directamente a mí. Siempre quise la armonía.

–Pero no me dirá que su compañera Saray ha jugado un poco sucio al sugerir en las redes sociales que usted podía ganar...

–No tengo mucho que decir, cada uno es responsable de sus actos. Quizá se ha pasado, pero es cosa de ella. Es un asunto que no me incumbe.

–¿Cómo definiría sus conceptos gastronómicos?

–Me gusta la comida tradicional pero siempre le doy un toque especial. Incorporo algún ingrediente internacional y técnicas de vanguardia.

–Una curiosidad: chefs de tanto prestigio como Martín Berasategui y Joan Roca, ¿son tan accesibles como parecen?

–Completamente. Es un lujo poder compartir un cocinado con ellos. Son muy humildes y muy naturales. Se nota que su trayectoria y su éxito se lo han ganado a pulso, desde abajo. Nadie les ha regalado nada.

–Además de polémicas varias y de postureos, esta edición ha estado condicionada por la Covid-19. ¿Cómo lo han vivido?

–Supongo que como todos los españoles. Estábamos juntos, pero le tengo que decir que, a pesar de la tragedia, a mí me vino muy bien en el sentido de que me dio tiempo a reposar lo que había aprendido. Junto a mis compañeros nos dedicamos a practicar con todas las medidas de seguridad.

–¿Sabe que durante el confinamiento muchas personas se han convertido en unos cocinillas?

–¡Sí! y me parece estupendo. Han estado a tope con la cocina y han aprovechado el tiempo para, quizá, no lo sé, dedicarse o descubrir una afición que tenían aparcada.

–Sabe que la restauración está pasando por un mal momento... ¿Qué les diría?

–Yo quiero abrir un negocio y creo que habrá que reinventarse de alguna forma. A los españoles nos gusta disfrutar de la gastronomía. Confío en que todo vuelva a la normalidad.