
Estreno
«El juego del calamar»: Jugador 456, ¿todavía confías en la gente?
Netflix estrena hoy la temporada final de «El juego del calamar», la serie creada por Hwang Dong-hyuk que revolucionó el streaming

Suena el «Vals vienés» de Johan Strauss y volvemos al lugar del crimen. Una isla en mitad del océano alberga a 456 jugadores (ya menos) implicados en «El juego del calamar», la serie que hoy estrena en Netflix su tercera y última temporada. Si en la entrega anterior el protagonista y ganador de los juegos, Seong Gi-hun (el jugador 456, interpretado por Lee Jung-jae), quedó derrotado al comprobar cómo la rebelión fracasaba y asesinaban ante sus ojos a su mejor amigo, Jung-bae (interpretado por Lee Seo-hwan), ahora toca volver a los barracones y enfrentarse de nuevo al líder, Hwang In-ho (Lee Byung-hun), quien ocultaba su verdadera identidad para infiltrarse en el juego, y también a los supervivientes.
El mundo aguarda para ver el gran final, escrito y dirigido por el director Hwang Dong-hyuk, quien se ha comprometido a llevar esta épica historia a su merecido cierre. Y el compromiso, por lo menos en cuanto a cinco episodios que hemos podido ver, lo cumple con creces. La serie recupera en este final algunas de las características que la hicieron triunfar en su primera entrega y que vimos caer en cascada en la segunda. Con cada vez menos adversarios para disputarse el premio en metálico, claramente se forman dos bandos entre aquellos que sobreviven a duras penas y aquellos alfa dispuestos a matar a quien sea para conseguir más dinero. Aquello que quiere evitar Gi-Jun se aviva más que nunca. También los juegos recuperan el espíritu salvaje y descarnado del pasado, con retorcidas pruebas infantiles transformadas en verdaderas trampas mortales que limpiarán el tablero de juego con más rapidez que al principio. Y otro aliciente es que en esta última entrega desconfiaremos más que nunca del ser humano y sus oscuros propósitos. Al final, si hacemos recuento, las pruebas matan a menos gente que sus propios compañeros, y nos harán vivir auténticos momentos de infarto que nos harán replantearnos nuestra fe en el ser humano. El punto al que se llega es tal que el propio líder le preguntará al protagonista: «Jugador 456: ¿todavía confías en la gente?».
Tensión e ilusión
Los personajes que al principio estaban ligeramente definidos, se han ganado un sitio en nuestro corazón, algunos para mal, y seguirán tomando forma hasta que conozcamos cada entresijo de sus almas. Como hemos dicho en más de una ocasión a lo largo de estos años, ni se les ocurra encariñarse con nadie, bueno o malo. Será su perdición. Una vez que comenzó el primer episodio de la tercera temporada, solo hay ligeros descansos que coinciden con otras líneas argumentales menos entretenidas, pero que obtendrán resultados más que jugosos. Por un lado, la intención de uno de los soldados por salvar a un jugador, lleno de acción, muerte y algo de misterio. También está el policía Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon), empeñado en volver a enfrentarse a su hermano, y que ha formado un equipo armado para encontrar la isla de los juegos por vía marítima. Ambos serán una distracción frente a la pugna entre el líder y nuestro protagonista, las historias de madre e hijo por duplicado, la avanzadilla de alfas que pretenden hacerse con todo el dinero, o la propia lucha interna de Gi-Jun, física y mentalmente mermado, y que deberá encontrar en su interior una razón para seguir viviendo y jugando. Como en la segunda temporada, nunca veremos un juego completo, y siempre nos quedaremos a medias con la resolución de cada envite, pero seremos testigos de primera mano de las traiciones más inesperadas, las muertes más celebradas, e incluso multitud de decepciones.
A falta de ver el capítulo final y el cierre que nos ofrecerá Dong-hyuk, el espectador recuperará la tensión y la ilusión puesta en esta serie que ha marcado un antes y un después en la ficción mundial. Con una premisa inconcebible, unos actores semidesconocidos, unos escenarios de ensueño y una trama desquiciantemente humana, han conseguido que esperemos con ansia cada temporada, y aunque la segunda fue sensiblemente más floja, la tercera llega con toda su fuerza para volver a espolearnos y darnos en las narices con nuestras propias apuestas. Nosotros seremos los que tendremos que preguntarnos delante de la pantalla si realmente merece la pena conservar una humanidad que está dispuesta a matarse por unos cuantos millones de wones.
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