
Estreno
Nadie sale ileso en lo nuevo de "The Morning Show"
La cuarta temporada de la serie de Apple TV+ combina política, espectáculo y egos en un terreno cada vez más movedizo

Hay series que exigen ponerse al día antes de empezar y otras que permiten saltar dentro sin manual de instrucciones. "The Morning Show" pertenece a este segundo grupo. Aunque su historia viene desde 2019, la cuarta temporada, estrenada el 17 de septiembre en Apple TV+, funciona casi como una nueva entrada: los personajes arrastran cicatrices, sí, pero el espectáculo está diseñado para que cualquiera pueda engancharse. Y de paso, la plataforma aprovechó para confirmar que la serie tendrá también una quinta entrega.
La premisa es simple: un programa matinal de televisión sirve como escenario para exponer las tensiones de la política, el poder y la fama. En el centro están Alex Levy (Jennifer Aniston) y Bradley Jackson (Reese Witherspoon), dos periodistas tan talentosas como temperamentales. Su relación, a medio camino entre la alianza y la rivalidad, sostiene la columna vertebral de la serie. Cada temporada las ha puesto frente a dilemas profesionales y personales, y en este nuevo ciclo no hay excepción.
La acción ocurre en 2024, un par de años después del capítulo anterior. La cadena de televisión cambió de nombre y se volvió más poderosa tras una fusión corporativa. En este ambiente, Alex sigue siendo la estrella de la pantalla, aunque con más responsabilidades que nunca, mientras Bradley aparece retirada de la vida pública y dando clases en un pequeño pueblo. Naturalmente, esa calma dura poco: un escándalo que involucra a la propia cadena la arrastra de vuelta al centro de la acción. La idea de que nadie puede escapar de este mundo es casi una ley de la casa.
La temporada introduce un ingrediente jugoso: la inteligencia artificial. En el primer episodio vemos cómo la cadena planea cubrir los Juegos Olímpicos de París clonando digitalmente a sus presentadores para que hablen en distintos idiomas. El invento deslumbra y preocupa, reflejando un debate que va más allá de la ficción. La serie usa ese truco para lanzar preguntas sobre qué tan confiable es lo que aparece en pantalla, y lo hace con un estilo tan lujoso como descarado.
Al mismo tiempo, se suman rostros nuevos. Marion Cotillard aparece como Celine Dumont, presidenta del consejo, una ejecutiva elegante y peligrosa en partes iguales. Jeremy Irons se mete en la piel del padre de Alex, un profesor severo que remueve conflictos familiares. Boyd Holbrook interpreta a un podcaster llamado Bro, mezcla de provocador y vendedor de suplementos, cuya mera presencia desata choques con Alex. A estos nombres se suman Aaron Pierre y William Jackson Harper, ampliando un elenco ya de por sí abundante.
Sin embargo, no todo depende de las estrellas invitadas. Greta Lee y Karen Pittman, presentes desde temporadas anteriores, se afianzan como figuras clave. Stella, ahora al mando de la cadena, descubre que estar arriba no garantiza control; Mia, productora incansable, lidia con promesas incumplidas mientras se convierte en un motor inesperado de la trama. También destaca Nicole Beharie como Christina Hunter, exatleta convertida en presentadora que encarna con frescura la presión del directo. Estos personajes dan aire fresco y evitan que todo dependa de la dupla central.
Visualmente, la serie mantiene su sello de lujo: oficinas con ventanales de cristal, panorámicas de Manhattan y discusiones en salas de consejo filmadas como si fueran batallas épicas. A ratos parece un thriller político, en otros momentos una telenovela de altos vuelos, y esa mezcla es, justamente, lo que la vuelve atractiva. En lugar de pedir realismo, invita a disfrutar de su exageración calculada.
Lo cierto es que "The Morning Show" nunca fue una serie sobre periodismo en estado puro. Es más bien una historia sobre egos, lealtades cambiantes y la dificultad de distinguir entre lo auténtico y lo fabricado. La cuarta temporada conserva esa esencia: hay conspiraciones, romances, peleas de poder y debates sobre el futuro de los medios. Puede sonar caótico, pero es un caos entretenido. Y si algo queda claro al ver estos nuevos episodios, es que nadie, ni los héroes ni los villanos, logra salir indemne.
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