Estreno

'Los amos de la ciudad': Por orden de Sean Bean

Movistar Plus+ estrena este drama de mafiosos británico, rodado entre Liverpool y Málaga y aclamado en el Reino Unido

Sean Bean lidera el reparto de este drama británico sobre mafiosos, acompañado por James Nelson-Joyce y Jack McMullen
Sean Bean lidera el reparto de este drama británico sobre mafiosos, acompañado por James Nelson-Joyce y Jack McMullenBBC

Poca gente va a venir a discutir a la BBC que se le dan mal las series de mafiosos. Al final, fueron ellos los que, allá por 2012, decidieron apostar por la idea que tenía rondando desde hacía años el guionista Steven Knight: una historia basada en las vivencias de sus propios padres, criados en el Birmingham de los años 20 y que trabajaron como corredores de apuestas. El resultado fue ''Peaky Blinders'', un éxito mundial que puso de moda el llevar boina y abrigo, que nos demostró que Cillian Murphy sostiene cualquier escena y que se convirtió en uno de los niños mimados de Netflix.

Solo por eso, cualquier serie con temática de bandas y mafiosos que venga con el sello de la cadena pública británica merece, como poco, una oportunidad. En este caso, Movistar Plus+ ha decidido dársela a ''Los amos de la ciudad'', que ha sido ampliamente reconocida en su país de origen (ya se ha confirmado una segunda temporada) y que ahora llega a España, donde se estrena hoy en la plataforma de Movistar. A diferencia de la serie de Tommy Shelby y compañía, aquí no viajaremos al pasado, sino que la historia se ambienta en el riguroso presente, a caballo entre Liverpool y la Costa del Sol.

Seguiremos a Michael, interpretado por el actor James Nelson-Joyce, una especie de hijo adoptivo del mayor capo mafioso de la ciudad de Merseyside, Ronnie Phelan, al que da vida un clásico de las pantallas como Sean Bean, que más allá del meme de sus personajes condenados a morir siempre (Ned Stark, Boromir y un largo etcétera) demuestra que solamente con su presencia, ropa cara y el pelo engominado ya tiene más aura que todos los que le rodean.

Phelan, ya veterano, amaga con la retirada, y esto atisba un conflicto entre Michael [...] y Jamie (Jack McMullen), el hijo díscolo e inmaduro de su jefe. Esta especie de triángulo shakesperiano, que hemos visto desde la Antigua Roma, con Máximo y Cómodo, a la sabana africana, con Simba traicionado por su propio tío, es el principal conflicto de la serie, al que se irán sumando cada vez más traiciones, dobles agentes y giros sorpresivos que aseguren, como está mandado, el binge watching.

Michael también tendrá que conciliar sus actividades mafiosas con su vida familiar: él y Diana (Hannah Onslow) están intentando tener su primer hijo, y la idea de alejarse de todos esos tipos peligrosos y buscarse un trabajo normal sobrevuela la cabeza de Michael, cuando no es directamente verbalizada por Diana, una especie de Kay Adams sin la agencia y el peso dramático que tenía Diane Keaton en los tres "Padrinos" de Coppola, de los que la serie bebe, al igual que lo hace del Scorsese de los 90, el de "Uno de los nuestros" o "Casino".

Con toda esta sopa de referencias, uno podrá quizás intuir la verdad que se esconde detrás: que ''Los amos de la ciudad'' no inventa precisamente la rueda. Aunque juegue a desviar el foco, ya que citamos a Scorsese, de toda esa parte sucia y violenta (hay momentos, pero a cuentagotas, esto no son los Peaky Blinders apalizando rivales), las tensiones y dramas entre los personajes que plantea no van a sorprender mucho a cualquiera que se considere fan del género. Esto no quiere decir que la serie no sea entretenida, y que ese "uy uy uy" tan típico de los culebrones, cuando un personaje le clava (literal o metafóricamente) una puñalada a otro, no haga que quieras ver cómo acaba todo esto.

''Los amos de la ciudad'' es un producto de consumo fácil, que no sobrecomplica la historia y en el que ubicas rápido a los personajes, por mucho que estos, a excepción de Sean Bean, no tengan mucho carisma. No juega a ser vanguardia tampoco en lo visual, con una estética televisiva made in BBC que no hace ni el intento de sacar partido a Marbella y alrededores, donde la banda de protagonistas se traslada para hacer negocios, pero cuyas secuencias podrían haberse rodado en cualquier parte del mundo (sabemos que el equipo visitó España porque se ha publicado), pero tampoco lo necesita. A veces, todo lo que alguien necesita es sentarse en el sofá y ver algo que le exija poco, que sea sólido y que le dé una dosis de "mira este lo que ha hecho", y en eso la serie cumple.

Lo de si Sean Bean morirá aquí también, alimentando su leyenda negra, tendrán que verla para descubrirlo.