
Estreno
«Palm Royale» se desmelena
Apple TV estrena la segunda temporada de esta dramedia creada por Abe Sylvia («The Affair»), y protagonizada por Kristen Wiig, Carol Burnett, Laura Dern y Ricky Martin

Todavía se habla en las calles de Palm Beach del desastre que se formó en el 50 aniversario de la gala para mantener y preservar la costa de 1969 a cargo de Maxine Dellacorte-Simmons. Con la asistencia de lo más granado de la sociedad, una animada fiesta temática celebraba el último episodio de la primera temporada de la comedia dramática de Apple TV, «Palm Royale». Pronto, las luces, disfraces y purpurina se convirtieron en un despropósito: Evelyn (Allison Janney) se fue airada a casa con su nuevo affaire, Eddie (Jason Canela), ante la perspectiva de no poder recuperar su dinero y estatus; Mitzi (Kaia Gerber) le confiesa a Douglas (Josh Lucas) que el hijo que espera es suyo, mientras él ve la cara de su mujer Maxine (Kristen Wiig) cambiar de color y empezar a desvariar; Linda acaba en la cárcel por el intento de asesinato del presidente Nixon, tras tratar de detener a Mary (Julia Duffy), cuyo disparo acaba en la espalda de Robert (Ricky Martin), que se preguntaba si declarar su sexualidad y amor al agente del FBI Tom Sanka (Rick Cosnett), o aferrarse a la seguridad (económica) que le daría casarse con Norma (Carol Burnett).
La segunda temporada, que se estrena hoy, nos deja bien cerca del final de la primera y escuchamos la narración de Maxine que nos recibe: «En una nueva temporada, como el sol naciente, el amanecer de una nueva estación trae un nuevo comienzo para todos. El pasado queda atrás. Los recuerdos desagradables se olvidan. Toda ofensa pasa. Porque el tiempo y la verdadera riqueza curan todas las heridas». Pero Maxine ya no vive en la realidad; ella se imagina plácidamente tumbada en la piscina del «Palm Royale» tomando martinis servidos por un solícito Robert, pero la realidad pasa por su internamiento en el sanatorio Sunny Tides (y tratamiento con sedantes), tras amenazar en directo al presidente de Estados Unidos. Su marido, Douglas, sigue debatiéndose entre su amor por su mujer y su posible nueva vida con Mitzi, bajo el ala de la todopoderosa Norma. El primer episodio sorprenderá a los espectadores con un número musical que forma parte de la delirante mente de Maxine, y que es un auténtico alarde y una declaración de intenciones. «Palm Royale» es mucho más en esta segunda entrega: más ambición, más secretos y más locuras.
Norma vuelve a retomar el poder social bajo el autoritarismo y elitismo que caracteriza a sus convecinos: «Somos la cúspide de la civilización en Palm Beach». Que ningún espectador dude de que Maxine recuperará su lugar en la sociedad tras haberse hundido en el fango. Ella lo dice bien claro: «Palm Beach es un juego y Norma está jugando sin mí». Y ya no hay vuelta atrás, y la serie creada por Abe Sylvia se desmelena y retoma su tratamiento del poder, de la identidad y la lucha femenina, pero con mucha sátira social, humor negro y una crítica mordaz hacia el patriarcado. En esta entrega se acentúa tanto el contenido dramático y tenso entre personajes, que en los momentos de comedia brota la risa sin remedio. Las situaciones límite no tardan en colocarse en bandeja de plata para que cada personaje los use de manera desmedida para justificar sus alocadas actitudes. Hay mucho más peso puesto en cada personaje por separado, con lo que la interacción en parejas o grupos resulta explosiva. La maestría de Wiig para pasar en segundos de la comedia al drama y viceversa es una delicia de ver. De una caradura ha nacido una superviviente, que, además, tiene en Janney un poderoso apoyo. En su papel de Evelyn, es el contrapunto fundamental de la protagonista. Nadie duda de su búsqueda del poder a toda costa, y sin embargo con Maxine tiene una relación que convierte sus interacciones y la evolución de su complicidad en algo reseñable.
Por supuesto, no podemos dejar de destacar el trabajo de una malísima Carol Burnett, que a ritmo de bastón va imponiendo su ley en Palm Beach. Una ley vieja y gastada, pero que todos respetarán hasta el día de su muerte. La producción técnica mantiene un nivel sobresaliente con un diseño de producción que refleja fielmente la opulencia de finales de los 60, llevando a la pantalla mansiones, clubes sociales y hasta túneles secretos con un acabado visual cuidado y detallista. El vestuario, especialmente, fue destacado por su capacidad para definir un personaje y ambiente, incluyendo un vestido de novia diseñado meticulosamente para Kaia Gerber que actúa como reflejo simbólico de su evolución en la serie.
«Palm Royale» podría estar años enseñándonos cuáles son los valores del sueño americano de estas mujeres que valen un imperio y beben martinis para desayunar.
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