
Polémica
Ana Rosa Quintana estalla ante el presunto chantaje de Ana Julia Quezada en prisión: "Qué asco"
Varios funcionarios de la prisión de Ávila están siendo investigando por el intercambio de un teléfono móvil a cambio de sexo

Un nuevo episodio ha sacudido el caso de Ana Julia Quezada, la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, conocido como “el pescaíto”. Según ha revelado el diario El País y se ha comentado en la sección 'Expediente Marlasca' de 'El programa de Ana Rosa', un juzgado de Ávila investiga a varios funcionarios de la prisión de Brieva por presunto cohecho tras haberse filtrado que algunos de ellos podrían haberle facilitado un teléfono móvil a cambio de mantener relaciones sexuales con ella.
Chantaje dentro de la prisión
Las investigaciones apuntan a que Ana Julia utilizó dicho dispositivo para grabar vídeos comprometidos con los funcionarios dentro de su celda, en ropa interior, con el fin de chantajearles y presionar para ser trasladada a una prisión en Barcelona. Estas grabaciones habrían sido realizadas en horarios nocturnos, y uno de los funcionarios implicados incluso habría escondido el móvil en su domicilio para evitar su detección durante las inspecciones internas. La situación ha generado una fuerte indignación pública, especialmente cuando Ana Rosa Quintana, conductora del programa, expresó su rechazo rotundo: “Qué asco, de verdad”, dijo al conocer los detalles del caso en directo.
La denuncia inicial sobre la existencia del teléfono móvil y el chantaje fue realizada por Patricia Ramírez, madre del niño asesinado, quien alertó de que Ana Julia estaría grabando vídeos supuestamente para un documental. Esta alerta provocó una investigación interna que culminó con la detención de un funcionario en septiembre de 2024. Posteriormente, el Juzgado de Instrucción número 4 de Ávila ha continuado las diligencias tomando declaración a tres internas, un cocinero y a la actual pareja de Ana Julia, una mujer, todos ellos confirmando la existencia del teléfono y el chantaje.Las declaraciones coinciden en que la interna no solo mantuvo relaciones con un funcionario, sino con varios empleados del centro y con el cocinero de la prisión. Incluso llegó a contarle a un educador que había sido víctima de abuso, alegando que el funcionario se aprovechó de su situación de reclusa.
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