Estreno

«Veronika»: más oscura y obsesiva

SkyShowtime estrena la segunda temporada de la serie sueca «Veronika», protagonizada por Alexandra Rapaport y que ya ha sido renovada para la tercera

Nills y Veronika tendrán que ayudarse para resolver un crimen de hace 60 años
Nills y Veronika tendrán que ayudarse para resolver un crimen de hace 60 añosSkyShowtime

Veronika Gren no está bien. La última vez que la vimos, la sostenía su hija en brazos tras golpear al entrenador de natación y descubrir al asesino de alumnos. Además, sus visiones de personas muertas han conseguido socavar su salud mental, romper su matrimonio, estropear su relación con sus hijos, causarle bajas en el trabajo y hundirla mentalmente. En este punto retoma la serie sueca «Veronika» la trama de la segunda temporada, que hoy estrena SkyShowtime.

Veronika, interpretada de nuevo por la actriz Alexandra Rapaport, llega a la comisaría después de lo que ha pasado y se encuentra un monótono y administrativo trabajo sentada frente a un monitor. Todo a su alrededor parece muy cambiado y ella sigue anclada en su recuperación mientras se aburre entre permisos informáticos y archivo de investigaciones. Su jefe, Göran (Anders Mossling), se va de su puesto y Nassir (Arvin Kananian) no le dirige la palabra después de lo que pasaron juntos. Para colmo, su marido, Tomas (Tobias Santelmann), se ha quedado con la custodia de los dos hijos, Liv (Sarah Rhodin) y Simon (Eddie Eriksson), pero pronto se dará cuenta de que no es compatible con su trabajo de profesor y director del coro. Veronika se ha mudado a la pequeña casa de un familiar e intenta volver a la normalidad, aunque su vida, como su nueva casa, es un caos.

Pero todo lo bueno dura muy poco, y pronto la visita de un hombre a la comisaría volverá a revolver las aguas. La confesión de haber estrangulado a su mujer deriva en una extraña investigación que pone a prueba las capacidades de investigador de Nassir, que pronto descubrirá que Veronika está conectada con el caso, como siempre, a su manera. La investigación de la muerte de Mona Larsson derivará en nuevas visiones y sospechas. Vuelve «Veronika» con una cabecera con imágenes muy turbadoras y esa ambientación sueca, seca y oscura. Vuelven las ensoñaciones y vuelven los parajes abandonados y misteriosos.

Todo empieza mal para nuestra protagonista, que acude a los servicios sociales para revisar la custodia de los niños. Veronika hace hincapié en su vuelta al trabajo «de oficina, detrás de un escritorio», sin sobresaltos, que ha retomado la medicación, pero sin embargo le recuerdan que tiene desorden bipolar tipo 1 diagnosticado. Las visitas de los niños seguirán siendo espaciadas, sin posibilidad de ni siquiera quedarse a dormir en casa de su madre. Además, se entera de que su — dentro de poco — exmarido está flirteando con una cantante del coro, y mucho más joven, cosa que también desestabiliza a Liv por cómo deja eso a su madre. En el trabajo tiene la supervisión directa de la nueva jefa, interpretada por Hanna Alström, pero pronto volverá a las calles para desesperación de su marido y algarabía de Nassir, que sigue confiando en su capacidad para leer a las personas, convencido de que algo se le escapa de la muerte de Mona Larsson.

Pronto volverá a estar tan metida en su ensimismamiento, que los trances volverán a apoderarse de ella, que, además, descubre en la casa de la infancia de su madre Ann-Charlotte (Chatarina Larsson) y su tía, Ninni (Karin Bertling), que se ocultaba un secreto que le tocará de lleno a Veronika. Un diario y unos convenientes flashbacks ayudarán al espectador y a la protagonista a conocer la infancia de la familia y un pasado aterrador que acarreará consecuencias para su vida y el caso que tienen entre manos. Las conexiones nunca son muy claras, y la serie vuelve a recordarnos que algunos misterios lleva tiempo desvelarlos. Sus características noir están en su apogeo, pero hay una vertiente que se aparta del thriller y la investigación, a la angustia existencial de la protagonista. En la primera temporada sus visiones le provocaron incluso accidentes cercanos a la muerte. Algunos espectadores pueden sentirse desalentados si la serie abandona el camino del procedimental nórdico más habitual.

Está claro que la senda natural de la serie, ayudada siempre por la música, debería encaminarse hacia el paso creado a medio camino entre la tensión, el misterio, lo sobrenatural y lo atormentado de la protagonista. «Veronika» no es «Ghosts», pero tampoco «True Detective» o «Dark Winds». Alexandra Rapaport tiene los papeles de mujeres sufridoras muy bien aprendidos y cada vez que su personaje se hunde, nos hundimos con ella, pero en el reconocimiento de su humanidad. La serie debería ganar en agilidad para no estancarse viendo fantasmas en parajes abandonados y teniendo que volver a una vida de mierda.