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Sexo de época: así se rodó la escena más candente de “La Promesa”
La serie de La 1 muestra el rodaje de la escena más esperada entre Curro y Ángela, revelando detalles técnicos, gestos y emoción real

Cuando una serie como “La promesa” acumula más de 600 capítulos, las palabras “sorprender” o “superarse” empiezan a pesar. Pero a veces basta un giro emocional bien sostenido, una tensión largamente trabajada y dos actores que entienden exactamente dónde están para que una escena se quede resonando más allá del capítulo. Eso es lo que acaba de pasar con el primer encuentro sexual entre Curro y Ángela. O más bien, con su publicación entre bastidores.
La producción de la serie ha compartido en redes sociales un vídeo del rodaje de esa escena, mostrando con inusual franqueza el proceso detrás de uno de los momentos más íntimos de la ficción. Porque si hay algo que las redes aman tanto como la intensidad es saber cómo se fabricó. Lo que podría haber sido simple contenido promocional ha terminado siendo una lección de cómo se construye una escena sexual para televisión en 2025: coreografía medida, consentimiento explícito y un respeto absoluto por la narrativa y por los cuerpos.
El vídeo, que se ha viralizado entre los fans de la serie, muestra a Xavi Lock y Marta Costa en plena preparación junto al creador Josep Cister y el equipo de dirección. No hay lugar para la improvisación: cada gesto, cada giro de mirada, cada caída de ropa tiene un porqué, un tempo y una intención. Es sensual, sí, pero no busca el morbo. En todo caso, lo esquiva para poner la emoción en el centro.
Y es que esta escena llega cargada de contexto. Curro, degradado a lacayo, y Ángela, al borde de volver a Zúrich, no han tenido precisamente un camino fácil. Su relación ha oscilado entre la atracción contenida y el miedo al rechazo. Hubo dudas, silencios, tropiezos. Pero también hubo miradas largas y frases que se quedan flotando. Cuando por fin llega el momento, no hay música grandilocuente ni ángulos espectaculares: hay un “¿estás segura?” y un “ya nada podría volver a ser igual sin ti”. Sin necesidad de repetir fórmulas, la serie consigue que el público contenga la respiración por dos personajes que se han ganado su tiempo.
Desde lo técnico, el making of deja claro que la intimidad también se ensaya. No con frialdad, sino con precisión. Se repasan movimientos, se discute el ritmo, se acuerda lo que se muestra y lo que se sugiere. Los micrófonos están ahí, las luces también, pero no se notan. Porque el objetivo no es mostrar piel, sino contar algo que hasta ahora no se había dicho con palabras. En esa cama, más que cuerpos, lo que se cruzan son historias.
El efecto en el público ha sido inmediato. No solo por la escena final, que tiene la medida justa entre ternura y deseo, sino por la forma en que la producción ha querido compartirla: sin pomposidad, sin secretos, sin ese pudor impostado con el que la televisión aún trata algunas pasiones. Aquí no hay espacio para clichés, ni para sensualidades plastificadas. Hay piel, pero sobre todo hay verdad.
Con este paso, “La promesa” no solo consuma uno de sus romances más esperados. También deja claro que, incluso en una serie diaria y de época, hay margen para hablar de intimidad con inteligencia, humanidad y naturalidad. Lo que pasa entre Curro y Ángela ya no pertenece solo a la ficción: también es parte de una conversación más amplia sobre cómo queremos ver (y representar) el deseo en pantalla. Y si además engancha, pues mejor todavía.
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