Estreno
«Barones del surf», mujeres, paz y amor lejos de Vietnam
La nueva serie de AMC+ relata la supervivencia y los desafíos de una comunidad hippie en la Australia de los salvajes 70
La plataforma AMC+ sigue haciéndose un hueco en el tan competitivo mercado de las plataformas con ficciones con identidad propia. Aunque por momentos la nostalgia nos recuerda a «Le llaman Bodhi» (la película protagonizada por Keanu Reeves y Patrick Swayze), la nueva serie «Barones del surf» narra otro tipo de comunidad surfera. Mientras que el largometraje pertenece a los comienzos de los 90, esta ficción se remonta hasta los salvajes 70, aún en el albor de la época dorada de las comunidades hippies.
Pero más allá de las olas y las tablas, el contexto político y social de Australia en aquellos años marca la trama. La comunidad integra cada vez más etnias y culturas, cuyos padres han vivido una inmigración de auténtica supervivencia. Así, desde el primer capítulo, se evidencia el impacto generacional de unos padres educados en la cultura del trabajo y el sacrificio extremo, con la de unos hijos interesados en descubrirse a sí mismos y desarrollarse en comunidad. El concepto de prosperidad ha cambiado y para estos jóvenes la estabilidad económica y formar una familia convencional ya no es la prioridad.
Por si fuera poco, el Gobierno convoca y recluta a varones jóvenes para acudir a la infructuosa Guerra de Vietnam. Sin embargo, el padre de uno de estos jóvenes ni siquiera contempla la posibilidad de que su hijo no quiera sacrificar su vida por su país. En definitiva, la generación superior considera a la inferior como una generación de cristal, con la piel fina y sin actitud suficiente como para sacar su vida adelante. Nada que no siga sucediendo hoy. Mientras, esta comunidad de jóvenes se siente incomprendida por sus padres. Ellos se intentan alejar de todo lo establecido, como si no valoraran lo que sus antepasados les concedieron. Precisamente, la serie reflexiona sobre la incapacidad de agradecer plenamente la realidad que se ha heredado, hasta que no se descubra la herencia que se pretende dejar como legado.
La manera en la que está rodada la serie también refleja el carácter de los protagonistas. La disposición de los diálogos es caótica. En pocas secuencias hay conversaciones privadas, sino más bien debates cruzados mientras todos hablan a la vez. Otro de los elementos que definen a estas comunidades es el tributo a la nostalgia y a los buenos recuerdos. Para reforzar su espíritu de grupo se preocupan por rememorar con proyecciones en vídeo los mejores momentos que han vivido.
Pero a pesar de este sentido colectivo del que está impregnada la serie, los personajes interpretados por Sean Keenan y Ben O’Toole ejercen de líderes encubiertos. Ben encarna a un personaje de carácter tiránico, con aires de grandeza, aunque también con momentos de lucidez y disparate alternamente. Mientras que el personaje de Sean, de espíritu salvaje, hace todo lo posible por domar sus instintos y dejar el pasado atrás, mientras busca desesperadamente alcanzar su proyección de prosperidad.
Sean, en el papel de Bill, encarnará la imagen de un espíritu emprendedor a quien en ocasiones cegará su ambición. El personaje de Shirley Kwong (la actriz Catherine Van Davies) será su anclaje al suelo, quien le recordará quién es y de dónde procede. Precisamente lo personajes femeninos funcionan como el equilibrio para que unos protagonistas tan radicales puedan tener más desarrollo. Ellas son las que acaban condicionando la mayoría de sus decisiones, así como los «barones» van aprendiendo de los errores que están cometiendo como generación.
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