
Entrevista
Óscar Jaenada: «Tenemos un problema como españoles, y no es lo de los toros»
El catalán interpreta a un torero en «La Suerte», la serie de Disney+ que desafía prejuicios explorando el miedo y la muerte

Este miércoles 8 de octubre se estrena en Disney+“La Suerte”, una comedia atípica, escrita por Paco Plaza y Pablo Guerrero, que gira en torno a la improbable amistad entre un taxista antitaurino y un torero en decadencia. Óscar Jaenada interpreta al Maestro, un personaje magnético, lleno de miedos y manías, al que acompaña una cuadrilla que vive entre supersticiones, carretera y riesgo. En conversación con LA RAZÓN,Jaenada habla sobre el miedo, el valor, la muerte y la complejidad de un país que no siempre se entiende a sí mismo.
¿Cómo fue acercarse al mundo del toro desde dentro?
Yo por varios personajes que había tenido que trabajar sí que fui a las plazas. Me parecía interesante, pero era siempre desde fuera, como observador. Aquí tenía que ser torero. Tenía que descubrir qué hay dentro de un torero. Y tuve la suerte de contar con Alejandro Talavante. Él me abrió su casa, me abrió su mundo. Pasamos varios días en su finca hablando de todo, de la vida, intentando encontrar lo que yo necesitaba para construir este personaje. Fue una pieza fundamental. Igual que lo fue, en otro sentido, Óscar Higares. Tener a un torero en el set es otra cosa. Te da tranquilidad. A mí, como actor, me dio la certeza de que cualquier pequeño detalle que pudiera escaparse lo tenía a él para limarlo.

¿Qué le impresionó más de convivir con un torero de verdad?
El miedo. Con Talavante hablamos mucho de eso: de la muerte, de enfrentarse al toro sabiendo que puedes no salir. Estudié a otros toreros, pero a uno en concreto no le veía el miedo, y eso no me interesaba. No me parecía atractivo ni sabía cómo investigarlo. Pero Alejandro sí tenía miedo. Un miedo real, no impostado. Y ese miedo tenía un fondo, una razón. Eso me impresionó muchísimo. Ver a alguien que cada fin de semana se juega la vida de verdad, no como pose. Porque cada toro es distinto. Y él lo sabe. Lo ves en sus ojos. Lo vi una vez bajando con él en el ascensor, minutos antes de salir a la plaza. Resopló y murmuró para sí mismo: “No sé por qué hago esto”. Me salió del alma un “tío, no…”. Lo había dicho desde dentro, con un peso que me lo trasladó a mí. Me brindó su miedo. Y ese miedo me duró horas. Lo llevé encima todo el día.
¿Eso cambió su forma de ver al personaje?
Muchísimo. Me di cuenta de que este señor se está jugando la vida cada vez que sale. Y luego, cuando le ves en la plaza, le cambia la actitud, se transforma. Y si le pilla el toro, no es un “ay, ay”, se levanta con una hombría que no te puedes imaginar. Me generó un desasosiego brutal. Ese camino del hotel a la plaza, esa transformación… eso fue lo que necesité descubrir para poder trabajar.
¿Es esa la reflexión central de la serie?
Es una de muchas, pero me interesa más una sobre España. Yo creo que en nuestro país se produce algo muy curioso. España es un país muy antiguo en la unión de muchas culturas. Y eso se nota. Aquí puedes ser muy distinto al otro, pero al final estás en el mismo lugar, comes la misma comida, respiras el mismo aire. Y a pesar de eso, nos empeñamos en no entendernos. Esta serie nos pone un espejo en la cara. Nos dice que el problema no son los toros. El problema es que tenemos una cuestión pendiente como españoles. Y no lo queremos ver. El toro no es vasco, no es gallego, no es catalán… forma parte de la cultura española, aunque no de toda. Hay una cabezonería en querer que lo sea. Y eso tampoco ayuda.
¿Y qué papel juega la muerte?
Tiene un peso enorme. Al menos cuando te enfrentas a personajes que conviven con ella, como este. Con Talavante, por ejemplo, lo entendí. No es un torero que va por ir. Él sabe que puede no volver a cenar en casa. Y eso pesa. Es verdad que hay que volcarte en el trabajo, pero hay cosas que no puedes controlar. La muerte es una de ellas. Y convivir con esa posibilidad constante te cambia. Como actor, vivir eso de cerca me removió mucho. Me llevó a lugares que no había explorado.
¿La serie se moja?
La serie no se moja. Y eso es lo interesante. No es taurina ni antitaurina. Usa el mundo del toro como marco, como escenografía. Habla de otra cosa. Habla del miedo, de la necesidad de encontrar tu lugar, del respeto. Y también de los prejuicios. Nos dice que hay cosas que solo puedes entender cuando te permites compartir tiempo con el otro. No necesitas estar de acuerdo. Solo necesitas estar dispuesto. Escuchar. Y eso lo cuenta con humor, con magia, con surrealismo, pero lo cuenta muy bien.
¿Cree en la suerte?
Sí, desde luego. Vivo con ella. Pero nunca confío en ella. La suerte no es la misma cuando la buscas que cuando te das cuenta de que la has tenido. No es lo mismo ser el observado que el observador. Yo creo muchísimo en la suerte, pero nunca dejo nada en manos de ella. Todo tiene que estar trabajado. Y si todo ha salido como estaba trabajado, entonces he tenido suerte. Pero no le confío nada. Nada. Todo al trabajo.
¿Diría que es una serie necesaria?
Sin duda, y está en Disney+, que no es poca cosa. Es una serie que se atreve. Que se sale de la norma. Que mezcla cosas que no se suelen mezclar. Y eso es raro hoy. Muy raro. Pero necesario. Esta serie no te lleva de la mano. No te dice lo que tienes que pensar. Eso la hace especial. Y a veces incómoda. Pero lo incómodo también es bueno. Te obliga a pensar. A revisar cosas. Y eso no abunda.
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