Estreno

Un puzle macabro por resolver

“Memento Mori” más que un tenso thriller policíaco, es una serie que sabe jugar con la ansiedad del espectador y le demuestra que la curiosidad también es una adicción

Un puzle macabro por resolver
Un puzle macabro por resolverPrime Video

Vaya por delante que suelo ser un televidente perezoso, uno que cuando se sienta delante de la tele solo intenta distraerse de una manera ligera, que para tensiones ya tengo la vida misma. Sin embargo, el espíritu de periodista inquieto a veces me puede y también me gusta dejarme sorprender de vez en cuando. Es ahí cuando uno baja la guardia y guionistas como Germán Aparicio, Abraham Sánchez y, sobre todo, Luis Arraz aprovechan esa grieta de vulnerabilidad humana, esa debilidad un tanto morbosa, para inocularle al espectador el bicho de la curiosidad. En este caso, un nuevo virus llamado “Memento Mori”, una impecable serie de Zebra Producciones que, en sólo un par de minutos, ya te tiene atado a la trama. Y yo que quería pasar una tarde tranquila…

El éxito de estos tres creadores es el de haber sido absolutamente fieles a la primera novela (homónima de la serie) de la trilogía “Versos, canciones y trocitos de Carne”, de César Pérez Gellida, y vestir la magnífica adaptación literaria de un acertadísimo lenguaje audiovisual. El cuidado detalle en la elección de la fotografía, la influencia de la luz (y la oscuridad), incluso de la lluvia vallisoletana en el manejo de la imagen, la elección de banda sonora y el movimiento de las cámaras juegan siempre en favor de la historia y en la manera de contarla. Porque consiguen intensificarla o disiparla lo justo para mantener al espectador prácticamente sin parpadear y, al mismo tiempo, dejarle pensar, que juegue su propio papel ya no como investigador, porque sabe perfectamente quién y cómo comete los crímenes de este thriller policíaco, sino como testigo privilegiado pero impotente. Como quien asiste a un espectáculo de magia pretendiendo inútil pero insistentemente descubrir el truco, en este caso ese error que permita a los investigadores dar con la pista que les lleve a detener al asesino.

La historia nos traslada al Valladolid de septiembre de 2010, donde Ramiro Sancho (Francisco Ortiz), un inspector de homicidios intuitivo y perspicaz, más hábil en el manejo de los músculos que de las emociones, comienza la investigación del asesinato de una joven a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos enigmáticos. Es ahí donde entra en juego Martina (Manuela Vellés), la reputada, inteligente y sensible psicolingüista, con un conocimiento de la cultura clásica que le confiere un profundo entendimiento de la naturaleza humana, que se convierte en una especie de guía para el inspector Sancho en la resolución del caso. Además, entre ambos surge una tensión sexual latente, elemento que los creadores también saben explorar para aportarle otro cariz a la historia. Sin embargo, sin la ayuda de “Carapocha” (Juan Echanove), ambos andarían como gallina sin cabeza. Este ex agente de la KGB de apariencia socarrona y afable, otro interesante detalle que salpica de humor (a veces negro) la trama, es en realidad un experto en asesinos en serie que esconde un fondo más oscuro y hasta maquiavélico.

Todos ellos deben seguir el rastro de cadáveres que nuestro asesino va dejando por la ciudad y aquí debemos detenernos unas líneas, porque Augusto está maravillosamente interpretado por Yon González. Son muchos los ingredientes que hacen especial a este personaje, pues, aunque en apariencia se observa a un hombre culto y bien educado, uno que se preocupa por su aspecto y que es sensible a la música y a la literatura, en realidad es una fachada que intenta ocultar a un psicópata narcisista que lucha con sus demonios internos, esos que surgieron de los maltratos de una infancia traumática y que le llevan a ser absolutamente proclive a las adicciones, incluso la de matar. El detalle diferencial es que Augusto firma los cuerpos de sus víctimas con poemas.

Con esta sólida base, la serie se sumerge en una persecución que se convertirá en un duelo muy personal en el que cada personaje aporta un matiz más, un giro que hace mucho más interesante la historia, como Violeta (Olivia Baglivi), la enigmática y bipolar pareja de Augusto. Pero no sólo, porque la participación de Fernando Soto (como el Subinspector Matesanz), Carlota Baró (Subinspectora Carmen), Javier Varela (Subinspector Peteira), Juan Fernández (Comisario Mejía), Juanma Lara (Inspector Bragado) y Rodrigo Poisón (Forense Villamil), así como Ana Villa y Pau Romero dotan a “Memento Mori” de color, intensidad, sagacidad, algunos toques puntuales de ingenuidad y píldoras de inteligentes toques de humor.

En fin, que por curioso mordí en anzuelo y ya no hay manera saciar la adicción que genera “Memento Mori”,, más que esperar el siguiente episodio.

Un gran equipo detrás de una gran obra

“Memento Mori”es una serie de seis capítulos de alrededor de 45 minutos cada uno, dirigidos por Marco A. Castillo y Fran Parra. La producción lleva el sello de Zebra Producciones, con José Velasco, Sara Fernández-Velasco, Luis Arranz, Marco A. Castillo e Ibón Celaya como productores ejecutivos. El guion está a cargo de Germán Aparicio, Abraham Sastre y Luis Arranz, quienes adaptaron la obra de César Pérez Gellida, y la banda sonora original está a cargo de Alfonso González Aguilar. El rodaje se ha realizado en Valladolid, Madrid y Gran Canaria. “Memento Mori”se estrena hoy enPrime Video.