Polémica

La estrategia sexual utilizada por Ana Julia Quezada para tener una mejor vida en prisión

'El programa de Ana Rosa' se ha hecho eco de unas declaraciones de dos presas de la cárcel de Brieva sobre la situación de la asesina del pequeño Gabriel

Ana Julia Quezada durante el juicio esta mañana/Efe
Ana Julia Quezada durante el juicio esta mañana/Efelarazon

Ana Julia Quezada, la primer mujer condenada en España a prisión permanente revisable, ha vuelto a ser noticia esta semana tras las últimas informaciones publicadas sobre su actual comportamiento en la prisión de Brieva (Ávila), que ha provocado que varios funcionarios de la prisión castellanoleonesa sean investigados por cohecho. Ana Julia Quezada, habría utilizado un teléfono móvil para grabar vídeos comprometidos con los funcionarios dentro de su celda, en ropa interior, con el fin de chantajearles y presionar para ser trasladada a una prisión en Barcelona, ya que cerca de la Ciudad Condal vive la que supuestamente es su actual pareja. 'El programa de Ana Rosa' se ha hecho eco de dos declaraciones de compañeras de prisión de Ana Julia Quezada realizadas a la Guardia Civil, en las que explican cómo es la estancia en prisión de la asesina del pequeño Gabriel.

Una vida privilegiada entre rejas

Las recientes declaraciones de varias internas de la prisión de Brieva han sacado a la luz detalles impactantes sobre la vida de Ana Julia Quezada entre rejas. Según testimonios recogidos por la Guardia Civil, la autora del asesinato del pequeño Gabriel Cruz habría disfrutado de privilegios impropios dentro del centro penitenciario gracias a su estrecha relación con algunos funcionarios. Una de las internas afirma que Quezada mantenía una conexión especial con un veterano funcionario, con quien habría mantenido relaciones sexuales no solo ella, sino también otras reclusas. A cambio, Ana Julia habría accedido a beneficios como perfumes, maquillaje, chocolate, e incluso alcohol, lujos que ninguna otra interna poseía. Además, las denunciantes aseguran que Quezada presumía abiertamente de tener a “varios funcionarios encuñados” y era tratada por la dirección del centro como si fuese alguien de alto estatus. Uno de los aspectos más graves es la supuesta existencia de un teléfono móvil que funcionarios le escondían y devolvían cada día. Con ese dispositivo, Ana Julia habría grabado encuentros íntimos que después volcaba en una memoria USB custodiada por su pareja en el exterior, con la que presuntamente chantajeaba a la directora de la prisión para facilitar su traslado y acceso a permisos penitenciarios.

Estas acusaciones se producen tras la denuncia de Patricia Ramírez, madre del niño asesinado por Ana Julia, que ha reavivado el foco sobre las condiciones de vida de la interna en Brieva. Las declaraciones de las reclusas describen un escenario de complicidad entre funcionarios y Ana Julia Quezada, donde el silencio y la permisividad habrían favorecido durante años una rutina privilegiada e injustificable. Una de las internas incluso fue trasladada a otro centro tras intentar denunciar las prácticas del funcionario implicado, lo que alimenta la sospecha de una red de encubrimiento. Se apunta que el móvil utilizado por Quezada para grabar y conservar pruebas de sus relaciones con los trabajadores penitenciarios no podrá ser hallado, ya que quienes se acuestan con ella lo guardan durante las inspecciones. Según las mismas fuentes, ese contenido podría haber sido utilizado como elemento de presión contra la dirección del centro. Sin embargo, este entramado de favores y silencios parece haber llegado a su fin.