Opinión

Se acabó

Ana González (PSOE), alcaldesa de Gijón, durante el Pleno MunicipalEUROPA PRESS
Ana González (PSOE), alcaldesa de Gijón, durante el Pleno MunicipalEUROPA PRESSEUROPA PRESSEUROPA PRESS

Resulta que la alcaldesa de Gijón es folclórica. La tal Ana González, aunque ella no lo sepa, es más auténtica que María Jiménez. Y por eso, en un arranque de casticismo asturiano, a medio camino entre la santina y las bulerías, se ha soltado la bata de cola para decir «se acabó». En este caso para hablar de los toros. Dice que hay algunas rayas que no se pueden cruzar, pero serán las del tigre que lleva en su lomo esta política de medio pelo, que ya venía rumiando desde hace días para los que hemos andado por territorio gijonés su falta de apego a la Tauromaquia.

Se sirve de una manifestación de tres personas, mal numeradas pero muy bien subvencionadas, de corte animalista. De hecho, el otro día en el Comercio de Gijón se despachaba comentando que precisamente por esas pancartitas en los aledaños del coso de El Bibio había que analizar desde la óptica de la contratación pública si se prorrogaban las licitaciones para los festejos taurinos. No sabíamos que era una puritana del tipo de esas abogadas de las series americanas de Netflix, que pasan el filtro por las palabras que o son innombrables o afectan a minorías o colectivo raciales.

Su piel tan fina, mucho menos flexible que la de un toro, o la de un ciudadano cosmopolita del siglo XXI, ha determinado que dos nombres absolutamente inocuos según el contexto y la genealogía como son «Feminista» y «Nigeriano» hayan desembocado en la rasgadura de vestidura a lo María Jiménez. Incluso alguien podía pensar que llamar a un toro «Feminista» es políticamente correcto, salvo que a la alcaldesa, con a, con o, o con u, le incomode que sus vecinos tengan un poco más altura de miras que esa pseudofuncionaria metida a censora. En cuanto a lo del otro nombre, el toro era de capa oscura, por cierto.